viernes, 2 de julio de 2010

SOBRE LA AMISTAD Y EL AMOR


Durante muchos años, he sido el experto y reconocido "mejor amigo" o "gran amigo" de unas cuantas mujeres, que evidentemente antes fueron niñas, y luego adolescentes, pues todos crecemos... Y he aprendido unos cuantos trucos sobre el amor, sí, una extraña palabra que realmente no consigo entender completamente, sin importar las veces que hable o escriba sobre ella...

La amistad es muy bonita, por supuesto, aunque suele resultar más sencilla con personas de tu mismo sexo, y con quienes compartas una serie de afinidades, ya sean políticas, deportivas, culturales, laborales, hobbys, o simplemente fobias y manías... Se dice que es algo que te llena por dentro, y es cierto: somos seres sociales, y casi siempre necesitamos saber que hay alguien, en alguna parte, incluso a cientos de kilómetros, que se preocupa por ti, o que piensa en ti... Por supuesto, hay muchos tipos de amistad, la que se da entre iguales, entre personas muy diferentes, la interesada, la generosa... Y también existe la tendencia de confundir términos: una persona a la que conoces una noche de juerga y te tomas cuatro copas (o más) no es un amigo, es un conocido, un juerguista... Un compañero de trabajo no tiene por qué ser tu amigo por el simple hecho de compartir oficina, ni tampoco seréis íntimos sin esforzaros un poco... La amistad es mucho más que eso, implica una relación, un compromiso de estar ahí para lo que necesites, el saber que eres correspondido...

Pero aquí y ahora, voy a hablarte del tipo de amistad que a mi entender es más hermoso, más auténtico y complicado: la que se da entre hombre y mujer... Resulta curioso el ver cómo evolucionamos con el paso del tiempo... En los años de la infancia, casi siempre nos agrupamos por sexos, los chicos por un sitio, las chicas por el otro. No se trata solamente de un tipo de indiferencia, sino incluso de abierta hostilidad, que se manifiesta con el robo de muñecas, o simplemente con la planificación de un tipo de actividad que se dedique directamente a sabotear la de las chicas: hacer el bestia cuando están tomando el té en su club secreto, pintarrajear sus dibujos... Y casi siempre son "ellos" quienes toman la iniciativa...

Sin embargo, esta época de amistades eternas e inquebrantables se va a traste con la adolescencia, cuando de repente nos damos cuentas de las diferencias existentes... y comienza a irrumpir con fuerza el otro sexo... Ya no estamos tan seguros de querer pasar todo el rato con nuestros amigos dándole patadas al balón (cuando yo era crío, no había nada parecido a la play...) o haciendo el bestia con las bicis (luego con las motos)... Y lo mismo sucede con las adolescentes, que se olvidan un poco de la infancia y su mundo específico, y empiezan a interesarse por "los brutos"... "No hay lazo de amistad que no pueda ser cortado por el cabello de una mujer" es una frase que define bastante bien las relaciones sociales durante aquellos años confusos, porque todo puede cambiar en muy poco tiempo... Y surgen "romances", "líos", "rollitos", "noviazgos", "desengaños", "tristezas", "pérdidas"... Pero también, "amistades"...
La amistad entre hombre y mujer, que es la que más me interesa, no es fácil... sobre todo porque en ella existe cierto poso de amor, o como poco, de atracción física, al menos por una de las dos partes. A la hora de hacerse amigos de alguien, sobre todo si es del otro sexo, tiene que haber algo que nos gusta, que nos atrae, de esa persona: da igual que sea su voz, sus ojos, su pelo, su físico en general, los labios, sus orejas o un "no-se-qué" que lo convierte en alguien especial para nosotros, y que nos ayuda a dar los primeros pasos para acercarnos a esa persona.
Por supuesto, muchas veces, nuestros intentos de establecer contacto pueden fracasar, nos pueden mandar a la mierda, o pensar que somos unos plastas, o descubrir que no les interesamos de ninguna manera. También puede ocurrir lo contrario: que aquella chica hermosa y aparentemente simpática y desde luego fascinante, en cuanto abre la boca, te encuentras con alguien que es demasiado diferente, o que no te interesa porque no tiene corazón, o cerebro, o las dos cosas a la vez. Todo esto implica una disminución de nuestras posibilidades de establecer una relación de amistad, por lo que al final, puede que en tres de cada diez veces, consigues realizar la aproximación y sembrar las bases de algo que, con el paso del tiempo, se puede convertir en algo hermoso... pero difícil de mantener...
A veces, de manera inconsciente, cuando te interesas por una persona del otro sexo buscando en teoría "una hermosa amistad", lo que estás haciendo, de manera inconsciente (o no), es dirigirte hacia un tipo concreto de mujer que realmente te atrae. Es una forma, algo cobarde, de acercarnos a una persona que nos interesa, pero marcando al mismo tiempo unos límites bastante claros y precisos, y se supone que aceptados de común acuerdo... Pero, igual que las cosas cambian, las personas evolucionan, y los sentimientos se modifican...
En las películas, cuando Julia Roberts descubre que está enamorada de su mejor amigo, pues es correspondida; si Hugh Grant comprueba que sus sentimientos hacia la profesora de sus hijos han cambiado, también tiene suerte... Pero en la vida real, y sobre todo si la amistad se ha prolongado durante cierto tiempo, basta con que uno de los dos modifique su forma de sentir hacia el otro, para frisar el desastre... Y no lo digo solamente por la tormenta de sentimientos encontrados, cuando te das cuenta de que te estás enamorando de tu mejor amiga, no, sino por el momento en que descubres que no puedes permanecer más tiempo ignorándolo, y necesitas compartirlo con ella... Entonces surgen algunas de las frases más dolorosas de nuestro idioma: "te quiero, pero solo como amigo..."; "somos amigos sin derecho a roce...", "eres mi mejor amigo, pero..."
Con todas estas frases, y mil por el estilo, el mensaje que se trasmite es el de siempre: "Te has acercado a mi como amigo, te has ido metiendo poco a poco en mi vida de esa manera, has conseguido que me abriera a ti, que confiara en ti, y de repente, quieres romperme todos los esquemas... Ahora, ya no sé cómo pensar en ti, si como hombre, o como amigo... ni cómo interpretar tus actos, cada vez que me dejabas llorar en tu hombro, que me aconsejabas sobre un chico, me prevenías sobre las intenciones de alguien... ¿Lo hacías por mi, o solo para allanarte el camino?¿Puedo seguir confiando en ti?"
Cuando llegas a este momento de la relación, se presentan dos caminos, y ambos implican una renuncia. Si optas por la amistad, tienes que olvidar aquellos sentimientos, volver casi a tus casillas de hace un año, y hacer lo que sea necesario para no perder a aquella persona tan especial, y volver a ganarte su confianza, lo que puede requerir más o menos tiempo... pero de todas formas, en tu corazón seguirás notando un vacío, y la próxima vez que ella te venga a confesar sus sentimientos por otra persona, a contarte sus penas, seguirás notando la misma pregunta: "Si tan infeliz eres con él... ¿por qué no me amas? ¿Por qué no me das una oportunidad?" La segunda vía, si te reafirmas en tus sentimientos hacia ella, si decides que ese "amor" es demasiado importante, cuando en el fondo también estás reafirmando el deseo que tienes por ella, normalmente desemboca en un doble final: el de la amistad, y el del amor...
El consejo más razonable sería que nunca te enamores de tu mejor amiga.... O que si notas un cambio en tus sentimientos hacia ella, por ejemplo cuando dejas de mirarla como un padre o un hermano protector, y empiezas a hacerlo como un hombre, fijándote en detalles que antes no veías, como la forma de sus labios, la perfección y el color de sus ojos, el la forma y relieve de sus pechos... y mucho más, si empiezas a fantasear sobre lo que sentirías al besarla, si sus labios se abrirían o no, lo mucho que te gustaría acariciarla por todo el cuerpo... Si aquellas veces en que la rozas dejan de ser casuales, y te interesan sobre todo sus curvas y relieves... Si empiezas a preguntarte cuando es vuestro aniversario de conoceros, las canciones que os gustan a los dos, y a fantasear sobre recuerdos imposibles... La única opción realmente consecuente es que se lo digas: no es lo mismo confesar un cambio en tus sentimientos cuando lleváis juntos cuatro meses, que después de cuatro años... Y simplemente, confiar en que no te de una tremenda bofetada, sino un beso... Porque el mundo real no es una peli romántica...
Todo el tiempo, he estado hablando de la relación de amistad entre hombre y mujer, porque es la que mejor conozco, y sobre todo, de la transición entre la amistad y el amor... Pero es evidente que este enamoramiento puede también producirse entre mujer y hombre, entre dos mujeres, o entre dos hombres, porque el amor, ese pequeño bastardo que nos complica la vida, no entiende de géneros ni de números... Solo de sentimientos...

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