viernes, 30 de abril de 2010

AQUELLA TAZA DE CAFÉ... CON SU PLATITO



Una taza de café, vacía, sobre una mesa de metal... nada más: ni la socorrida cucharilla escurriéndose en el borde del plato, ni un solo resto del sobre de azúcar, o una servilleta de papel arrugada...

Nada... absolutamente nada, al margen de lo más evidente: que nadie le ha prestado la más mínima atención a la persona que ha compartido su espacio vital con ellos, en aquella pequeña plaza peatonal, de cualquier ciudad europea... Podría ser Madrid, o Barcelona, Bruselas... pero me gusta pensar que es París...


¿Y por qué París? Bueno... es una de las ciudades más hermosas que conozco, y le tengo un especial cariño... Pero mejor no disperses tu atención, céntrate en la taza, vacía, en todas las cosas que faltan, y sobre todo en lo más importante... En quién la dejó ahí... y en las distintas posibilidades que se abren, a partir de un objeto tan cotidiano... Sí, es otro de mis juegos...


Mesa izquierda de la terraza, 17:15. "No ha venido... Él no ha venido... Tanto tiempo hablando de nuestro encuentro, de que ya era hora de olvidarnos del face, de las redes sociales, de las tonterías y las contraseñas para reconocernos incluso en otros foros... Hemos pasado casi un mes, intentando quedar en este café de la Place Magellan, ajustar nuestras agendas, buscar incluso posibles coartadas... Pero no ha venido... Y aquí estoy yo, como una gilipollas, tomándome una taza de café frío, sin azúcar, ni leche, ni nada... Así es como me gusta el café, cargado, fuerte, con cuerpo, como los hombres, no como el imbécil de mi querido novio... Por eso, justamente, me ha atraído el perfil de Guillaume: treinta años, fotógrafo, experiencia en bodas, y en el mundo de la moda... Su foto me ha impactado, esa mandíbula recta, poderosa, con el pequeño hoyuelo... Sus ojos, que parecen de un color gris acerado... No deja de ser curioso que un fotógrafo sea tan poco pródigo en lo que a él se refiere: no tiene más fotos que un par de perfiles o contraluces que le ha hecho otra persona, el resto son todo muestras de su trabajo, muy bueno, por cierto... Ya lleva quince minutos de retraso, y mira que quedamos a las cinco de la tarde... Como no soporto llegar tarde, estaba paseando por la plaza desde las cinco menos veinte, mirando los escaparates de las tiendas de ropa, de souvenirs, incluso he entrado en la pequeña iglesa, Notre Mère du Suplice, para matar el rato... Luego, me he sentado en la primera mesa que he visto libre, que los parisinos son como los caracoles, en cuanto llegan los primeros rayos de sol, todos a la calle, para celebrarlo... No quería pedir nada, pero se me ha acercado el camarero, y me ha preguntado educadamente pero con cierto retintín si pensaba tomar algo en la terraza... Por eso le he pedido el café, para que me dejase tranquila un rato... Y así ha sido, en cuanto me ha traído el café hirviente, y me ha cobrado, ha perdido todo interés por mí... Pero ya no puedo esperar más tiempo, y no es que me moleste especialmente... pero creo que en una primera cita, después de tantos tiempo chateando, tendría que haberse esmerado más... Lo dicho, me voy..."

Mesa derecha de la terraza, 17:16 horas... "Mírala, está allí, tan hermosa, tan sugerente, tan... No se me ocurren palabras para describirla, encarna todo lo que realmente amo, y todo lo que me da miedo en una mujer... Tal vez, en otras circunstancias, podríamos habernos conocido, hacernos amigas, ir de compras juntos... Pero no va a poder ser, no al menos aquí ni ahora... Todo ha sido un juego, una necesidad de imaginar otra vida, de ser otra persona... Por eso he creado un nuevo perfil en la red, que me permitiera al menos unas horas al día, vivir como un hombre... ¿Y ahora, cómo puedo acercarme a ella? ¿Cómo puedo decirle: no esperes más a Guillaume, pues no existe? Solo estoy yo, Géraldine... Nunca pensé que la posibilidad de vivir otra vida representase una nueva forma de prisión..."

Y la taza de café se enfía, lentamente, abandonada por dos mujeres entristecidas...

jueves, 29 de abril de 2010

NOSTALGIAS DEL PASADO



Me gustaría recuperar la ilusión de los primeros años, de la edad fronteriza entre la infancia y la adolescencia... Aquella etapa de los primeros besos... Los primeros cambios en tu cuerpo... La voz misteriosamente desafinada... Cuando empieza a salirte vello en partes extrañas... Y sin ser ya un niño, te sigue faltando muchísimo camino para convertirte en adolescente y mucho menos en hombre...

Es aquella etapa bisagra, llena de dudas, de sensaciones, pero también de ilusiones y esperanzas. Es posible que yo vea las cosas de otra manera, cuando estoy cerca de cumplir los cuarenta, sobre todo porque no recuerdo con especial cariño aquella etapa de mi vida... Lo que realmente añoro es la ilusión, esa capacidad de pensar que todo es posible, que el futuro lo puedes modelar a tu imagen y semejanza, que siempre te sentirás protegido por tus padres, que tendrás contigo a tus abuelos, que los Reyes Magos existen, y que Papá Noël es su ilustre ayudante...

Durante mi etapa de profesor de instituto, felizmente acabada, a veces me quedaba en silencio, mirando a los pequeñajos de primero de la Eso, con sus caritas y sus ceños enfurruñados, mientras intentaban terminar el examen de francés... Los veía tan pequeños, con tantas cosas por delante, tantas posibilidades en la vida, tantos descubrimientos... Y la forma en que levantaban la mano, educados, pues recién llegados al IES todavía no les había dado tiempo de aprender las malas costumbres... Me desplazo por el aula en silencio, respondiendo a las preguntas en voz baja, observando... Leo en sus ojos muchas cosas: tensión, ansiedad, miedo, ilusión, esperanza... Una mezcla, también, de aromas, y colores, y sonrisas, y sueños, que de alguna manera se condensan en el aula, a primera hora de la mañana...

Tal vez, no se trate tanto de la realidad, de lo que sucede en aquellos años, que de una vaporosa mezcla de recuerdos con añoranzas, desde la perspectiva de un adulto... Pues también es cierto que, al margen de cómo me pueda encontrar ahora, tampoco me gustaría nada volver a vivir aquellos años... Lo ideal sería poder volver atrás en el tiempo, como en "Regreso al Futuro", y advertirte de aquellos momentos en los que una simple decisión podría haber cambiado tu vida, por ejemplo escoger una carrera u otra, aprovechar mejor el tiempo, una oportunidad...

Pero, mientras eso no sea posible, solo nos quedarán dos cosas: la nostalgia hacia los buenos momentos del pasado (mitad ficciones, mitad recuerdos)... y la esperanza de no volver a cometer los mismo errores en el futuro...

miércoles, 28 de abril de 2010

SIN TIBURONES, NO MOLA...


Ayer por la tarde me fui a la piscina con mi mujer... Y creo que la única que realmente disfrutó fue ella... ¿Será porque yo odio el agua? ¿Porque no soporto el cloro en los ojos? ¿O más bien que me ponen nervioso las aglomeraciones? Creo que ayer, durante la hora que pasamos nadando, no hice más que reafirmarme en estos tres principios


No es por pereza exactamente, pero creo que hay dos acciones que no concibo sin un buen motivo: correr y nadar. Cuando me apetece correr, prefiero ponerme los patines, coger la bici... pues carezco de la motivación adecuada: un tigre, un león, un velociraptor, un tiranosaurius rex, una hora de zombis, un grupo de caníbales... o simplemente que se te escape el autobús o el metro... O sea, razones de peso, que justifiquen el esfuerzo realizado, lo que por supuesto no impide que mire con admiración a los corredores mañaneros que se lanzan al frío, a la lluvia, adonde haga falta, acompañados por su mp3 o mp4, y que comienzan o terminan de esa manera la jornada... Y con la natación, me pasa lo mismo: que no me gusta. Creo que esto se debe en buena parte a las clases de natación que me dieron cuando era un crío, el profesor era un estricto gobernante inglés que solamente se interesaba por el número de largos que hacíamos en determinado tiempo.


Me bastó con traspasar el umbral del pabellón municipal, para regresar a ciertos recuerdos de mi infancia y adolescencia nada gratos. Luego, te aclimatas un poco, a pesar de los vestuarios rebosantes de gente, la escasez de bancos, y que realmente no te sientes a gusto... Cuando bajo a la piscina, sólo veo las corcheras, que separan las distintas calles, y una lenta procesión de nadadores en la única que realmente me interesaba: los vehículos lentos. Era como trasladar un atasco de la M-40, hasta un único carril, que por si fuera poco tenía dos sentidos... Los primeros 4 largos, los hice sin demasiado problema, a buen ritmo... pero después, me costaba mucho dar cada brazada, porque me faltaba el aliento... Y eso que llevo casi 7 años sin fumar... Necesitaba pararme unos minutos después de cada trayecto, y al final, me salí del agua al cabo de 40 minutos, físicamente agotado... Además, dio la casualidad de que por la misma calle estaba nadando un chaval más joven que yo, con un solo brazo... el otro era un muñón de unos 15 centímetros de largo... Era impresionante ver cómo lo hacía, no se cansaba...


Será que me hago mayor, pero me duelen absolutamente todos los músculos del cuerpo, sobre todo hombros y rodillas... Las agujetas son menores de lo que temía, pero sigo sin verle la gracia a las piscinas de invierno, donde la gente va solo con el propósito de hacer ejercicio, y no se para, simplemente, a observar o cotillear... Las piscinas de verano son otra cosa: vas a charlar con los amigos, a tomar el sol, disfrutar de una buena merienda, solazarte un poco sobre la toalla, y por qué no, también le dedicas unas cuantas miradas a los demás bañistas, observas los juegos que tienen lugar en la cancha, el vuelo de los pájaros, la manada de hormigas rojas que se lanza sobre los restos del bocata... No sé, cualquier cosa...


Lo que menos me gusta, es que tendré que volver a la piscina esta semana, o como mucho la que viene, para ver si mejoro un poco la espalda... Eso sí, me pondré en la calle de los abuelitos del Imserso, que no estoy ya para muchos trotes... Aunque si me encuentro con un tiburón... no voy precisamente a nadar... ¡saldré volando por encima del agua!

jueves, 22 de abril de 2010

UN CUERVO LLAMADO CICERÓN EURÍPIDES



Acechando, desde el tronco mutilado de un árbol, contemplo el mundo a mis piés... O a mis patas, mejor dicho... pues no siempre he sido un cuervo, perdido en el bosque de la gran ciudad...

El primer día, supongo, fue el más complicado, aquél momento tenso, extraño, en el que terminó de forma brusca mi vida... como humano...

Mi nombre era Cicerón Eurípides García Hontanilla... sí, mis padres siempre han tenido mucho sentido del humor... al menos en aquellos tiempos no estaba leyendo a Séneca, a Sócrates, o a cualquier otro filósofo o estadista de los primeros tiempos de la democracia ateniense... Y trabajaba de periodista free-lance, o sea, de los que corren con todos los gastos de un reportaje, de una historia o de unas fotos, y luego se arriesgan a que luego nadie quiera comprarla... pero de todas formas, tú tienes que pagar autónomos, alquiler, gas, luz, y sobre todo, teléfono...

Y mi especialidad era seguir con el coche a ciertos personajes más o menos famosos del mundo del corazón, con sus peculiares rutinas y manías, para sacar sobre todo comportamientos más o menos llamativos, que de una manera u otra podían interesar al gran público... Por eso, cuando me llegó el rumor sobre la extraña manera en que un prestigioso entrenador de fútbol planificaba sus estrategias y fichajes, o los rituales que seguían todos los jugadores antes de saltar al campo, con pentagramas, velas, incienso, y ocasionales sacrificios de gallinas... o al menos, eso es lo que se escuchaba en los mentideros... Pensando que estas peculiaridades podrían convertirse en un reportaje interesante, decidí ocuparme de los preliminares...



Las fotos... Si no hay fotos, no hay historia... Afortunadamente, en este caso, no fue complicado: mientras los porteros y demás personal auxiliar de los grandes estadios sigan cobrando un mierda, y abriendo y cerrando las puertas del parking a un grupo de deportistas que ganan más dinero en una sola temporada, por pegarle pataditas a una pelota, eso los días que juegan, que ellos en diez vidas... Por eso, con una pequeña cantidad de euros educadamente ofrecida, un empleado de mantenimiento te permite acceder a los vestuarios con una pequeña cajita negra y una bolsa de deporte... y salir de allí media hora más tarde, cualquier martes del mes... Es un truco que funciona, lo mismo que enterarte de los cumpleaños, aniversarios de bodas, santos... es una cuestión de cortesía, y de relaciones públicas... Aquella mañana, instalé tres micro-cámaras con objetivo regulable en los vestuarios, dos en la sala de planificación, y cuatro micrófonos, además de una pequeña central emisora camuflada en el doble techo, que realmente actuaba como un mini-ordenador, en el que programé los horarios de los entrenamientos de la semana, y sobre todo, del Gran Día.... Las baterías, de iones de litio, me permitirían ver lo que pasaba, y comprobar si aquellas ceremonias macabras realmente se celebraban. Lo único malo era que tendría que volver a entrar a los vestuarios el lunes, para retirar todos los equipos, y hasta ese momento, no tendría acceso a las imágenes. El partido fue bastante bueno, aunque los jugadores alternaban momentos de extraña pasividad, con certeros estallidos de rabia y violencia, que sin duda alguna contribuyeron a crispar el ambiente... y degeneraron en una lluvia de tarjetas amarillas y con la expulsión del portero por agredir al centrocampista del equipo contrario... Sí, ganaron por tres a uno, pero fue un derby muy extraño...


Por supuesto, cuando me puse a revisar las grabaciones... bueno... pude comprobar que todos y cada uno de los comentarios sobre los "peculiares" métodos que usaba el entrenador para conseguir que su equipo consiguiera salir de segunda división, y convertirse nada menos que en un rival digno del Real Madrid, del Atlético de Madrid y del Barça, no solamente respondían a la realidad, sino que además, se quedaban cortos... De los cánticos, prefiero no acordarme, pues eran capaces de helar la sangre en las venas, al estar pronunciados en una lengua extraña, pero al mismo tiempo, curiosamente familiar... El primero en llegar al vestuario fue mister Vassilli Zaitevo, de origen eslavo (no se conoce exactamente su país de nacimiento), cuyo aspecto y modales eran bastante inquietante: más de dos metros de altura, y el resto de su cuerpo era más propio de un pívot de baloncesto que de una persona corriente. Con la cabeza totalmente afeitada, igual que las cejas, sus ojos son de un color extraño, mezcla de violeta claro y azúl turquesa, no tiene barba ni bigote, su boca es pequeña, la mandíbula cuadrada a lo Kirk Douglas, y su piel, casi completamente albina...


Lo primero que hizo fue apartar todos los bancos contra las paredes, creando de esa manera un amplio espacio circular en el centro de la sala... luego, colocó cuatro pequeños pebeteros en las esquina, y los rellenó con una extraña mezcla de hierbas y un compuesto gelatinoso, que al encenderse desprendía una extraña luz verdosa (debajo de ellos, esparció una generosa cantidad de sal gorda), y en el centro de la sala colocó lo que parecía ser un trípode, y un antiguo brasero de cobre bruñido, dentro del cual puso una pequeña cantidad de hierbas de otro saquito, y cuando el equipo entró en la sala, en vez de estudiar estrategias, se quedaron todos en pantalón corto, y se sentaron alrededor del míster... El vestuario empezó a llenarse de humo, y de vapor de agua, pues habían abierto al máximo los grifos de todas las duchas...


El resto de la grabación estaba bastante borroso, pero al mismo tiempo, era mejor de esa manera: en un momento dado, el entrenador sacó de su bolsa negra una gallína, la decapitó de un mordisco, y luego la escurrió como si fuera una lata de refresco dentro de una copa.... Y antes de pasarsela a los jugadores, le añadió cierta cantidad de licor incoloro, posiblemente vodka, y otro puñadito de hierbas.... Mientras que de uno en uno apuraban la extraña pócima, seguían repitiendo la misma letanía una y otra vez, en aquella lengua que me recordaba mis antiguas clases de latín... Estuvieron así durante casi una hora, apurando hasta el último minuto de tiempo antes de vestirse de nuevo, y salir al campo...


¡Por eso se comportaron de manera tan agresiva! ¡Aquél fue el motivo de su remontada: salían de los vestuarios tan sumamente rabiosos y colocados, casi en estado de trance, que no les importaban ni las lesiones propias (el capitán estuvo corriendo medio partido con la rótula destrozada), ni mucho menos las ajenas! No se trataba de una combinación de entrenamientos, aprovechar las oportunidades, o simple buena suerte: ¡su entrenador era un hechicero! Enseguida, supe que aquél podía ser mi gran momento, pues la historia tenía todos los ingredientes para convertirse en el "scoop" del año: equipo de segunda que llega a la cumbre, entrenador poco ortodoxo, sangre y drogas, extraños rituales...


Justo al final de la grabación, cuando los jugadores abandonaban el vestuario, el entrenador se acercó a la micro-cámara principal que se encontraba en el centro y, haciendo un gesto inequívoco de pasarse el dedo índice por el cuello, dijo algo, en voz tan baja, que no pude oírlo bien... Y segundos después se quedaron en negro todas las grabaciones, igual que los sonidos... Tuve que esperar a llegar a casa (el primer visionado de la cinta lo hice en el coche) para rebobinar la película, y tras varias escuchas, logré descifrar la amenaza, pues de ello se trataba: "Avis corpore transmuto"... o sea, te transformarás en ave... No le hice ni caso, y dediqué el resto de la tarde a editar las cintas, para obtener los momentos más escabrosos, y ofrecerselos a las cinco emisoras más sensacionalistas de los canales digitales... Su reciente victoria sin duda alguna incrementaría su valor... Metí las pruebas en mi mochila, y como el ascensor de mi edificio no funcionaba, bajé por las escaleras, alegre como una cabritilla...


Mi portal tiene una puerta de cristal de seguridad, y apenas traspasé el umbral, supe que tenía un problema... Noté el impacto de un tremendo balonazo en el plexo solar... pero mientras caía hacia atrás, pude ver que no había nada empujándome, sólo aire... décimas de segundo más tarde, me estrellé de espaldas contra el cristal... haciéndolo añicos... con tan mala pata que una de las finas astillas seccionó la arteria carótida... Noté que alguien se acercaba a mí... ¡Era el entrenador! En vez de ayudarme, me escupió a la cara, repitiendo una vez más la frase, no sin antes quitarme la mochila...


Y así me encontró doña Clotilde, la vecina del Segundo F, cuando paseaba a su chiguagua Atila: en medio de un mar de sangre... Desde luego, la imagen resultaba como poco grotesca, pues al puto perro le faltó tiempo para empezar a lamer la sangre que se derramaba a mi alrededor...


¿Que cómo sé yo todas estas cosas, si estoy muerto?


Bueno... digamos que en el último segundo de mi vida, se acercó a mí un cuervo, grande y negro, parecido a los de la Torre de Londres, y se posó sobre mi pecho... Nuestras miradas se encontraron, y de alguna manera, nuestras almas cambiaron sus lugares... Por lo que él murió dentro de mi cuerpo... Y yo seguí viviendo dentro del suyo... La maldición se cumplió, por supuesto, las cintas jamás verán la luz... y aquí estoy yo, un ilustre cuervo negro, llamado Cicerón Eurípides García Hontanilla... Cuyo único consuelo en esta vida es poder cagarme, literalmente, en los coches de todos los miembros del equipo, y por supuesto en el del entrenador... Intentaré reclutar para mi causa a todos los córvidos de la zona, y también a palomas y gorriones, para hacerles la vida imposible... Desde luego, no deja de ser irónico que un "paparazzi" como yo se reencarne en carroñero... aunque por otra parte no deja de tener cierta lógica...


Pero esa es otra historia...

miércoles, 21 de abril de 2010

AYER ENCONTRÉ NUESTRAS FOTOS...


Soledad...

Y tristeza...

Mientras camino por el borde de la muda desesperación, recuerdo cuando las cosas eran distintas, hace meses, días o años, no lo sé... cuando nos conocimos por una gigantesca casualidad, y nuestras vidas siguieron caminos paralelos durante un tiempo.

Me bastaba con pensar en , y me inundaba una sonrisa... Presencia amistosa y cálida, envuelta en la bruma de los recuerdos, que lentamente va desbrozando el paso del tiempo, y pequeños detalles como la madurez, o simplemente la vida, convierten en sombras de un sueño... Casi no recuerdo el sonido de tu voz, al menos, sin la intervención del teléfono, y mucho menos el tacto de tus mejillas... pero nunca se apagarán la fuerza de tu sonrisa, ni el brillo de tus ojos...

Normalmente, no me dejaría llevar por este tipo de pensamientos, haría cualquier cosa para extraerte de mi mente, pero ya es demasiado tarde... y me apetece recordarte... Solo por hoy, me sobran lágrimas, por todo lo que fue, y lo que pudo haber sido...

Ayer encontré nuestras fotos en un cajón, de hace mil años, cuando las cosas eran mucho más sencillas, y los dos mirábamos, sonriendo, al misterioso fotógrafo, al cómplice, que nos congeló en el tiempo, para siempre con bañador y camiseta, eternamente jóvenes al borde del mar...

Me asaltan los recuerdos, de aquellas tardes calurosas, noches en la Feria, procesiones de Semana Santa, y en mi memoria, cansada, se mezclan imágenes de los viajes, de cómo nos conocimos, desapareciendo, al menos para mí, todo lo que no fueras tú, tus enormes ojos castaños, tus blanquísimos dientes, y tu inmensa sonrisa...

Aquella tarde, caminando, sin rumbo por la playa, hablando de mil cosas... entre otras, de la pasión por la lectura que logré despertar en , y que en cierto modo creo que fue el mejor regalo que te pude hacer... pero nada de sentimientos, por supuesto...

Aquella noche, en el puerto, con tu cazadora vaquera, sentada sobre el murete de piedra... después de haber cenado juntos en un restaurante italiano, y bebiendo un poco de Lambrusco... Creo que fue una de las pocas veces que hemos caminado cogidos de la mano... No hubo silencios incómodos...

Tu silueta recortada contra la pantalla en el cine, la única peli que hemos compartido, y que no fue "Ghost"... sino "Estallido"... inevitablemente, cada vez que la veo, pienso en ... En el fondo, la sigo viendo, porque me recuerda a ... Y me pasa lo mismo con los fuegos artificales, evoco tu silueta...

Todas aquellas cartas que intercambiamos, tu letra de niña buena, que todavía conservo a pesar de tantos años... Y que de alguna manera, empezaron a escasear, y luego quedaron reducidas casi a la nada... Como mucho, los cumpleaños...

Y la vida nos acabó atrapando fieramente en su vértice... de obligaciones, esperanzas truncadas, realidades desgraciadas... y continuamos por nuestro propio camino... por separado... Nos hemos visto dos veces en los últimos diez o doce años... La primera, cuando vinisteis tu novio y tú a nuestra boda, que solamente te unos minutos, a pesar del tremendo viaje... La última, aquellos días que pasaste en Madrid, creo que para asistir a unas jornadas de psiquiatría, y nos fuimos a dar una vuelta por la zona del Palacio Real, y cenamos los tres en "Las Cuevas de Luis Candelas"...


Solo es historia antigua, lo sé... y los futuribles no valen para nada... La vida, la rutina, el trabajo,
la familia, los amigos, o algo tan sencillo como el amor, o el destino, o qué se yo, consiguieron primero que surgiera una amistad realmente hermosa, olvidando otros sentimientos, por desgracia, y cuando estos terminaron manifestándose, ya era demasiado tarde para cualquier cambio... que por otra parte tampoco era viable, lo sé...

Pero ayer encontré nuestras viejas fotos, amiga mía, y los años, en cierto modo, se me han echado encima al verlas, al recordar... Y estoy escuchando "Hoy tengo ganas de ", de Miguel Gallardo... Y miro el paisaje sombrío de la playa y el mar, recordando aquél paseo... Y noto cómo se va formando la bola de lágrimas... Ya es hora de dejarla salir...


sábado, 17 de abril de 2010

RECUERDOS DESDE ARNERO



Si me ves... es porque estás vivo... Y eso es lo único que importa, ¿verdad? Vivir... no saber nunca lo que te espera dentro de este curioso mundo al que llamamos "mañana"... Y nunca es posible, de todas formas, estar seguro de lo que nos va a suceder dentro de unas horas...

Vivir, por encima de todo, es una cuestión de fé, de confianza, es decirte a cada momento que estás aprovechando bien el tiempo, que eres capaz de disfrutar incluso con tu trabajo, con la familia, con los amigos, incluso con los enemigos, por qué no... Nadie podía suponer en mi ciudad, Arnero, a los pies del volcán Nevado del Ruiz (en Colombia) que tantas vidas serían arrasadas en tan poco tiempo...

Aquél 13 de noviembre de 1985, yo también pensaba que iba a seguir viviendo, como poco, unos años más... Vale, es cierto que mis condiciones, mi hábitat, no era ni tan bueno ni tan cómodo como el tuyo, que estás leyendo estas líneas desde tu casa, o tu trabajo, o un cibercafé... Como supongo que no te acordarás de mí, ni de mi historia, permíteme que me presente: me llamaba Omayra Sánchez, y tenía 13 años, cuando medio mundo asistió, durante 3 días, a mi lenta agonía y muerte...

Y todo ese tiempo, estuve encima de los cadáveres de mi hermano menor, mi padre y mi tío... Aquél día, con los miles de muertos que se produjeron en Arnero, mi ciudad, todo era un caos, de gente llorando, corriendo, buscando a sus seres queridos, o simplemente caminando sin rumbo fijo por los restos de las calles enfangadas... Fue un gran alud de barro y nieve, que lo sepultó todo... y no tuvimos tiempo de hacer nada... No sé, yo estaba bastante tranquila, tal vez porque no me lo podía creer, eran demasiadas cosas para alguien tan joven... O porque comprendí que no había nada que hacer... Pero yo solo pensaba en salir de allí, volver al colegio, hacer mis exámenes, cosas por el estilo...

Las últimas horas de mi vida se convirtieron en un "circo medíatico", o al menos, eso es lo que decían los socorristas, que tenían que trabajar abriéndose paso a empellones muchas veces, y con mucho cuidado para llegar a mi lado y darme algo de comida, de agua, intentar ponerme sueros, y otro tipo de pequeñas cosas, como salvarme la vida... Lo intentaron todo, incluso hablaron de amputarme las piernas... para sacarme de ese hoy inmundo, donde me agarraba al palo, cada vez más cansada, para mantener la cabeza fuera del agua... También se habló de traer una motobomba, para sacar el agua, y después a mí... Pero no fue posible...

Casi 25 años después, las cosas han cambiado muy poco en el mundo: las malas noticias, las tragedias, siguen siendo noticia... Tal vez porque siempre les pasan a los demás... Yo tuve el triste honor de ser una de las primeras personas anónimas, cuya agonía y muerte fue retransmitida por todo el mundo... Y la foto que has visto arriba, me la hizo Frank Fournier... Pero lo peor de todo, es que tragedias como ésta, pueden sucederle a cualquiera, sin importar el sitio, o la condición social, ni el país...

Vuelve ahora a tu vida, olvida mi imagen, no pienses más en mis ojos inyectados en sangre poco antes de morir, ni en mis manos, cuarteadas por el agua y el frío... Olvídate, pues, de mí: de todas formas, llevo 24 años muerta, aunque una fundación con mi nombre recuerda lo que pasó entonces... Y recuerda que la vida es el mejor de los regalos, que si tienes algo para comer, un lugar donde cobijarte, una familia, unos amigos... ya tienes mucho más que yo el día de mi muerte...

Y si quieres escucharme...http://www.youtube.com/watch?v=B0_K_3yz-QA

domingo, 11 de abril de 2010

IMAGENES DE LA SOLEDAD

Al descubrir estas fotos en la red, en una de esas páginas que coleccionan algunas de las imágenes más "extrañas" y "originales" de la red (aunque algunas de ellas las he visto hace muchos años... y seguro que muchos de vosotros también), me han llamado mucho la atención.. No tanto por su calidad estética, sino por el mensaje que en cierto modo nos transmiten...


¿Hasta qué punto debe sentirse sola, alienada, falta de cariño, una buena parte de la sociedad o de la población masculina japonesa, para que semejante negocio funcione? ¿A quién se le ha ocurrido la primera vez, que para los millones de japoneses (el anuncio y el producto son japonenes, aunque se comercialice en otros sitios) que se enfrentan cada noche a la soledad, una almohada con forma de piernas de mujer puede ser un pequeño (o gran) consuelo? Es decir, son una sociedad pragmática, orientada hacia el negocio, por lo que un producto no nace ni permanece si no responde a una necesidad real... Vale, es cierto, en España, muchos agradecerían una almohada con la forma del vientre de una mujer, y mucho mejor si tuviera un pequeño motorcito a pilas que se elevase suavemente, simulando una respiración acompasada. De momento, no existe algo así, pero creo que funcionaría bien...


Es como si la soledad fuera mucho más sencilla de aguantar a la luz del día, mientras puedes estar ocupado haciendo cualquier cosa más o menos interesante, cualquier cosa hasta la más absurda puede servir: contar las pinzas de la cuerda de tender de tu vecina, mirar cuantas motos pasan bajo tu ventana en media hora (como vivas en Las Hurdes, lo llevas crudo), leer las Páginas Amarillas, la prensa, un buen libro, dar una vuelta con los amigos, incluso trabajar... pero cuando llega el momento de dormir... todo cambia...


Pero claro, no vamos a caer en los tópicos de siempre, según los cuales es mucho más sencillo para una mujer el encontrar pareja, que para un hombre... Por ese viejo dicho, según el cual "el hombre propone... y la mujer dispone", ni a caer en los ideales machistas o feministas, como el clásico "si los tíos se ponen con cualquier cosa con falda....", no, se trata de hablar de la SOLEDAD no deseada, de la que se nutren, entre otras, decenas de agencias matrimoniales, centenas de bares "de alterne", incontables prostíbulos, negocios de compra de esposas en internet, y miles de variantes, algunas de ellas muy innovadoras, otras no tanto....


De la otra punta del mundo, de Estados Unidos, llega otro curioso producto: la almohada "buen tío", especial para las mujeres/adolescentes solitarias... Una vez más, lo que sorprende no es el producto en sí, pues en verdad resulta bastante cutre, y me pregunto si vendrá con camisas de recambio, o te puedes poner de acuerdo con una amiga y comprarla a medias, si habrá un producto específico para las que prefieren dormir sobre su costado derecho... Tampoco es muy necesario el comparar a los distintos modelos, ¿verdad? Lo que me llama la atención sigue siendo la existencia de este producto desde hace algunos años, que se pueda conseguir por internet (la almohada solamente), y que incluso lo vendan ya en algunos comercios chinos de Madrid y de Barcelona...


Pero claro... ¿Alguno de nosotros no preferiría dormir abrazado a alguien amado/querido/deseado, aunque fuera solamente un par de veces por semana (y no me refiero a las técnicas de pago horario anticipado)? ¿Por qué nos sentimos tan solos al caer la noche, que cualquier cosa es mejor que una cama vacía?¿Tan solos estamos, que necesitamos recurrir a sustitutos baratos como éstos? ¿Tan difícil es comunicarse, decir lo que sentimos, atrevernos, intentarlo...?


No, por supuesto que no se trata de una charla de motivación, de auto-afirmación del "ego", de "pensamiento positivo"... Solamente se trata de unas reflexiones, hijas de un paseo por la red... y de una monumental jaqueca...


Pero creo que cualquier opción intermedia contra la soledad de la cama vacía siempre será mejor que una almohada como las que habéis visto antes... Aunque si os han gustado, están a la venta en internet....


jueves, 8 de abril de 2010

LA IMPORTANCIA DE TENER UN BUEN NOMBRE


Cada vez que pasan lista en clase... me acuerdo de mis padres... unas veces para bien, otras para mal... pero de cualquier forma, siempre me acuerdo de ellos...
Vale, más tarde me enteré del porqué de mi nombre, que no fue una casualidad del destino, sino un homenaje de mi madre hacia uno de sus escritores/autores/poetas/genios literarios favo-ritos, Dante Alighieri, al que por curiosidad en parte, pero también por comprender más el interés de mi madre, comencé a leer...

Desde luego, llamarse Beatrice no es una desgracia demasiado grande... pero he terminado dejando de luchar contra la gente, me he cansado de responder "Beatrice, terminado en ICE... nada de BEA, ni de BEATRIZ, ni de TRIZ... mi nombre es BEATRICE". Luego, por supuesto, llega el momento de las explicaciones, de comentar sobre la historia de amor.... es curioso, la tremenda cantidad de gente que conoce "Más Allá de los Sueños" (con Robin Williams)... y a quienes dan grima algunos de los escenarios... y esa cantidad de paisajes pintados... Sí, la historia me encanta... igual que "City of Angels" o "Ghost"... creo que son algunas de mis pelis favoritas...
Los primeros días del curso, en el insti, me daban ganas de colocar en el pupitre un papel con mi nombre en letras de imprenta, para evitar o esclarecer confusiones... Pero normalmente, al cabo de una semana, mi "encantadora personalidad" (como diría mi amiga Idoia) terminaba imponiéndose, y al final, nadie albergaba dudas sobre el tema... aunque eso no quiere decir que me llamen Beatrice... De todas formas, en el fondo, no me quejo... pues mi nombre es hermoso ("a juego con tus ojos, princesa", que dice más de uno que yo me sé...), y mientras que no me llamen Triz, a secas, suelo responder de vez en cuando...
Eso sí, doy gracias porque a mi madre no le haya dado por recordar a los reyes y reinas godos... ¿¿¿Os imaginais cómo te puedes sentir, llamándote Odoacra, Recesvinta, Primitiva, Cunegunda, Casilda, Casiopea, Véritas, o cualquier otro nombre por el estilo??? ¡¡Me da escalofríos sólo de pensarlo!!

martes, 6 de abril de 2010

DIÓGENES Y EL ÚLTIMO TREN



Cuenta una leyenda urbana que, en una céntrica estación de tren de una pequeña ciudad de provincias, se ha instalado hace algunos años un viejo mendigo... que por alguna razón desconocida, se pasa la mayor parte del día hablando con la gente que se sienta a su lado... Es un mendigo peculiar, lo primero de todo, porque no pide jamás ni dinero, ni cualquier cosa material...





Al principio, cuando una buena mañana de marzo de 1993 se bajó del tren, dejó su pequeña maleta de cartón en el suelo y, estirándose igual que un gato, miró alrededor, abarcando sus nuevos dominios con la mirada, y una gran sonrisa de felicidad iluminó su rostro, y pronunció dos palabras, las únicas que en apariencia salieron desde sus labios: "Me quedo."



Lo más curioso de este personaje, que poco a poco irás descubriendo, es que no se trata exactamente de un mendigo... llamémoslo mejor un "ser que se escapa a toda catalogación"... o si lo prefieres, un espíritu libre, a quien muy pocas cosas atan ya a la Tierra o a la Vida, pues parece que nada le preocupa... Siempre impecablemente vestido con su traje negro, camisa blanca, zapatos negros bien lustrados y corbata roja de pajarita, con su pequeña maleta de cartón, con su cabello largo y blanco y su barbita de cuatro días, y la piel sonrosada, se corresponde mucho con la imagen que todos tenemos de Papá Noël... Los viajeros habituales no le prestaron mucha atención al principio... pero al comprobar que siempre parecía estar sentado en el mismo sitio, y sonriendo a la gente, con esos ojos azúl claro a los que nada parecía escapar, terminaron por convertirlo en parte del paisaje... y en cierto modo, se olvidaron de él...



Pero una mañana de septiembre, particularmente fría, el maquinista del tren de las ocho y media se sentó a su lado y, con una gran sonrisa, le ofreció una taza de café con leche bien caliente... y allí permanecieron un buen rato, compartiendo el silencio... Marcial, el maquinista, estaba algo preocupado por las notas de su hijo pequeño, un talibán de trece años, a quien los profesores tenían bastantes dificultades para meter en vereda... y estaba dándole vueltas a poder hacerle comprender la necesidad de seguir estudiando al menos un año más, para que al menos fuera capaz de valorar la oportunidad que se le dada... Y en eso estaba el buen hombre, cuando una voz se hizo escuchar entre las demás que llenaban su cabeza... "¿Has pensado en apuntarle en alguna actividad complementaria este verano? El Ayuntamiento de tu ciudad tiene un excelente programa de inserción laboral, en el que puede participar, y comprender la importancia de tener unos estudios mínimos para ser lo que él quiera, más adelante, en su vida... Piensatelo..." Esa voz, serena y bien equilibrada, la escucha tan clara, que Marcial se da la vuelta, buscando a quien le había hablado de forma tan acertada... pero sólo encuentra a Diógenes (el nombre que le han puesto al curioso personaje), quien le dedica una hermosa sonrisa inmaculada...



Han pasado los días, y los meses, y Diógenes sigue en el mismo banco, del que solo se levanta en apariencia para ir al baño y lavarse las manos... Nadie le ha visto comer, ni una sola vez... Y jamás le han pillado bebiendo alcohol, ni fumando... Un par de veces a la semana, se cambia de traje, y de pajarita, y la camisa.. bueno, o tiene más de quince camisas todas blancas... o suda francamente poco... Ninguno de los que se han sentado junto a él asegura haberle oído pronunciar una sola palabra... y sin embargo, todos ellos han terminando encontrando la solución a uno de sus problemas, al cabo de pocos minutos de silencio compartido... Los consejos son siempre acertados, siempre oportunos, y desinteresados... Por lo que en cierto modo, se ha ganado fama de sabio... Al llegar el último tren, y minutos antes de que se cierre la estación sobre las nueve de la noche, Diógenes se levanta, y con un paso sorprendentemente firme y ágil para una persona de su edad, recoje su vieja maleta de cartón, y se pone a caminar hacia el final de la calle... y a la mañana siguiente, cuando Blasa y Enriqueta llegan a la estación a las seis de la mañana, ya está en la puerta...



Todo el mundo supone que duerme en algún sitio, en una pensión, tal vez, y a su alrededor se tejen mil hipótesis: que es un antiguo ferroviario jubilado... que lo han soltado de la cárcel, pero tiene una pequeña pensión... que se ha fugado de un psiquiátrico... Mil cosas, la última de ellas, que es puede predecir el tiempo: si por la mañana lleva el paraguas, es completamente seguro que por la tarde lloverá... si tiene puesta la boina negra, mucho frío (aunque sea el 3 de agosto)... si lleva un sombrero de paja, hará mucho sol... Lo único importante es que nunca, jamás, se equivoca... También hay personas que aseguran que es un conocido mentalista, que desapareció hace años, cansado del éxito... Y en lo que todos están convencidos, es de no haberlo visto jamás comer...




También están de acuerdo en afirmar que la voz que escuchan en sus cabezas, con tanta nitidez, es la suya, que jamás han oído, pero que todos describen de la misma manera: pausada, segura, como de locutor de radio... Surgen nuevos rumores casi cada mes... El último de ellos afirma que, una oscura tarde de domingo de 2001, cuatro punkis, enfadados por haber perdido su tren, estaban buscando gresca en los andenes, y sintiéndose tal vez molestos por su aspecto, se dirigieron hacia él con malas intenciones... El vigilante del andén, que se estaba dando cuenta del problema que se preparaba, ya estaba dando parte a su compañero de la entrada, cuando Diógenes, sonriendo, le dijo por señas que no se preocupase, al mismo tiempo que estiraba los brazos y, con el inequívoco gesto de volver las palmas hacia abajo, les indicaba a los punkis que se sentaran en el suelo, a sus pies... Cosa que hicieron, con alguna reticencia... y permanecieron allí sentados, en silencio, con los ojos cerrados, durante casi dos horas... y cuando se levantaron, desperezándose, como abandonando un mal sueño, se dieron cuenta de que realmente se sentían vivos y felices por primera vez en mucho tiempo... Se despidieron cordialmente de él... pero cada martes, siempre encontraban un rato para estar sentados alrededor de Diógenes... Incluso en 2006, con las vidas bastante cambiadas, algunos de ellos con mujer e hijos, continúan con el ritual... "Diógenes nos da mucha paz..."






El 4 de abril de 2011 se produjo la catástrofe... Diógenes, de manera sorprendente, apareció aquella mañana con un antiestético casco naranja de la construcción, además de su paraguas... Nadie comprendía lo del casco... Eran las 19:30, y de repente, a todo el mundo le dieron ganas de hacer cualquier cosa fuera de la estación: coger el tren para ver a sus viejos amigos de la infancia, que vivían a un par de pueblos de distancia... Marcial el maquinista, por primera vez en muchos años, empezó a tocar el silbato de la locomotora... Encarna, la taquillera, se encaprichó de un chocolate con churros... Darío y su grupo de boy-scouts cambiaron repentinamente de idea, y en vez de esperar el último tren, decidieron aceptar la oferta del Albergue Juvenil y dormir aquella noche en la ciudad... Eloísa, que ya no estaba debajo de un almendro, piensa que es mejor quedarse en casa, tan calentita... Los inevitables jubilados que ven pasar los trenes comprenden que es más interesante ir a "ver las chatis del parque"... Y, rompiendo una costumbre de tantos años, cuando toda la estación está completamente desierta, Diógenes se sube al último vagón con su pequeña maleta y, usando un banderín rojo que nadie recuerda haber visto antes, le da la salida al tren de las 19:45, el último que saldría aquella tarde de la estación....
Bueno, aquella tarde... y cualquier otra tarde de cualquier otro mes y año... Pues mientras el convoy se alejaba traqueteando sobre las desiguales y venerables traviesas, un sepulcral crujido, que parecía venir de todas partes a la vez y de ninguna en particular... La recia bóveda, inspirada en los diseños de Gustave Eiffel, que había aguantado durante décadas el paso (y el peso) de los años, soportando también las agresiones del clima, la polución, la lluvia ácida, los nidos de cigüeñas... Empezó a resquebrajarse, lentamente, como si un relámpago de luz diurna rasgara el cielo... Y en poco más de cinco minutos, el techo y la pared posterior de la estación se habían colapsado... Se calcula que, de haberse producido el derrumbe mientras el tren estaba en la estación, los muertos y heridos habrían alcanzado el centenar... Lo mismo que si todos los trabajadores y reincidentes no se hubieran ido por una causa o por otra, también se habrían producido numerosas víctimas...
Desde aquél 4 de abril de 2010 han pasado ya muchos años.. más de diez... y jamás se ha vuelto a saber nada de Diógenes... ni tampoco se le ha podido localizar en la provincia... Nadie comprende muy bien cual fue su función durante aquellos años... Unos dicen que se trataba de dar buenos consejos a la gente, otros que canalizaba sus propias energías, para ayudarles a encontrar una salida... Otros comentaban que nunca estuvo realmente allí, que era un fantasma, cuyas energías canalizaban los deseos, posiblemente un viejo ferroviario... Incluso hay quien afirma que era el primitivo arquitecto de la estación, que necesitaba comprobar si sus cálculos eran acertados... Nadie comprende demasiado bien por qué se pasó tantos años en la estación... pero todos coinciden en afirmar que con su paciencia y su bondad, les pudo dar el mejor regalo: la conciencia del silencio...