Desde el otro lado de la cama, te miro... Duermes...Pero yo me he pasado media noche despierto, ¿sabes? Pensando... Recordando... Analizando... Velándote... Intentando comprender, no solo el pasado, sino el "hoy", el "ahora"... Queriendo desentrañar el significado, el verdadero, de muchas mentiras cotidianas, absurdas, de esas que nos ayudan a seguir adelante, a ilusionarnos, arrastrando nuestra losa sepulcral...
En el fondo, se trata de fomentar el autoengaño, sabes, de rebuscar a cada momento en las entrañas de lo que fue, y de alguna manera imaginar lo que pudo haber sido, lo que me hubiera gustado vivir contigo durante todos estos años, no sé... más viajes... más exposiciones... más cines... más obras de teatro... más libros... más amaneceres juntos... más cenas a la luz de las velas... más baños a medianoche...
También se trata de recordar, es cierto, todas aquellas ilusiones que se han quedado por el camino, o que simplemente se han disuelto con las primeras luces del alba... No me refiero, por supuesto, a la tesis doctoral (que he pospuesto sine die), ni a trabajar de periodista (me cansé de buscar sin encontrar, o de trabajos de "precario"...), ni a la docencia en institutos (sin auténtica motivación, es muy complicado), ni mucho menos aquella oportunidad en Segovia...
No tiene sentido mirar atrás, cargarme de futuribles, ni hacer planes en base a cosas que jamás han sucedido, pues en la vida real no hay punto de recuperación, ni de retorno, ni existe la posibilidad de cambiar tu presente y tu futuro a base de pensar con fuerza en ello y proyectar energía positiva... Si esto fuera posible, hace muchisimo tiempo que lo habría hecho...
Mas no es esa mi cobardía...
Mi cobardía es tener muy claro aquellas cosas que me gustaría cambiar de mi mismo, y que realmente están en mis manos, y no hacerlo, bien por comodidad, bien por pereza... Por ejemplo, hacer deporte, dar largos paseos todas las tardes, comprarme unas mancuernas y reforzar los bíceps, y los dichosos abdominales, terminar la maqueta...
Mi cobardía es no perseguir algunos sueños realizables, que en el fondo son los que me permiten seguir viviendo: publicar un poemario, escribir una novela, aprender a cocinar de verdad (que especializarme solo en pasta, arroz y patatas no es demasiado apetecible), lanzarme con los dichosos roller, hacer un curso de fotografía...
Pero no es esa mi mayor cobardía... Es el comprobar cómo, día a día, mis sentimientos hacia ti se modifican y entremezclan, los planes de futuro deberían unirnos, pero en el fondo, no me siento feliz con nuestra vida en común... Y no hago nada por cambiarlo... Me aterra tanto la idea de quedarme solo, que sigo adelante, y me callo, y me adapto, y espero que lleguen tiempos mejores para los dos... Mientras los niveles de frustración y de hastío siguen subiendo, y me ahogan...
Y mientras tanto compruebo, una vez más, que desconozco el significado de aquella extraña palabra, el amor... Y que solamente me siento libre en los mundos de tinta, que recreo con cada historia, que me permiten vivir otras vidas... en las que soy más feliz...
Acabo de llegar, ha sido leerte y hacer que se extremezca mi corazón, debo decirte un par de cosas, primero, no creo que seas cobarde, más bien he aprendido que la persona que es capaz de reconocer lo que siente aunque aquello no sea lo que esperaba que fuera es muy valiente, tb debo decirte que todo se puede cambiar, yo lo hice, y sé que se puede, solo hay que dar el paso...me ha encantado estar aquí, sinceramente hacia mucho q no disfrutaba tanto de un blog, un roce de nariz, besos su.
ResponderEliminarGraciñas por tu comentario, Susana... siempre sientan muy bien los refuerzos positivos, sobre todo en momentos de cambio... yo también estoy disfrutando mucho con tu blog... cordiales maullidos...
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