miércoles, 23 de junio de 2010

LA MALDICIÓN DEL LAGO NEGRO



Más allá del tiempo, del espacio, en aquella sombría caverna donde todo y nada tiene sentido, mi cuerpo, mi alma, cada partícula de mí... te llama... te añora... te desea...

Siempre juntos, pero siempre separados, como en aquellas viejas historias de magos y brujas y hechiceros... que por desgracia han demostrado ser ciertas... aunque eso es algo que hemos comprendido demasiado tarde...

No puedo moverme de aquí, mi amor, no quiero separarme de ti, necesito seguir viendo tu reflejo, puesto que ya no te puedo tocar, ni sentir...

Y te miro, y me miras, y tus labios se mueven pero no consigo entender ni escuchar tus palabras, aunque me las puedo imaginar... Me estás diciendo que no me preocupe, que siga con mi vida, que salga de esta caverna, que haga algo... pero no puedo... Siempre hemos sido tan incrédulos, nos hemos burlado de tantas tradiciones, de tantos cuentos de viejas, de tantas supersticiones estúpidas... y así es como hemos terminado, presos del agua, en el fondo de una cueva en el Pirineo Aragonés...

Porque las maldiciones existen, y perduran a pesar de los siglos... Nos avisaron: no entréis en aquella cueva... No miréis el lago de los mil reflejos... No bebáis de sus cristalinas aguas... No os bañéis perturbando la calma... No os durmáis a la orilla del agua...

Y justamente por eso, porque nunca hemos creído en las supersticiones, y porque siempre nos ha gustado desafiarlas, hicimos precisamente todas aquellas cosas que nos prohibieron... Incluyendo el bañarnos desnudos después de hacer el amor sobre una manta... Y nos quedamos dormidos...

Al despertar, tenía frío... No me extrañó, pues de todas formas estaba desnuda sobre la manta... Te busqué con la mirada, por toda la gruta, sin verte... Hasta que me fijé en el reflejo de mi cuerpo sobre las aguas... Allí estabas tú, mi alma... Mirándome... Con tus inmensos ojos negros... Prisionero bajo el líquido... Copiando todos y cada uno de mis movimientos... Pero sin poder venir a mi lado...

¿Cuánto tiempo llevamos aquí? ¿Y cuánto tiempo más seguiremos? Ni siquiera me separo de ti para comer, beber o ir al baño... Mi cuerpo no necesita ya nada... Ni quiero apartarme de ti... y dejarte solo... Tampoco estoy muy segura de si seguimos vivos... El tiempo no tiene sentido... Ni el espacio... Dos imágenes en espejo, en las riberas del Lago Negro...

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