lunes, 15 de marzo de 2010

EL ÚLTIMO ALIENTO...



¿En qué piensas cuando ves esta foto? ¿Te preguntas acaso quien és, por qué ha llegado a ese banco, qué está mirando tan atenta, si espera a alguien?


Sí, es otro de mis juegos, para que te metas un poco en la historia, para intentar contarte algo que no puedas suponer desde el principio... Se trata de una escena noctura, y la luz que cae sobre ella proviene de la farola, de estilo antiguo, que está junto a ella... Observa que hay una división, una especie de dualidad, incluso en la pared, en su cuerpo... y quien sabe, tal vez incluso en su alma... El juego de luces y sombras nos lleva por lo tando a una dualidad de opciones... de comienzos y finales para una misma historia... Yo creo más bien que la vida es una sucesión de grises, más claros o más oscuros en función de las horas del día, del entorno, de los recuerdos, de los sueños de futuro... con algunos breves estallidos de blanco/felicidad absoluta y de negro/tristeza... ¿Qué está haciendo Liliana en aquella calle, en ese banco, mirando fijamente a la nada? Sí, se llama Liliana Eloísa, es un nombre como cualquier otro, pero me gusta... Tal vez, lo mejor será que ella nos cuente sus historias...
"Por fin puedo descansar... LLevo casi toda la noche caminando, por una ciudad que no conozco, en la que tampoco tengo amigos o familiares... Esta mañana, me fui de casa con lo puesto, el vestido, la ropa interior, las sandalias, algo de dinero, una rebeca, y el bolso de tela... Necesitaba salir de mi ciudad, respirar aunque sea durante unas horas, o unos días, algo de libertad, de tranquilidad... Ese olor a muerte largamente anunciada, esa respiración fatigosa que se escuchaba desde cualquier parte del piso, el dichoso alcohol de romero y las velas... Vale, tal vez mi lugar era estar junto a él... pero de todas formas, hace demasiado tiempo que no forma parte de mi vida... Nos separamos hace un año, tres meses, seis semanas y un día... Cuando decidió abandonarme por otro... ¡Sí, por otro!... Por mi mejor amigo...
Y quizás sea justamente eso lo que más me duele, no tanto el perderlo a él, a quien en cierto modo sigo amando... sino porque me ha robado a alguien que lleva junto a mí la mayor parte de mi vida... y a él, a mi Amigo con mayúsculas, no lo puedo perdonar... Comprendeme, pequeña estrella que vela sobre mí, nunca he tenido nada en contra de los gays, de hecho, algunos de mis mejores amigos son gays... Tal vez haya sido mucho peor esta teatral "salida del armario" porque no me lo esperaba, porque no quería ver los síntomas que indicaban que mi Andrés estaba pasando por una crisis de personalidad, que se planteaba demasiadas cosas a la vez, que no me las contaba porque "le daba corte" o porque "no quería ofenderme... Pero claro, como toda escena de vodevil, en uno de los viajes que mi Andrés y Luis, mi mejor amigo realizaban juntos por motivos de trabajo (son representantes comerciales de una empresa de sistemas de seguridad), tuvo que pasar lo típico: en el hotel les dan una habitación doble en vez de dos individuales, han firmado un gran contrato, se toman unos copazos para celebrarlo... y terminan amaneciendo los dos en la misma cama... Yo sabía que Luis era gay... pero nunca le dí mayor importancia... Cuando me lo contaron, cuatro meses después de aquella cena, que se habían buscado un pequeño apartamento por Arturo Soria, que se iban a vivir juntos de manera temporal, pero que los dos me seguían queriendo muchísimo, pero como amiga... Creo que perdí los nervios, les insulté, les llamé de todo (traidores fue lo más suave... parece mentira como el dolor agudiza el ingenio y saca lo peor de tí), les pegué con los ojos y los puños cerrados, mientras lloraba, por sentirme tan triste, tan sola de repente, pero también de rabia... Me tomaron los dos entre sus brazos, y allí me quedé, convertida en un emparedado entre los dos hombres más importantes de mi vida... que me habían hecho más daño del que jamás imaginaron... Le dí un fin de semana a Andrés para sacar todas las cosas del piso, dando gracias a quien sea por tener un buen trabajo en una empresa de informática, que me permitiría seguir en aquella casa... Como solo estábamos casados por lo civil, no fue demasiado complicado el separarnos...
Y con el paso de los meses, me olvidé de ellos... hasta hace dos semanas... Luis me llamó al trabajo, no sé cómo había conseguido el número, tal vez de alguna vieja agenda, o de algún amigo... Y me comentó que Andrés estaba enfermo, tan enfermo, de hecho, que se estaba muriendo... Confieso que en un primer momento, imaginé que se trataba de una de esas sórdidas enfermedades de los homosexuales, un sarcoma de Kaposy, el sida o cualquier otra cosa... Por eso, se lo pregunté directamente por teléfono, antes de dejarle continuar con la historia... Me aseguró que no... que se había desplomado en medio de una presentación de un nuevo sistema de seguridad para un pequeño banco... que lo habían atendido "in situ" los sanitarios de la empresa vecina (de teleasistencia)... que lo habían estabilizado en la ambulancia, para trasladarlo al hospital... y que el dictamen de los médicos no era nada optimista: estaba prácticamente paralítico por culpa de los derrames cerebrales, y necesitaba un respirador para seguir viviendo, el tiempo que le quedase... Ayer por la tarde fui a verlos... el pisito estaba muy bien, con mucha luz... Pero no había manera de despejar el olor a enfermedad y a muerte... Andrés estaba demacrado, con esa horrible máquina respirando por él... Sus ojos eran la única parte de su cuerpo que irradiaba vida... Esos ojos verde botella, que me seguían por todas partes, mientras me acercaba a él, me inclinaba, y le besaba en los labios... Luis no estaba mucho mejor, demasiadas horas en vela, junto a un cuerpo que se va apagando lentamente...
Nos retiramos al salón, pero incluso allí escuchábamos el asmático jadear de la máquina... Luis me dijo que no le quedaba demasiado tiempo de vida, que incluso los médicos no se explicaban por qué seguía viviendo... Me quedé con ellos toda la tarde... Y toda la noche... La pasé a su lado... Le dije que no se preocuopara por nada... que Luis y yo seguiríamos a su lado hasta el final... Que aunque no le perdonaba, por haberme abandonado, tampoco le guardaba rencor... Que era así como habían salido las cosas... Y que de todas formas, yo me ocuparía de nuestro hijo, aunque esto se lo dije al oído, muy bajito, aprovechando que Luis estaba durmiendo unas horas en el cuarto de invitados... Incluso le enseñé una foto del bebé, yo estaba embarazada de tres meses cuando "salieron del armario"... Pablo es un niño gordito, alegre, el parto fue muy sencillo y rápido... Durante este día, lo he dejado con mi madre, que vive muy cerca de nuestra casa... y ahora estará durmiendo...
En cuanto vio la foto de nuestro hijo, algo en él cambió... Durante casi una hora le estuve contando pequeñas tonterías, anécdotas y curiosidades sobre ese niño que jamás llegaría a estrechar entre sus brazos, ni que tampoco vería crecer... no por la inmovilidad... sino porque ya no quería vivir más... Por eso me avisó Luis... Por eso mencionó de pasada el testamento vital... Por eso dijo que bastaba con desenchufar el respirador, y en dos minutos, todo habría terminado... Y también por esa causa se tomó un somnífero leve, después de darle un beso en los labios, con lágrimas en los ojos... No ha sido demasiado complicado... Era un enchufe convencional... Un simple gesto, un beso en las mejillas, y sostenerle la mano, dulcemente, mientras sus pulmones se hinchaban por última vez... Cuando todo terminó, escuche un leve sollozo en la puerta de la habitación... Luis estaba de pié, apoyado en el quicio... No pude evitarlo... Era mi Amigo... Le dí un fuerte abrazo... y le acompañé en las lágrimas... Cuando se tranquilizó, le dí un beso en los labios, como hacíamos antes, le acaricié la mejilla... Y abandoné la casa.... Mi papel había terminado en aquella pequeña tragedia doméstica...
Me fui a casa de mi madre, sin contarle nada de lo que había sucedido, y tras pedirle que me cuidase a su nieto un par de días más, preparé un pequeño equipaje, y me fui a la estacíón de Atocha... No me importaba demasiado el destino, mientras fuera un puerto de mar... Necesitaba volver a recordar la libertad, la rutina, sentirme bien, tranquila... Y llegué en cinco horas al ansiado mar... A Benicassim... Y he pasado la tarde sentada en un banco, mirando al mar, a la playa llena de gente por la Semana Santa... He comido en uno de los chirinquitos, una arrocería... Y luego, he seguido paseando por el pueblo, por las Villas del Infierno... Lentamente, las calles se han ido vaciando a mi alrededor... Pero he seguido caminando... Necesito mantenerme activa, para no pensar, para entregarme a la sinfonía de sonidos de la noche...
Y he llegado a este banco... Y me he pasado las dos últimas horas llorando... Por toda una vida desperdiciada... Por la soledad de mi existencia, ya que no he admitido a nadie a mi lado... Pero ahora, tras la tempestad ha llegado la calma, de la soledad... pero también de valorar lo que tengo, mi madre, mis amigos, mi trabajo, y por encima de todo, mi hijo... El recuerdo del hombre que amé.... Dentro de unas horas, el sol asomará por el horizonte... Y con ese amanecer, tal vez buscaré un lugar donde desayunar... y una pensión coqueta, donde dormir algunas horas... Y pasaré aquí algunos días, de todas formas, la empresa me debe vacaciones, y cuando se hayan ido los demás turistas, volveré a Madrid... cuando no me queden ya lágrimas...
Y entonces, en cierto modo renacida, encontraré la paz... Incluso habiéndole robado el último aliento de sus labios...

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