Caen las lágrimas sobre el teclado, mientras intento no pensar, no recordar, no llorar, y no sufrir, otra vez, por tu culpa. Si no es fácil odiar a quien amas, es mucho más complicado el no amar a quien no debes, pues el amor es un dictador ciego...
De poco sirve el hacerte el valiente, el afirmar, bajo la luz solar, que ya la has olvidado, que todo pasó, que no te importa... Pero luego, es de noche, a solas con el tiempo, con esos miles de segundos que te esperan de guardia, cuando pierdes el control...
Perder el control, ese ha sido siempre tu mayor temor, y sin embargo, es lo que te hace sentir más libre y más entero... Es imposible ser tibio en el amor, es un sentimiento absoluto, que nace del corazón y del alma... participando un poquito el cerebro...
Por ello, raras veces el famoso "flechazo" te golpea en el momento y en el lugar adecuado... casi siempre, tu corazón ya tiene dueño... Y entonces, no te queda más remedio que negociar, con el corazón, los sentimientos, el alma y cerebro, pues no quieres perder nada...
Y te imaginas la típica silla blanca, de cafetería universitaria, y te vas sentando en ella, por turnos, para encontrar una solución... Al menos, de esa manera aprovechas la noche, mientras intentas alcanzar un acuerdo, como sindicatos y patronal... pero de verdad...
Con el tiempo, con las rondas, con el sonido de tus pasos en el Palacio desierto, y las corrientes de aire, amanece, y sales al jardín en tu culto al Sol...Y recibes en la cara el beso del nuevo día, y el murmullo de la fuente, el piar de los pájaros y las hojas otoñales alfombran el camino al Invernadero...
En el relativo silencio del centro de Madrid, en aquella hora bruja, te das cuenta de que la reunión cuatripartita ha sido fructífera, y te has decidido...Que tu corazón es lo bastante grande para no pertenecer a una sola persona, que puedes enamorarte al menos de otra más, pero siendo sincero y coherente...
Que ya has encontrado a esa persona tan especial, que te hace sonreir solo con pensar en ella, en su sonrisa, o en sus ojos de destrucción masiva... Que sin embargo, no es amor, sino amistad, lo que puedes obtener y ofrecer, y entonces, te pliegas a las reglas del juego, pues ella es tu alma gemela...
Y tú también eres la suya... Gana la razón sobre los sentimientos, el alma sobre el corazón... Una hermosa amistad llena de confidencias... Y solo pedís, que en la próxima vida, os volváis a encontrar, y a reconocer, un poquito antes para que vuestras almas puedan, de nuevo, estar juntas...
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