lunes, 8 de marzo de 2010

DEL SILENCIO AL GRITO PRIMIGENIO

Con los labios sellados por tantos sentimientos, lo más sencillo es imaginarse, literalmente, que una cremallera, de las de toda la vida, te los ha cerrado...


Muchas veces, frente al dolor de las cosas que sientes, pero que no puedes contarle a nadie, ni siquiera al perro o al gato (aunque a ellos, precisamente, no les importa demasiado), el silencio es la mejor alternativa...


Pero no decir lo que sientes, negar incluso la posibilidad de estar sintiendo, no es la mejor opción.


Porque, a pesar de tu silencio, las ideas rondan por tu mente, y el no verbalizarlas, no es una solución: dentro de tí, se genera una intensa frustración, un resquemor, que lentamente se va condensando, igual que el vapor dentro de una cafetera italiana, o los pistones del motor de un coche, o el proverbial globo que se hicna demasiado con un compresor...


¿Y qué pasa cuando la presión es demasiado fuerte? ¿Cuando la frustración ante una situación injusta rebasa los límites?


Estalla... Se produce un cataclismo de sentimientos reprimidos, y la persona busca una salida, una canalización para aquél exceso emocional, y no importa nada que seas hombre o mujer, todos estallamos... La única diferencia es la manifestación externa del problema... Así, algunos recurren a las lágrimas, que no deja de ser uno de los mejores remedios conocidos para purgar un exceso emocional, de los más socorridos al mismo tiempo, y también de los más habituales en las mujeres... aunque siempre cabe la excusa de la "mota de polvo en el ojo", del "golpe de viento", de la "lentilla que no funciona bien"... Sí, todos sabemos que los hombres también lloran... pero sigue quedando mal hacerlo en público...
Otra forma de dejar salir toda aquella tensión, que te está devorando por dentro, es el estallido de furia incontrolada: desde la persona que está en su coche y se pone a conducir de manera temeraria, tocando el claxon furibundo... hasta el peatón que se mete en medio de la gente, apartandolos con malos modos... o el profesor que, mortalmente harto de tanto aguantar a unos alumnos a quienes es imposible controlar, le pega un enorme puñetazo a la pizarra (y entonces sí se callan)... y podríamos mencionar otros muchos ejemplos, pues desgraciadamente, la furia, o la ira, es una de las salidas más habituales, que pueden llegar a la violencia de género, los malos tratos...
Por suerte, siempre hay alternativas... "Si tu vida está desenfocada, vuelve al principio de todo... La respiración"... Lo más curioso de este consejo de "Karate Kid" es que funciona muy bien... Por ejemplo, puedes llenar los pulmones de aire mientras cuentas lentamente hasta seis... y expulsarlo lentamente mientras llegas a doce.... Tras varias repeticiones, puedes aumentar el tiempo de inspiración y el de espiración.... Y de esa manera, recobras la calma...
Hay miles de comportamientos diferenciados que a cada persona le sirven de válvula de escape: ir de compras, jugar, el deporte, nadar, correr, escuchar música, practicar algún hobby, leer... El mayor problema de todas ellas es que, normalmente, o no tienes todo el equipamiento necesario (un balón de fútbol y unos amigos, un gimnasio, una piscina, un ipod, un libro), otras veces no dispones del tiempo para desplazarte para algunas actividades, o directamente no puedes abandonar una situación que te está agobiando (el trabajo, un atasco, el metro, algunas comidas de familia, la pareja...), y necesitas un remedio que puedas aplicar en cualquier situación....
Regresamos, por lo tanto, a la respiración... Algo sencillo, necesario, y que funciona...
Vale, siempre puedes recurrir al "grito primigenio", eso de llenar completamente los pulmones de aire, abrir la boca al máximo y gritarle al mundo toda tu frustración, toda tu ira, todo tu cansancio... pero no es algo demasiado aconsejable en cierto ambientes (reunión de trabajo, de familia...), a no ser que estés viendo un partido de fútbol en el estadio, en un bar, en casa, y coincida que en ese momento, te necesitas liberar de tantas cosas...
Sobre los sentimientos inexpresados, al menos con palabras... ¿Por qué no decimos muchas veces lo que pensamos realmente sobre alguien? Se me ocurren algunas respuestas: vergüenza, miedo al rechazo, convencionalismos, inseguridad (sobre nosotros mismos, sobre la otra persona), falta de tiempo (¿falta de tiempo, para decir un par de palabras...por ejemplo "te odio"?), necesidad de contacto visual (o de su ausencia), falta de confianza... Seguro que tú puedes añadir algunas más... Solo me interesan los extremos, el amor y el odio, y en los dos campos se puede aplicar otro viejo principio: "El que no arriesga, no gana"...
Una última consideración... ¿No sería mucho más fácil intentar ser más sincero contigo mismo? ¿No vendría mejor que le comentes a tu compañero que no puedes soportar que coma con la boca abierta? ¿No podrías decirle a esa persona tan especial, y que te hace sentir tantas cosas buenas y especiales, lo importante que es para tí? ¿No resultaría más agradable si en vez de despotricar contra alguien que está aparcando lentamente (por la causa que sea), salir de casa o de la oficina un poco antes?
Los seres humanos no somos una cafetera italiana, ni el motor de un coche... No necesitamos presión suplementaria para funcionar bien... Sólo la necesaria para seguir vivos, y esa ya nos la proporciona nuestro corazón...
Respiración....
Relajación...

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