lunes, 3 de mayo de 2010

UNA NINFA EN EL PARQUE


Se dice, se comenta, se rumorea, que con un parque tan grande, con tanta historia, y sobre todo con tantas fuentes y estanques, era cuestión de tiempo el que apareciese una ninfa, saliendo del agua, una cálida tarde del mes de mayo...


Ni siquiera entre quienes pudieron verla de cerca, desde el mismo momento en que las primeras burbujas empezaron a salir de agua a unos metros de la cascada, hasta que su cabeza fue surgiendo lentamente a mitad del estanque, nadie se pone de acuerdo en el color de su pelo, o en su tez... Martita, una niña de cinco años que jugaba con un barquito de papel junto a la orilla, insistía en que "era una señora muy guapa, con el pelo largo, muy largo, pelirrojo, los ojos verdes, muy blanca y muchas pecas"... Luis Manuel, de diecisiete (que estaba fumándose un narguile con los colegas), asegura que "estaba muy buena...labios turgentes... pelo negro, largo y sedoso... y unas tetas impresionantes...". Pero Álvaro, su compañero, asegura que "era rubia, más bien tenía poco pecho, pero al tener la túnica tan mojada, resaltaba más..." Sin embargo, Rocío, de veinte, que leía un libro de Tagore sobre la hierba, afirma "no era gran cosa, demasiado pálida, pero claro, con ese frío..."


Y lo mismo sucedía con la veintena de personas que presenciaron su aparición... No había dos descripciones iguales: era rubia, y morena, y leliroja, y castaña, y con mechas; sus ojos eran verdes, azules, negros, grises, amarillos, rojos (¡!)...; sus brazos eran largos, cortos, medianos, proporcionados, flacuchos; sus pechos turgentes, caídos, pequeños, perfectos, demasiado grandes...; su ropa, una túnica, una camisa larga, una chilaba, un tutú (¡!), iba desnuda...; su piel era blanca, levemente bronceada, muy pecosa, muy bronceada, azúl...; sus caderas eran estrechas, ajustadas, perfectas, un sueño, estaba rellenita...; sus piernas, largas, ondulantes, cortas, patizamba...; sus pies eran muy pequeños, muy grandes, no tenía, eran patas de pato...


Nadie, absolutamente nadie, se ponía de acuerdo en nada de lo referido a ella... Salvo en una cosa: que respondía perfectamente a su ideal de la mujer perfecta, de todos y cada uno de ellos, y de ellas... Y que cuando terminó de salir del agua, estirándose perezosamente, sus ojos seguían, golosos, cada gota que resbalaba por su cuerpo...


Tal vez por eso, porque solamente de pensar en ella, a los propios agentes se les aceleraba el pulso al imaginar la imagen de aquella mujer sin igual, decidieron cerrar el caso antes de volver a la Comisaría... Y dar carpetazo al asunto... Una ninfa en un parque de Madrid... ¿qué bonito, verdad? Pero...


¿Y si no era una ninfa?


¿Qué es lo que vieron en verdad la veintena de testigos?


¿Por qué se congregaron allí, precisamente, una cálida tarde de mayo?

¿Por qué encontraron los agentes los restos de numerosas velas, parcialmente consumidas, alrededor de la orilla?

¿Qué ocurrió realmente?



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