sábado, 15 de mayo de 2010

AQUÉL SEÑOR CON BOINA...


Mi abuelo era un señor mayor con boina negra, cara arrugada, sobre todo alrededor de los ojos, él decía que de tanto sonreír cuando nos veía, a mi hermana y a mí, correr veloces a recibirle, cuando volvía a casa...

"Erase una vez que se era, tres...", lo que fuera, todas las noches le pedía un cuento, cualquiera, pero con el número tres: los tres cerditos malos, los tres lobitos buenos... las tres excavadoras... y más de una vez le ponía en aprietos.... pero, sin embargo, nunca repitió un cuento...

Supongo que mis primeros recuerdos juntos, son de cuando me acunaba en los brazos todas las noches, o las tardes, o cuando fuera, y solo en su regazo era capaz de dormirme, tranquilizado por el sonido de su grande y fuerte corazón... Uno de los mayores "sustos" de mi infancia fue la mañana en que entré en su dormitorio, y vi los dientes dentro de un vaso de agua...

Estoy convencido de que ya nació viejo, pues cuando mi madre me enseña alguna foto de cuando él era más joven, me cuesta reconocerlo, y de hecho, no me lo imagino con pelo, con dientes auténticos, o sin una chapela negra... Creo que no habré visto más de una docena de fotos de su juventud... Si bien lo más importante no es cómo fuera en realidad, sino cómo yo lo recuerdo... Y hasta qué punto ha influido en mi desarrollo como "persona humana"...


Toneladas métricas de cariño y de bondad, desde los interminables paseos por el pasillo de nuestra casa, mientras me contaba un cuento hasta que yo me quedaba dormido... hasta las carreras salvajes de triciclos por el Parque del Retiro, con mi hermana, durante nuestra infancia... todas las veces que le conté mis desengaños amorosos... o que descubrí que era él quien me tranquilizaba...
Su lugar preferido de toda la casa era el comedor, sobre todo el sillón que estaba cerca de la ventana, para ver un poco la tele, sobre todo las noticias, o alguna película, y ocasionalmente, una corrida de toros... Nunca le gustó el fútbol, pero sí la política... Sus grandes pasiones eran el estudio, y la literatura...


Sigo pensando que le fallé en los últimos años de su vida, al mismo tiempo que le fallé a mi madre... Mientras pudo caminar, mientras salía todas las tardes de paseo, aunque fuera una triste vuelta a la manzana, conservó una cierta calidad de vida, y también la tuvimos nosotros... No estuve a su lado el día de su muerte, y de todas formas, prefiero recordarlo en vida, como aquél señor con boina y ojos bondadosos... que me enseñó tantas cosas de la vida...

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