Están ahí, lo sabes... Puedes olerlos... Casi puedes verlos... Te están esperando... A tí... Solamente a tí... Y de todas formas, estás sola...
En el escenario... Tras las cortinas, oyes sus voces, mejor dicho, sus murmullos... ¿Quienes son? ¿Conocerás a alguien, al margen de los amigos habituales, que han venido a animarte, para que no te sientas sola frente al público que abarrota el salón de actos del centro cultural de la periferia de Madrid? ¿Algún viejo amigo, algún conocido? Pero no hay tiempo de más dudas y, con tu mejor sonrisa patentada marca Acme en los labios, te preparas para seguir con la función...
Se levanta el telón... Y allí estás... Con tu vestido de flores pequeñas sobre fondo beige, tan ambientado en los años donde se desarrolla la historia, con tus zapatos a juego... Y el corazón latiéndote fuertemente, entre tranquilo y nervioso... Conoces la obra, a la compañía, no en vano muchos de ellos son amigos tuyos, y deberías sentirte tranquila... Pero no lo estás... Siempre puede fallar algo...
Un ratito después, habiendo terminado el dúo cómico del cucarachicida (posiblemente uno de los momentos más divertidos de toda la obra), llega tu solo... Y allí estás... En mitad del escenario, iluminada por el potente foco de luz blanca, que te deslumbra, y con el corazón, ahora sí, latiendo más rápido, empiezas a cantar... Y una vez más, de manera inconsciente, vuelves a sentir curiosidad por el público... Es duro cantar de esa manera, completamente sola... Pero de todas formas, es algo que llevas en las venas... Y tu voz sale despedida desde lo más profundo de tu corazón, de tu alma, de tu mente...
Termina la representación... y regresas a la realidad, después de haber vivido intensamente aquella historia de amor, de tristezas, de pérdidas, de entregas totales, de taquilleras y comediantes... Y al ponerte de nuevo tu ropa, tal vez te sientes más libre, o más débil, o más vulnerable, quién sabe... Y las rosas azules alcanzan tus sueños...
Aunque una parte de tí sigue en el escenario, hechizando los recuerdos... Mujer azul sobre fondo negro... sola frente al mundo, una vez más...
Mujer azul sobre fondo negro... qué pequeña, y a la vez grande, se te ve en el escenario... que las rosas azules alegren tus días, y limiten tus penas...
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