domingo, 9 de enero de 2011

EL AÑO MÁGICO...

POR UNO DE ESOS MISTERIOS QUE RODEAN A INTERNET, ESTA ENTRADA HA DESAPARECIDO DEL BLOG... Y, SIN EMBARGO, ES UNA DE MIS FAVORITAS...


Erase una vez... un niño triste... que veía pasar la vida, sin demasiado aliciente... Era un niño pequeño para su edad, extremadamente tímido, y cuyo mayor refugio, al menos en la escuela, era la lectura... ¡La de horas que pasó en la biblioteca, adentrándose en los mundos de tinta! El mundo, en general, era demasiado grande para él... Y eran demasiadas cosas las que no entendía: los clanes en las aulas, las bandas en el patio, un complejo sistema de castas... Su mayor apoyo, como no podía ser de otra manera, era su abuelo, y con él se relacionaban sus mejores recuerdos... A su madre no la trataba demasiado, cosas que pasan... Su hermana era una presencia constante... Y su padre... cuando estaba de buenas, algún buen recuerdo que otro le dejaba...

Pero aquél niño, por encima de todo, se sentía inmensamente solo, contra el mundo, y mirando atrás sin ira, eran pocos los momentos felices, en lo que a la amistad se refiere, que recordaba... Se refugiaba en la Biblioteca, en la lectura, el estudio, y poco más... Y su mundo, su vida entera, parecía estar compuesta por una inacabable y monótona sinfonía de grises y negros... Y los días pasaban, con algo de suerte, sin dejar huella... El único aliciente podrían ser las vacaciones, un puñadito de sueños y, por supuesto, la esperanza de encontrarla a ella... Puesto que, para colmo de males, aquél niño, Pablito, era un romántico empedernido, capaz de enamorarse de una imagen, de un sueño, de una colonia, de un verso... por supuesto, todo ello, en la más estricta distancia... ya que era tan bajo su nivel de estima, que le parecía imposible que alguien le quisiera... Amores silenciosos e imposibles...

Mas todo aquello, su mundo entero, cambió el año mágico... 1983... es decir, unos meses después de 1982... y unos meses antes de 1984... más o menos, cuando los Dinosaurios todavía caminaban por la superficie de la Tierra... o en todo caso, cerca del Diluvio Universal... Y fueron tantos los cambios en su vida, que retrospectivamente, no se lo podía creer...

Fue el año de "Karate Kid", película interpretada por Pat Norita y Ralph Macchio, que ha servido de inspiración a tantas otras, incluyendo "The Karate kid", con Jackie Chan... Pablito tenía ganas de aprender algo nuevo, de formar parte de un grupo, de empezar desde cero, en alguna actividad que le hiciera sentirse bien, y de paso, pudiera servirle para sentirse seguro... Mientras veía la película, se puso a pensar... "¿Y si me pongo a estudiar Karate en un gimnasio?" Dicho y hecho, se apuntó a un "dojo" donde enseñaban Judo y Jiu Jitsu, muy cerca de su casa, llamado "Banzai", dirigido por Rafael Ortega, y cuna de campeones de judo en los años 80 y 90... Allí, poco a poco, y durante cinco años, fue aprendiendo (y olvidando) técnicas de artes marciales, que le permitieron, sobre todo, sentirse más seguro, y no tener tanto miedo...

El segundo gran cambio, se lo encontró en el aula, y en un banco del instituto... Una hermosa chica pelirroja había repetido curso, y de alguna manera, se sentía igual de sola que él... Quizás era algo que estaba escrito, que tenían que encontrarse, y descubrir que ya no estaban solos... Fue una amistad fronteriza, en muchas ocasiones frisando el amor... al menos por parte de él... Y solo por el hecho de estar juntos, el mundo era un lugar más agradable... Atrás han quedado cientos de horas de charla, de conversaciones intrascendentes, muchísimas pellas en clase de latín, para ir al cine en La Vaguada, de miradas en medio del aula, como diciéndose mutuamente "¿Nos vemos luego?", muchas citas para comer o cenar juntos... Han pasado ya más de 25 años desde aquél encuentro, y Pablito todavía sonríe al pensar en ella... y sigue preguntándose por el sabor de sus labios, cuando quedan para comer... o para dar una vuelta...

El tercer cambio fue a la vez un lugar, y una persona... El instituto organizó la estancia de los chavales en un pequeño pueblo de Cantabria, llamado Bárcena Mayor, dentro de un albergue... El pueblo era, y sigue siendo, una hermosa mezcla de casas de piedra, tejados de pizarra, campos, un río, y personas con la cara marcada por el tiempo... Había solamente una tienda, que estaba a pocos metros del albergue, y en ella nos aprovisionábamos de todas aquellas cosas, tan necesarias, para un niño: chuches, chuches... y más chuches... aunque algunos intentaban comprar cigarrillos... Era, y sigue siendo, un lugar mágico, que vive fuera del tiempo... Las actividades eran muchísimas: dibujo, talleres de lectura, de cuenta cuentos, algo de música, y entre los monitores había personajes fascinantes, como un gaitero y sus historias, o un cocinero que inventaba platos increíbles... Fueron unos días mágicos, pero lo que Pablito recordaba mejor, era la marcha que realizaron durante dos jornadas, durmiendo en una ermita abandonada en medio de los campos, y culminando en Cabezón de la Sal... Aquella madrugada, no pudo dormir: se quedó velando el sueño de los compañeros... bueno, sobre todo de una compañera... a la luz de las llamas...

El cuarto cambio, fue patrocinado por una persona: Enrique, el director del campamento, además de monitor, cuenta-cuentos, y sobre todo, persona cercana y entrañable, que por primera vez al margen de su abuelo, le hacía sentirse bien... y le animó a escribir, a perseguir los sueños, a no rendirse... a confiar en sí mismo... Y por encima de todo, le demostró que no estaba solo... Durante mucho tiempo, muchísimos años, se estuvieron escribiendo, numerosas cartas que todavía se conservan, entre un adolescente y la persona que le animó a luchar... Una decena de años después, Pablito regresó a Bárcena Mayor, repitiendo la misma marcha, en solitario, acampando en la misma ermita desierta...

Cuatro cambios, que modificaron, de alguna manera, la vida de Pablito... mi vida... y que hicieron de 1983 al año mágico...

3 comentarios:

  1. ¡¡vaya publicación que nos regalas¡¡, muchisimas gracias por ella y la foto es de ensueño, un besin de esta asturiana muy grande.

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  2. a y que se me olvidaba dar las gracias a Enrique , por darte animos para escribir y luchar por tus sueños , y hacer que por eso seas el hombre que eres ahora deleitandonos con tus bellisimos textos. Y ahora si ahora un beso.

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  3. a veces, Ozna, hay personas, lugares y momentos que te cambian la vida...

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