martes, 11 de enero de 2011

MAÑANA... SIEMPRE MAÑANA...

"Mañana", tres sílabas, cargadas de esperanza... seis letras, para definir poco menos que el Nirvana, el lugar donde todos los sueños se realizan, los enfermos se curan, y los viejos se vuelven jóvenes... y todos, juntos, entonan canciones de alabanza mientras tuestan nubes de azúcar en las llamas de la hoguera...

"Mañana"... Siempre estamos dejando las cosas para mañana, sobre todo, cuando empezamos el año, cargados de buenas intenciones como los políticos de ideas, no para solucionar la crisis, sino para echarle toda la culpa al del bando contrario... Es muy cómodo, aplazar la solución de todos los problemas para un "mañana" hipotético... "Mañana llamaré a la empresa para solucionar el problema de la nómina..." "Mañana me pondré a estudiar en serio, pero de verdad, para el examen..." "Mañana, sin falta, iré al gimnasio de nuevo... aunque sea solamente a verle el culo a la profesora de aerobic..." "Mañana, lo prometo, llamaré al dentista para pedir una limpieza de boca..." "Mañana me haré los análisis de sangre que llevo tanto tiempo demorando..."

Hay tantos "mañana", y tantas excusas, como personas... Pero no nos engañemos, que ese "mañana", en el fondo, es una herencia envenenada... Porque en él estamos depositando no solamente nuestras esperanzas, sino también los problemas, los sueños, las intenciones, las soluciones, las cosas que nos molesta hacer o pensar, las decisiones complicadas... Y, en el fondo, lo que no hacemos es vivir... ni afrontar los pequeños y grandes retos del "mañana"...

El día de mañana...
Por supuesto, y como diría el doctor Maslow, si no tienes las necesidades básicas cubiertas, es decir, alimento, comida, hogar, trabajo; no te puedes poner a pensar en las necesidades superiores: de pertenencia al grupo, de referencia, las intelectuales... Es decir, si te estás muriendo de hambre en una calle de Madrid o de Barcelona, tirado en un portal, y con una jeringuilla todavía colgando del brazo, no te planteas un futuro, ni a corto, ni a medio plazo... Si estás enfermo en un hospital, rodeado de médicos, de enfermeros y sanitarios, cagando en un pañal, y en una situación de dependencia, no te planteas el mañana... O si eres feliz de verdad, con todo tu pequeño mundo bajo control (casa-coche-gato-mujer), el "mañana" tampoco existe... 

Del Diablo se decía, antaño, que su mayor triunfo es precisamente el habernos convencido de que no existe... Pues bien, el término "mañana" debería figurar bien alto en la pila de palabras y sentimientos que esclavizan al ser humano, a poca distancia de otros monstruos, como "felicidad", "amor", "tristeza", "futuro", "religión", "esperanza", "miedo" o "bondad"... Porque el "mañana", siempre y cuando nos ubiquemos dentro de un marco de referencia acogedor y con el nivel justo de problemas, es la mejor excusa para no hacer nada, para dejar que las cosas sigan igual que ahora, en este "presente" que tanto nos agobia, o relacionado con ese "futuro" que nos da miedo, que está lleno de incógnitas que nos asustan, y que, en el mejor de los casos, nos recuerdan que somos seres humanos, con nuestros miedos y esperanzas...

"Omnia ora, ultima necat", decían los pensadores griegos y romanos.. "Las horas pasan, la última mata"... No se trata de ser especialmente pesimistas, a pesar de las contribuciones de la vida real en este sentido... Al revés, se trata de tomarnos la vida en serio, aprovechar mejor el escaso tiempo libre que tenemos o el exceso del mismo, para actuar, para hacer algo, y dejar de pensar tanto en el "mañana"... y de hipotecar nuestra vida por algo que, de todas formas, no está en nuestras manos... Cuando eres joven, todo te parece sencillo, crees que te vas a comer el mundo con patatas, que vas a conseguir tus sueños, que vas a ser feliz... y luego, la vida real se encarga, muchas veces, de ponerte en tu sitio... Es entonces, cuando las certezas de la vida se cargan los sueños de la juventud, cuando terminas cayendo en las garras del "mañana"...

¿La alternativa? Darte cuenta de que el "mañana" no existe, al menos, en este preciso momento... Que lo único que tienes realmente en tus manos es el presente... y que de ti depende el no desperdiciarlo... Y compruebas que los grandes problemas que has estado aplazando para "mañana", igual no son tan grandes, o ni siquiera está en tus manos el solucionarlos...

Porque lo mismo, para ti, o para mí, no habrá un "mañana"... Porque en cualquier momento, de la forma más estúpida o más sangrienta, puede terminar la vida... Sales del trabajo, estás cruzando la calle, y un coche te atropella... con tan mala fortuna que además de romperte las piernas, te partes la cabeza contra el asfalto... Estás en tu casa, tranquilamente con el ordenador, cae un rayo en la antena colectiva de tu casa, y te electrocutas al presionar la tecla "supr"... No sé, cae un avión sobre tu casa, y te conviertes en la víctima 113... A tu compañero de trabajo se le cruzan los cables, y decide jugar contigo a la ruleta rusa con el arma reglamentaria... Estás en la ducha del gimnasio, te resbalas y te partes el cuello... O bien te mueres mientras duermes...

Son mil y una maneras de decirte, que el "mañana" es una mentira, la más grande de todas... Y que siempre debería estar en tus manos el decidir el tipo de "mañana" que deseas tener... pero luchando por él, como objetivo, desde el presente... y no recurriendo a él como excusa para no actuar desde el pasado...


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