Los recuerdos, como casi todo en esta vida, se pueden dividir en tres categorías, y nada más:los buenos, los malos, y los indiferentes... Parece sencillo, ¿verdad? Entonces piensa... ¿Por qué, a veces, cambian tanto, brusca-mente?
¿Por qué, de repente, algo tan hermoso, tan único, como una puesta de sol en el mar, te hace deshacerte en mil lágrimas? Creo que es algo natural: el atardecer es el final del día, la muerte del sol... Mi forma preferida de afrontarlo: compartiendo un lánquido beso, si por casualidad estoy con mi mujer... Y si es posible, caminando descalzos por la orilla, con la brisa del mar alborotando en sus cabellos... Pero, como la mayor parte de los días, estoy en mi casa, solo, escribiendo, despido la jornada en silencio, acariciando suavemente a nuestro gato, y recibiendo a cambio esas hermosas vibraciones, que nos hacen sentir tan bien... A veces, me encantaría saber lo que piensa, lo que siente, pues se queda casi todo el tiempo conmigo, en la silla de invitados del despacho, y de vez en cuando, se sube a mi regazo, y mira atentamente, observando el movimiento de mis manos sobre el teclado, hasta que no puede resistir la tentación, y le lanza un zarpazo al reflejo del flexo en mi reloj...
Pero a veces, la tristeza, la nostalgia, te asalta incluso en el mundo laboral ¿Por qué el detalle más tonto, como una notita al pie de un monitor o el ver su letra en un pos-it, te roba la risa? Es sencillo, me trae recuerdos de una gran compañera, a quien no veo hace ya muchos meses... Pero al mismo tiempo, el recuerdo de aquella sonrisa, es algo muy poderoso, un talismán que te da fuerza, y te anima a seguir... Contra todos, si es necesario... pero la mayor parte de las veces, es contra tí mismo... Pues te conviertes en tu peor enemigo, cuando te faltan las fuerzas, y las ganas, y el ánimo... En esos momentos tan bajos, comprendes muy bien cómo se sentía Don Quijote, en su lucha contra los gigantes...
¿Qué convierte los lunes en un día trágico? Para muchos, es el final del fin de semana, se termina un periodo de relativo relax... y te suele quedar la impresión de no haberlo aprovechado... Muchas veces, hago mil planes, como ver una exposición, ir al cine con un amigo, merendar con alguien, hacer algo de bricolaje, mil cosas, mil opciones a cual más loca... que al final, se reducen a pasar el tiempo sin hacer casi nada... Aunque para mí, los lunes son malos, pues me traen el recuerdo de dos muertes, mi abuelo y mi padre... el primero de madrugada, el segudno a medio día, pero los dos me pillaron lejos de casa, trabajando... Tal vez mis días, si nuestro hijo nace en lunes, no tendrán tanta tristeza...
¿Qué empaña una mañana de invierno? Creo que es la ausencia de vida aparente, el letargo de los árboles, de los arbustos, y ese frío, intenso, del que puedes protegerte, pero solo hasta un cierto punto... Y también, esa impresión de muerte, de destino inevitable... y curiosamente, los días grises son los que generan en mí una mayor impresión de pérdida, de desconsolada ausencia... A mucha gente le encanta la nieve, y se emociona, y sale a la calle, y se tiran puñados de nieve recogidos de los coches... yo la tengo demasiado asociada con la muerte... y me pasa lo mismo con el color blanco... Mas en el fondo, no me quejo, pues no tengo que trabajar a la intemperie... y últimamente, ni siquiera es prudente quejarse por el trabajo, cuando hay más de cuatro millones de personas a la espera...
¿Qué hace que te sobresaltes al escuchar un nombre? Muchas veces, piensas que has olvidado por completo a alguien, que tienes superada una etapa de tu vida... pero escuchas ese nombre, y tu corazón se detiene un mili-segundo, y cuando se vuelve a poner en marcha, un pequeño dolor oprime tu alma... Son los recuerdos de todas aquellas voces amigas, de aquellas personas que han dejado una profunda huella en tu corazón... Como Belén, o Sophie, o Carmen, o Sonia, o Bea... Todos ellos nombres de mujer, todas ellas grandes amigas... y todas ellas, por desgracia, demasiado lejos en el tiempo y en el espacio...
¿Suena una canción en la radio, y te invade el llanto? Cuando escucho "Adiós muchachos...", de Gardel, pienso en mi abuelo, en su txapela, y recuerdo su pasión por el gazpacho y por "su" Radio Nacional... Con el aria "Casta diva", o el "Requiem" de Mozart, es mi padre, sus largas manos de médico, con los dedos manchados por la nicotina, y sobre todo, esa mirada acerada, que presagiaba tormenta... "Don´t give up" tiene un aroma a Nenuco, a inocencia y a buenos recuerdos... "Al partir", del gigantesco Nino Bravo, la tengo asociada con mi mujer, era una de las primeras canciones que compartimos, y que todavía escuchamos juntos... Y "Me muero por conocerte" tiene sabor parisino, y huele a crèpes recién hechas y a risas de niños, por un alma antigua y una gran amiga: Agustina... Seguro que tú tienes las tuyas... Intenta pensar en ellas, y ver con quien las asocias...
¿Por qué olvidamos la voz de los muertos? Yo soy incapaz de recordar el sonido de la voz de mi padre, o de mi abuelo... y no he conseguido encontrar ninguna grabación... Piensa un poco en ello: la muerte, lo primero que borra, es justamente la voz de los ausentes... Y lo mismo pasa con las personas a quienes no ves hace tiempo... Igual tenemos una capacidad limitada para recordar sonidos...
¿Te pones triste el 31 de diciembre? ¿Por qué solemos hacer balance del año, justamente en esos días? Pues me parece que todos, tal vez incluso de forma inconsciente, dedicamos algunos minutos para hacer balance de lo bueno y de lo malo que te ha pasado durante esos 365 o 366 días...
Es siempre por el mismo motivo... porque los recuerdos están asociados a cosas tan diversas como personas, lugares, emociones, sentimientos... Mas, en el fondo, si no fueramos capaces de sentir, de transmitir emociones tan intensas como la ira, el amor, el deseo, la tristeza, o sobre todo, la esperanza, no seríamos hombres ni mujeres... Tal vez, entonces, seríamos dioses...
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