martes, 25 de enero de 2011

NO SEAS BORREGO... MIRA EN TU BARRIO

Hace más o menos mil doscientos años, es decir, cuando yo era joven y bien intencionado, recuerdo visitar con la familia aquellos templos del consumo y del mal gusto, los añorables grandes almacenes, uno o dos días antes de las rebajas... Cuando el presupuesto es normal, te buscas un poco las mañas para ahorrarte unas pesetillas, que en aquellos tiempos felices y gozosos no estábamos presos de esa utópica falsedad llamada euro, que nos ha jodido la economía... Muchas familias  practicaban el ritual, apuntando los precios de algunas prendas, la ubicación en cada planta, y casi rezando para que no te cambiasen la distribución la noche antes... 

Por supuesto, eran unos tiempos en los que había competencia, y de calidad, entre distintas cadenas de grandes almacenes... Por ejemplo, en el Paseo de la Castellana se encontraban, a pocas centenas de metros, El Corte Inglés y Galerías Preciados. Si ibas a Goya, la situación se repetía... y en la calle Serrano, llegaron a estar los dos anteriores, y Mark & Spencer... Es decir, una familia normal, como la nuestra, se podía pasar toda la mañana de un centro comercial al otro, verificando si se había producido alguna rebaja significativa entre los productos incluidos en la lista, y tenía la libertad de escoger el proveedor y la calidad deseada...

Está claro que luego, pagabas la marca... Un plumas no te costaba igual si era Boreal, Lafuma, Roc Neige o de padre desconocido (comprado en el Rastro una mañana de domingo), aunque la tela y los detalles fueran los mismos... También había grandes diferencias entre marcas de pantalones vaqueros (siempre me han gustado los Levis etiqueta negra, de botones), de zapatillas deportivas (me encantaban las Puma), de camisetas... Y las rebajas eran de verdad, auténticas rebajas, controladas, potenciadas por los almacenes, y representaban una ventaja para el consumidor...

Ahora, las cosas son muy distintas... En el corazón de la ciudad, Madrid en este caso, no existe competencia válida al Corte Inglés, que por eso es capaz de poner los precios que le vienen en gana... El consumidor, como mucho puede acudir a los centros comerciales de la periferia, del tipo Carrefour, y últimamente, a los famosos Outlet de prendas deportivas y de vestir... o a los centros Decathlon, presentes en muchos conglomerados comerciales o en la periferia...

De lo que se trata es, en el fondo, de que las grandes superficies no tienen competencia en la almendra central, y por lo tanto, fijan durante todo el año unos precios abusivos, que superan  los costes de producción y de transporte de los bienes de consumo... y por supuesto, imponen sus formas de pago... Al final, te encuentras con las dichosas rebajas, las oficiales son las del mes de enero... y ves anuncios que te cabrean... cada vez que escucho la musiquilla, por cierto, espantosamente mal cantada, de "ven a las rebajas", y luego hacen ostentación de los enormes descuentos...

Y mi pregunta es la siguiente... Suponemos que un centro comercial, El Corte Inglés en este caso, nunca pierde dinero... que por lo tanto se asegura un margen de beneficios lo más abultado posible, entre el precio de compra y el de venta... Se llega, en algunas ocasiones, al setenta por ciento de descuento... Pensemos incluso que ese treinta por ciento restante cubre solamente los costes mas un porcentaje de beneficios, por muy pequeño que sea... ¿Entonces... eso quiere decir que, durante todo el año, nos están estafando? ¿Que con cada periodo de rebajas, no olvidemos la famosa semana fantástica que dura casi un mes, o la semana del hogar, siempre tienen ganancias? ¿Y somos tan estúpidos que seguimos yendo, como borregos, a las rebajas, encantados de ahorrarnos tanto dinero? ¿Un dinero que, por otra parte, nos han estado estafando alegremente y sin pudor?

¿Y el pequeño comercio? ¿Qué hace la zapatería de barrio, el sastre, la persona que ha montado una tienda de deportes sin el régimen de franquicia? ¿Pueden competir con sus tácticas, o con sus precios, o sus formas de pago, incluso con sus horarios? Es cierto, es muy cómodo acudir a un Corte Inglés, un Hipercor, o un Carrefour, y realizar todas las compras en un mismo lugar... Y aprovecharse de los grandes descuentos, del dos por uno, de cualquier promoción... Pero de esa manera, nos estamos cargando el pequeño comercio y, lo que es peor, estamos siguiendo el juego a los capitales que se esconden detrás de esas marcas... Nos estamos aborregando, comprando lo que nos dicen, cuando y donde nos dicen, precisamente lo que desean que compremos...

Mientras tanto, el pequeño comercio, que es un poco más caro que los grandes monstruos, sobrevive como puede... Y va dejando un largo rastro de pequeñas y medianas empresas que tienen que echar el cierre... En la zona centro de Madrid, el número de tiendas, de comercios de todo tipo, que cierran es muy elevado... son casi más que las que abren... y los escaparates, pintados, o tapados con cartones, se multiplican ad nauseam... Incluso las agencias de viajes, las gestorías, las zapaterías, las camiserías, y otros negocios similares se van al garete... Pusieron una fontanería en mi edificio... ha tardado dos meses en cerrar... Pasear por la zona centro de Madrid, calles como Fuencarral, Luchana, Goya, Alonso Martinez es lo mismo que adentrarse en una zona de guerra...

No seas borrego... en vez de ir a las rebajas, mira en tu barrio...


jueves, 20 de enero de 2011

CUESTIÓN DE ACTITUD...

Hoy es uno de esos días, en los que el mundo parece un pelín desenfocado... Ya no es la familiar y entrañable garra de acero que te comprime el corazón y te priva de la fuerza... Y, de momento, tampoco se ha presentado la cariñosa jaqueca, que desde hace varias semanas se ha convertido en mi mejor y más fiel compañera... No, de momento, no hay más achaques de los propios de la edad...

Es la necesidad de escribir, de dar salida a alguna idea extraña que me ronda por la cabeza, de expresar incluso lo intangible, la que me lleva a sentarme delante del ordenador, y dejar que mis dedos se paseen por el teclado, casi sin mirar... Supongo que también se trata de una cuestión de actitud ante la vida... pues los últimos días no han sido demasiado fáciles para mí...

Quizás sea la famosa astenia primaveral... aunque me ataca en pleno invierno... o que el balance entre el realidad y ficción se ha vuelto deficitario... la falta de sueño tampoco ayuda... y algunas ideas se resisten a ser expresadas... Pero sigo escribiendo, buscando la verdad en los mundos de tinta... cuando tal vez debería localizarla en el mundo real...

No sé, estoy desanimado... No me cuesta nada elaborar la lista de las diez cosas buenas de mi vida... el problema es recordarla, aunque sea a vuelapluma... Trabajo, coche, casa, familia, amigos, blog, mujer, gato, libros, plantas... quizás no por ese mismo orden... lo más probable es que el gato tuviera que pasar al comienzo de todo... y el trabajo al final...

Es decir, que en muchos aspectos, debo considerarme afortunado... Con mi mala salud de hierro, y mi corazón a prueba de balas... Pero supongo que la felicidad nunca puede ser absoluta... es más, no recuerdo haberla conocido en toda mi vida... y la imagino bastante aburrida... Por eso, hoy me siento como una tortuga aprendiendo a utilizar un monopatín... con el mundo bajo mis pezuñas... y el hocico en el cielo...

Be water, my friend...

martes, 11 de enero de 2011

MAÑANA... SIEMPRE MAÑANA...

"Mañana", tres sílabas, cargadas de esperanza... seis letras, para definir poco menos que el Nirvana, el lugar donde todos los sueños se realizan, los enfermos se curan, y los viejos se vuelven jóvenes... y todos, juntos, entonan canciones de alabanza mientras tuestan nubes de azúcar en las llamas de la hoguera...

"Mañana"... Siempre estamos dejando las cosas para mañana, sobre todo, cuando empezamos el año, cargados de buenas intenciones como los políticos de ideas, no para solucionar la crisis, sino para echarle toda la culpa al del bando contrario... Es muy cómodo, aplazar la solución de todos los problemas para un "mañana" hipotético... "Mañana llamaré a la empresa para solucionar el problema de la nómina..." "Mañana me pondré a estudiar en serio, pero de verdad, para el examen..." "Mañana, sin falta, iré al gimnasio de nuevo... aunque sea solamente a verle el culo a la profesora de aerobic..." "Mañana, lo prometo, llamaré al dentista para pedir una limpieza de boca..." "Mañana me haré los análisis de sangre que llevo tanto tiempo demorando..."

Hay tantos "mañana", y tantas excusas, como personas... Pero no nos engañemos, que ese "mañana", en el fondo, es una herencia envenenada... Porque en él estamos depositando no solamente nuestras esperanzas, sino también los problemas, los sueños, las intenciones, las soluciones, las cosas que nos molesta hacer o pensar, las decisiones complicadas... Y, en el fondo, lo que no hacemos es vivir... ni afrontar los pequeños y grandes retos del "mañana"...

El día de mañana...
Por supuesto, y como diría el doctor Maslow, si no tienes las necesidades básicas cubiertas, es decir, alimento, comida, hogar, trabajo; no te puedes poner a pensar en las necesidades superiores: de pertenencia al grupo, de referencia, las intelectuales... Es decir, si te estás muriendo de hambre en una calle de Madrid o de Barcelona, tirado en un portal, y con una jeringuilla todavía colgando del brazo, no te planteas un futuro, ni a corto, ni a medio plazo... Si estás enfermo en un hospital, rodeado de médicos, de enfermeros y sanitarios, cagando en un pañal, y en una situación de dependencia, no te planteas el mañana... O si eres feliz de verdad, con todo tu pequeño mundo bajo control (casa-coche-gato-mujer), el "mañana" tampoco existe... 

Del Diablo se decía, antaño, que su mayor triunfo es precisamente el habernos convencido de que no existe... Pues bien, el término "mañana" debería figurar bien alto en la pila de palabras y sentimientos que esclavizan al ser humano, a poca distancia de otros monstruos, como "felicidad", "amor", "tristeza", "futuro", "religión", "esperanza", "miedo" o "bondad"... Porque el "mañana", siempre y cuando nos ubiquemos dentro de un marco de referencia acogedor y con el nivel justo de problemas, es la mejor excusa para no hacer nada, para dejar que las cosas sigan igual que ahora, en este "presente" que tanto nos agobia, o relacionado con ese "futuro" que nos da miedo, que está lleno de incógnitas que nos asustan, y que, en el mejor de los casos, nos recuerdan que somos seres humanos, con nuestros miedos y esperanzas...

"Omnia ora, ultima necat", decían los pensadores griegos y romanos.. "Las horas pasan, la última mata"... No se trata de ser especialmente pesimistas, a pesar de las contribuciones de la vida real en este sentido... Al revés, se trata de tomarnos la vida en serio, aprovechar mejor el escaso tiempo libre que tenemos o el exceso del mismo, para actuar, para hacer algo, y dejar de pensar tanto en el "mañana"... y de hipotecar nuestra vida por algo que, de todas formas, no está en nuestras manos... Cuando eres joven, todo te parece sencillo, crees que te vas a comer el mundo con patatas, que vas a conseguir tus sueños, que vas a ser feliz... y luego, la vida real se encarga, muchas veces, de ponerte en tu sitio... Es entonces, cuando las certezas de la vida se cargan los sueños de la juventud, cuando terminas cayendo en las garras del "mañana"...

¿La alternativa? Darte cuenta de que el "mañana" no existe, al menos, en este preciso momento... Que lo único que tienes realmente en tus manos es el presente... y que de ti depende el no desperdiciarlo... Y compruebas que los grandes problemas que has estado aplazando para "mañana", igual no son tan grandes, o ni siquiera está en tus manos el solucionarlos...

Porque lo mismo, para ti, o para mí, no habrá un "mañana"... Porque en cualquier momento, de la forma más estúpida o más sangrienta, puede terminar la vida... Sales del trabajo, estás cruzando la calle, y un coche te atropella... con tan mala fortuna que además de romperte las piernas, te partes la cabeza contra el asfalto... Estás en tu casa, tranquilamente con el ordenador, cae un rayo en la antena colectiva de tu casa, y te electrocutas al presionar la tecla "supr"... No sé, cae un avión sobre tu casa, y te conviertes en la víctima 113... A tu compañero de trabajo se le cruzan los cables, y decide jugar contigo a la ruleta rusa con el arma reglamentaria... Estás en la ducha del gimnasio, te resbalas y te partes el cuello... O bien te mueres mientras duermes...

Son mil y una maneras de decirte, que el "mañana" es una mentira, la más grande de todas... Y que siempre debería estar en tus manos el decidir el tipo de "mañana" que deseas tener... pero luchando por él, como objetivo, desde el presente... y no recurriendo a él como excusa para no actuar desde el pasado...


COMPLEJO DE DANONE...

Más o menos, es así como me he quedado esta mañana, al salir de la consulta del médico... aunque al mismo tiempo, he respirado, aliviado, al comprender que, por esta vez y de momento, me libro de la operación... lo que no impide que haya tenido pesadillas esta noche, alternando la escena de "Star Wars" en la que Darth Vader le corta la mano a Luke Skywalker... y otra peli, de ladrones en Arabia (y no me refiero a los jeques actuales...), y le cortan la mano al niño... Aunque también he soñado con el Capitán Garfio... y me quedaba bien el implante... Una peluca, esos trajes de época, y a triunfar asustando a los jubilados en "El tren de la bruja"...


¡No iba a estar guapo ni ná, con garfio y peluca!

No es la primera vez que tengo problemas con mi muñeca derecha... y que nadie os engañe con lo del deporte y la vida sana... La primera vez que me jorobé la muñeca fue durante unos combates de Judo... La segunda, en un partido de fútbol en el instituto... La tercera, durante una marcha de alta montaña (resbalé en una zona complicada, y me sujeté lo mejor que pude)... Luego vinieron un par de lesiones secundarias, algo de bricolaje intensivo... y simple mala suerte... que todos los golpes van a parar al mismo sitio...

El resultado, un dolor sordo, casi permanente... A través de la sociedad médica, consulté con varios especialistas, detectaron un "síndrome de impactación radio-escafoidea, con necrosis del escafoides", y al final, me sometí a una operación bastante molesta en 1997, consistente en recortar el radio medio centímetro, y realizar unas micro-perforaciones para drenar el escafoides... Vamos, los típicos huesos que nunca tienes muy claro dónde están, ni para qué valen... hasta que te duelen...

Por supuesto, y teniendo en cuenta el "síndrome del recomendado", como buen hijo de médico, la operación fue un desastre moderado, y combinado con las malas artes de un fisioterapeuta bastante sádico y bastante inútil de un centro de prestigio, y mi tolerancia creciente al dolor, tardé casi tres meses en poder volver a utilizar la mano derecha... Y todo por una operación de una hora... y un mes de escayola...

Igual que en la película "Lo que el viento se llevó", Escarlata O´Hara se promete que "nunca más volveré a pasar hambre"... yo me prometí no volver a pasar más por quirófano... Han pasado 14 años desde entonces... y me sigue doliendo la mano... se me duermen los dedos... y tengo más o menos la mitad de fuerza que en la izquierda, siendo diestro... Aguanto, a base de aspirinas, procuro no coger peso, y sobre todo, no escribo a mano si puedo evitarlo... Menos mal que mi trabajo se hace casi todo con ordenador... y, por supuesto, sigo haciendo el bestia de vez en cuando, mucho bricolaje, algo de movimiento de muebles, y me gusta coger en brazos a nuestro gato, una fiera corrupia de seis kilos y pico...

Ahora, las últimas pruebas revelan que el estado de las dos manos es muy parecido, al menos es lo que se ve en la gammagrafía ósea; la evolución del contraste es muy similar, hasta el punto que lo denominan "imagen en espejo"... y la salvedad de que la mano y la muñeca derechas me duelen casi siempre... y la mano y muñeca derecha casi nunca... ¿Resultado de análisis de sangre, gammagrafía, TAC y algo más que no recuerdo? Las pruebas no son concluyentes, no se ve una lesión osea o de los tendones y ligamentos, y me derivan hacia el reumatólogo, para que me mande toda una serie de pruebas complementarias...

Empiezan a sonar otras palabras que no me gustan demasiado.. Reuma... Artritis reumatoide deformante... Y lo pero es que hay cierto historial familiar de dolencias articulares... De momento, tengo la impresión de que se aleja el fantasma de la operación... pero con cuarenta años y pico, lo que realmente me preocupa es algo muy distinto... El no poder coger en brazos a mi hijo, si alguna vez llego a tenerlo...

Mientras tanto, pues eso, con complejo de Danone... es decir, "Sigue buscando", grabado a fuego en mi pobre muñeca derecha... Y la mano y muñeca izquierdas me han empezado a doler desde esta mañana... mucho...

domingo, 9 de enero de 2011

EL AÑO MÁGICO...

POR UNO DE ESOS MISTERIOS QUE RODEAN A INTERNET, ESTA ENTRADA HA DESAPARECIDO DEL BLOG... Y, SIN EMBARGO, ES UNA DE MIS FAVORITAS...


Erase una vez... un niño triste... que veía pasar la vida, sin demasiado aliciente... Era un niño pequeño para su edad, extremadamente tímido, y cuyo mayor refugio, al menos en la escuela, era la lectura... ¡La de horas que pasó en la biblioteca, adentrándose en los mundos de tinta! El mundo, en general, era demasiado grande para él... Y eran demasiadas cosas las que no entendía: los clanes en las aulas, las bandas en el patio, un complejo sistema de castas... Su mayor apoyo, como no podía ser de otra manera, era su abuelo, y con él se relacionaban sus mejores recuerdos... A su madre no la trataba demasiado, cosas que pasan... Su hermana era una presencia constante... Y su padre... cuando estaba de buenas, algún buen recuerdo que otro le dejaba...

Pero aquél niño, por encima de todo, se sentía inmensamente solo, contra el mundo, y mirando atrás sin ira, eran pocos los momentos felices, en lo que a la amistad se refiere, que recordaba... Se refugiaba en la Biblioteca, en la lectura, el estudio, y poco más... Y su mundo, su vida entera, parecía estar compuesta por una inacabable y monótona sinfonía de grises y negros... Y los días pasaban, con algo de suerte, sin dejar huella... El único aliciente podrían ser las vacaciones, un puñadito de sueños y, por supuesto, la esperanza de encontrarla a ella... Puesto que, para colmo de males, aquél niño, Pablito, era un romántico empedernido, capaz de enamorarse de una imagen, de un sueño, de una colonia, de un verso... por supuesto, todo ello, en la más estricta distancia... ya que era tan bajo su nivel de estima, que le parecía imposible que alguien le quisiera... Amores silenciosos e imposibles...

Mas todo aquello, su mundo entero, cambió el año mágico... 1983... es decir, unos meses después de 1982... y unos meses antes de 1984... más o menos, cuando los Dinosaurios todavía caminaban por la superficie de la Tierra... o en todo caso, cerca del Diluvio Universal... Y fueron tantos los cambios en su vida, que retrospectivamente, no se lo podía creer...

Fue el año de "Karate Kid", película interpretada por Pat Norita y Ralph Macchio, que ha servido de inspiración a tantas otras, incluyendo "The Karate kid", con Jackie Chan... Pablito tenía ganas de aprender algo nuevo, de formar parte de un grupo, de empezar desde cero, en alguna actividad que le hiciera sentirse bien, y de paso, pudiera servirle para sentirse seguro... Mientras veía la película, se puso a pensar... "¿Y si me pongo a estudiar Karate en un gimnasio?" Dicho y hecho, se apuntó a un "dojo" donde enseñaban Judo y Jiu Jitsu, muy cerca de su casa, llamado "Banzai", dirigido por Rafael Ortega, y cuna de campeones de judo en los años 80 y 90... Allí, poco a poco, y durante cinco años, fue aprendiendo (y olvidando) técnicas de artes marciales, que le permitieron, sobre todo, sentirse más seguro, y no tener tanto miedo...

El segundo gran cambio, se lo encontró en el aula, y en un banco del instituto... Una hermosa chica pelirroja había repetido curso, y de alguna manera, se sentía igual de sola que él... Quizás era algo que estaba escrito, que tenían que encontrarse, y descubrir que ya no estaban solos... Fue una amistad fronteriza, en muchas ocasiones frisando el amor... al menos por parte de él... Y solo por el hecho de estar juntos, el mundo era un lugar más agradable... Atrás han quedado cientos de horas de charla, de conversaciones intrascendentes, muchísimas pellas en clase de latín, para ir al cine en La Vaguada, de miradas en medio del aula, como diciéndose mutuamente "¿Nos vemos luego?", muchas citas para comer o cenar juntos... Han pasado ya más de 25 años desde aquél encuentro, y Pablito todavía sonríe al pensar en ella... y sigue preguntándose por el sabor de sus labios, cuando quedan para comer... o para dar una vuelta...

El tercer cambio fue a la vez un lugar, y una persona... El instituto organizó la estancia de los chavales en un pequeño pueblo de Cantabria, llamado Bárcena Mayor, dentro de un albergue... El pueblo era, y sigue siendo, una hermosa mezcla de casas de piedra, tejados de pizarra, campos, un río, y personas con la cara marcada por el tiempo... Había solamente una tienda, que estaba a pocos metros del albergue, y en ella nos aprovisionábamos de todas aquellas cosas, tan necesarias, para un niño: chuches, chuches... y más chuches... aunque algunos intentaban comprar cigarrillos... Era, y sigue siendo, un lugar mágico, que vive fuera del tiempo... Las actividades eran muchísimas: dibujo, talleres de lectura, de cuenta cuentos, algo de música, y entre los monitores había personajes fascinantes, como un gaitero y sus historias, o un cocinero que inventaba platos increíbles... Fueron unos días mágicos, pero lo que Pablito recordaba mejor, era la marcha que realizaron durante dos jornadas, durmiendo en una ermita abandonada en medio de los campos, y culminando en Cabezón de la Sal... Aquella madrugada, no pudo dormir: se quedó velando el sueño de los compañeros... bueno, sobre todo de una compañera... a la luz de las llamas...

El cuarto cambio, fue patrocinado por una persona: Enrique, el director del campamento, además de monitor, cuenta-cuentos, y sobre todo, persona cercana y entrañable, que por primera vez al margen de su abuelo, le hacía sentirse bien... y le animó a escribir, a perseguir los sueños, a no rendirse... a confiar en sí mismo... Y por encima de todo, le demostró que no estaba solo... Durante mucho tiempo, muchísimos años, se estuvieron escribiendo, numerosas cartas que todavía se conservan, entre un adolescente y la persona que le animó a luchar... Una decena de años después, Pablito regresó a Bárcena Mayor, repitiendo la misma marcha, en solitario, acampando en la misma ermita desierta...

Cuatro cambios, que modificaron, de alguna manera, la vida de Pablito... mi vida... y que hicieron de 1983 al año mágico...

sábado, 8 de enero de 2011

RECORDANDO A LUCÍA...

Quizás ella fuera la única persona, de mi relativamente corta experiencia como docente en diversos institutos de Madrid, a quien recuerdo con cariño... Con auténtico cariño, quiero decir... Tal vez porque era la alumna más brillante que he conocido, y porque destacaba como una princesa de cuento de hadas en mitad de la mediocridad imperante en 1º de la Eso de aquél centro... No, todavía no tengo hijos, pero al conocerla, no pude evitar pensar que sus padres tenían mucha suerte de tenerla como hija... o que a mí tampoco me importaría tener una hija como ella...

Era la primera vez que obtenía una vacante de curso completo... y también la primera vez que ejercía de tutor de un grupo.. Aquél grupo de 1ºB... Recuerdo muchas de sus caras... algunos de sus nombres... y cómo les costaba aprender un idioma que les era desconocido... Los jueves por la mañana, tenía doble sesión con ellos: primero de tutoría, aunque les dejaba bastante libertad para leer, estudiar... y luego, después del recreo, clase de francés...

Con ellos, con mi grupo de 1ºB, compartí aquella mañana del 11-M... Mientras me dirigía al instituto por la M40, no paraba de ver un flujo constante de ambulancias, que bajaban en procesión hacia Madrid, en medio de un caos ordenado de luces, sirenas... Cuando llegué a clase, estaban todos muy nerviosos, como es natural... Yo también lo estaba... No pude hacer otra cosa que intentar calmarles... Los padres de algunos alumnos cogían esos trenes para bajar a Madrid.. Y yo también conocía gente en el instituto de Santa Eugenia, donde estuve dando clases durante unas semanas el año anterior... Recuerdo que nuestro mayor afán era conseguir cobertura con los teléfonos móviles, pero las líneas estaban saturadas... Muchos padres vinieron a buscar a sus hijos durante la mañana...

Después de aquella experiencia, y del minuto de silencio que guardamos casi todos los alumnos y profesores del instituto el día siguiente, salvo los habituales cafres de 4º A y 4ºB, que aprovecharon para fumar un cigarrillo, algo cambió en la clase... No sé, dicen que pasar juntos una mala experiencia une a la gente, pero creo más bien que se olvidaron de ello... A los 11 años, tienes demasiadas cosas importantes en las que ocuparte, como para andar pensando en muertos y heridos... Sí, yo estuve allí, recorriendo, en silencio, las calles de Madrid el día 12, bajo la lluvia...

El resto de los meses transcurrieron con los problemas y sinsabores habituales, cuando tratas de enseñar una asignatura secundaria, optativa y escasamente considerada... Me cansé, es cierto, de pelearme con los alumnos de 3º y 4º, los primeros no venían a clase, y los segundos convertían cada sesión en una pelea de gallos, y raro era el día en que no tenía ganas de expulsar a alguien por su mal comportamiento... Y el principal aliciente seguían siendo los de siempre, los chavalitos y chavalitas de 1º... Eran como esponjas, muchos de ellos estaban interesados en la materia, y los otros, al menos, no molestaban demasiado... Era fácil quererlos... Incluso a Nerea o a Iván, los más alborotadores, les terminabas cogiendo cariño... Pero ella, Lucía, destacaba por encima de todos, unos ojos hermosos que miraban el mundo con hambre de infinito, y una inteligencia privilegiada... Era la mejor en todas las materias, en cerrada competición con otras dos o tres chicas... y durante todo el año, tuve el gusto de comprobar su evolución... Al conocer a su madre en la tutoría, comprendí de quién había sacado sus hermosos ojos. Me pidió que le echara una mano, porque tenía algunos problemas con sus compañeros, básicamente por celos... y creo que no salió mal la jugada...

Lo hice lo mejor que pude, lo que no quiere decir que lo hiciera bien... Y cuando terminó el curso, abandoné la docencia... aunque primero me abandonó ella a mí... Me presenté una vez más a las oposiciones, por prescripción familiar, y lo dejé... No me arrepiento de haber abandonado la docencia, sobre todo partiendo de la base de que nunca me gustó, nunca tuve vocación... Por eso, ahora no voy a decir que añore la enseñanza, ni mucho menos a criticar a los alumnos por ser como son (algunos de ellos, auténticos cafres sin ninguna motivación por el estudio)... Pero, durante todos estos años, de vez en cuando me acordaba de ella, de Lucía... Ayer por la mañana, movido quizás por la nostalgia o el aburrimiento, la busqué en internet... Y la encontré... Verla de nuevo, después de tanto tiempo, recordarla como una niña de 11 años, y ahora la veo como una hermosa adolescente de 18, que por si fuera poco ha sacado una de las mejores notas en la selectividad de los últimos años... Mirar una vez más sus preciosos ojos... Y escucharla... que hablase de la importancia del papel de los padres para superar los malos momentos... o de su intención de estudiar medicina...

No sé... De repente, he vuelto a sentirme orgulloso de haber sido su profesor, su tutor, aunque fuera solamente durante un curso escolar... Y, por supuesto, con todos los profesores que habrán pasado delante de ella durante estos años, es imposible que se acuerde de mí... Pero me gusta pensar que, aunque fuera en una minúscula parte, he podido contribuir en su formación como persona... Y me siento muy orgulloso de ella...

Debe ser que me estoy haciendo mayor...


jueves, 6 de enero de 2011

EL RUGIDO DEL GATO

A veces, encuentro agotador el vivir en la Edad Media... o simplemente, el ser un varón heterosexual de mediada edad... Yo pensaba que la adolescencia era muy complicada, por todos los cambios hormonales, sentimentales, sexuales, laborales, físicos... O que tampoco es fácil ser un jubilado, con tu pequeña pensión y tus grandes gastos, que todo se vuelve grande cuando el capital es pequeño, o inexistente... Pero no, en ambos casos, debo admitir que estaba equivocado... Lo realmente jodido es la Edad Media, más o menos, la cuarentena...

Dicen por ahí que el comienzo de cada década es muy complicado, no solo por el hecho de cambiar el dígito que puntúa tu vida, sino porque de repente eres demasiado joven, y demasiado viejo... al mismo tiempo... Eres demasiado joven para el cansancio que invade tu cuerpo algunas mañanas, y padecer una fuerte jaqueca sin causa justificada, o para que te duela tanto el alma que solo aspires a regresar a la cama... Y demasiado viejo, para no mirar atrás en tu vida y pensar en todas las encrucijadas que atravesaste, las personas que desaparecieron y, sobre todo, los sueños que perdiste por el camino...

Además, te vuelves un experto negociador... entre tus realidades y tus ficciones... tus sueños y tus ideales... Y sigues adelante... cada día... y cada noche... Soñando con un tiempo dado, en el que podrás hacer balance, quizás en la próxima década, y verás que todo ha salido más o menos bien, que has ido cumpliendo algunos de tus sueños, que casi todos tus miedos han pasado de largo...

Y que le has plantado cara a la vida... que has sido capaz de sacar de tu corazón de gato, el rugido del león...

martes, 4 de enero de 2011

ESQUIVOS BUENOS RECUERDOS...

Quizás nunca mejor que hoy, cuando sigo mirando el mundo con ojos de lunes, un poco cansados, para empezar a recordar... a mi padre... En algunas ocasiones, bien por comparación con mi abuelo, o por omisión manifiesta, su forma de ser, y sus recuerdos, se han dejado sentir en el blog... Podría contar muchas cosas sobre él, algunas buenas, otras malas, pero como las malas ya están demasiado incrustadas en mi forma de ser, prefiero sobrevolar las positivas... tal vez por esa necesidad de adentrarme en el nuevo año algo más libre de lastre inútil de lo que salí el anterior... Casi todos los recuerdos que hoy comparto contigo se remontan como muy tarde a cuando yo tenía catorce años... y cito solamente los buenos... que los malos ya los tengo demasiado presentes en mi corazón...

Recuerdo la ceremonia del pavo, que se repetía de manera indefectible, en la nochevieja... Poco importaba que nos sentásemos 12 a la mesa, o que fuéramos 5... el pavo relleno, con receta libremente adaptada de mi familia alemana, era la ocasión de todo el año en que mi padre sacada a relucir sus dotes culinarias... Los ingredientes, supongo que eran los de siempre: un pavo bien cebado, cebolla, carne picada, ciruelas, nueces picadas, el hígado del pavo, lonchas de beicon, más ciruelas deshuesadas... La preparación llevaba un par de horas largas, otro tanto de horno... Y cuando lo llevábamos en procesión hasta la mesa del comedor, lo flambeábamos... para cantarle el "Happy pavo to you..." Y nos pasábamos una semana entera comiendo pavo, guarnición, salsas...  Con el paso del tiempo, la familia ha ido menguando... y el pavo se ha convertido en pollo deshuesado relleno... Mi padre cocinaba dos o tres veces al año... pero siempre era un espectáculo: sus otras recetas favoritas eran la chucruta a la alemana (con tocino, varios tipos de salchichas...); el "goulage" (picantito...) y el "steak tartare"...

Otro fragmento de mi infancia era el tradicional viaje hasta la costa... Mi padre se acostaba alrededor de las ocho de la tarde, para intentar dormir unas cuantas horas, antes de ponerse en marcha... En la casa, aquellos remotos tiempos, no se escuchaba ni un ratón: todos reunidos, con la tele muy bajita, mientras pasaban las horas... Como él era el único conductor de la familia, era quien marcaba los horarios, pero no le gustaba conducir de día... Y sobre la una de la madrugada, en cuanto abría los ojos, llegaba el bonito procedimiento de cargar todo el equipaje de cinco personas, incluyendo una tele de catorce pulgadas y una lavadora azul de la marca "Jata", dentro de un venerable Renault 6 de color blanco, llamado "Copito"... Era como jugar al "Tetris", pero con maletas, sombrilla, sillas de playa, equipaje y las inevitables maletas llenas de libros... Un largo viaje al otro extremo de la noche, hacia las cálidas arenas de Cullera... Mi padre, fumando incansablemente para mantenerse despierto, mientras casi todos los demás dormíamos... El final del viaje siempre era el mismo: escuchando "Valencia", con la soberbia voz de Alfredo Kraus... o bien "En forma", de Glen Miller... Y las primeras luces del día nos pillaban, casi siempre, mirando el mar...

Era un apasionado de la música clásica, sobre todo de Beethoven, Mozart, Mahler... Y las óperas, en alemán o en italiano... Durante algunos años, nos llevaba a mi hermana y a mí al Teatro Real, para asistir a los conciertos de música clásica desde el gallinero, al final de la jornada... Era una gozada, aunque muchas veces, me quedaba dormido, no porque me disgustase lo que estaba escuchando, sino de puro cansancio... Yo era muy pequeño, es cierto, pero mi hermana lo era más, y sin embargo, no se dormía... Recuerdo muchas tardes, utilizando una pequeña linterna para seguir la partitura de "La Pasión según San Juan" de Johan Sebastian Bach... y mientras que él leía directamente el texto en alemán, yo tenía que consultar a la vez la letra en español... Eso sí, por mucho que lo intentó, sigo odiando la ópera en francés...

También era un gran lector, compulsivo, a quien era tremendamente raro ver sin un libro en la mano... y sin un cigarrillo en los labios... Se dejaba guiar por sus grandes pasiones, la música, la cultura... y tenía sus autores fetiche: Marañón, Galdós, Christian Jacq (para todo lo relacionado con Egipto), Laín Entralgo (su ídolo),  Fernández Álvarez (en novela histórica), Tom Clancy (intriga), Robin Cook (medicina)... Igual se pasaba una semana releyendo historias de "El Coyote", que la siguiente estudiaba egipcio con mi hermana... Conservamos muchos libros suyos, incluyendo una densa selección de biografías de genios de la música clásica en varios tomos... o sesudos análisis sobre la política en España, los partidos... y una enorme colección de libros en francés... que dudo mucho que vayamos a leer alguna vez...

Le gustaba viajar, igual que a mi madre... y gracias a los billetes de Iberia (mi madre trabajaba en el departamento de ventas por teléfono), hemos recorrido muchos países, conocido muchas ciudades, y vivido experiencias que ahora añoro... Eran viajes en familia, aunque pocas veces nos acompañó mi abuelo, sin contar aquél viaje a París, o la tradicional migración al Mediterráneo... y todo estaba milimétricamente planificado, como si se tratase de una operación militar: las maletas perfectamente empaquetadas, las guías a mano, el dinero, oculto muchas veces entre el cinturón especial y la bolsa en faltriquera de mi madre, los hoteles escogidos en función de su facilidad de acceso al transporte o de su emplazamiento... De vez en cuando, contratábamos los servicios de un guía local, pero casi siempre era una aventura... Mi madre siempre decía que era mejor viajar menos que algunos de sus compañeros, pero hacerlo con toda la familia...

También era tradición, un par de veces al mes, recorrer distintas zonas de España: la ruta de los castillos, la del románico catalán, la del gótico... Eran jornadas muy largas, agotadoras, que dejaban en mi interior la sensación de no estar a la altura, para asimilar tantos conocimientos, en tan poco tiempo... También hemos cruzado España entera en un fin de semana, para ver una exposición en Santiago de Compostela y  otra en Gijón... y hemos seguido en su peregrinar casi todas las ediciones de "Las Edades del Hombre"... Se quedó con muchas ganas de hacer "la Ruta del Quijote", o la "Ruta de la Plata", quien sabe, igual las terminaré haciendo yo...

No era hombre de acción, ni fan de ningún deporte, como mucho, le gustaban los toros, y fue a varias corridas con mi hermana, sobre todo le atraía el rejoneo... Yo siempre me negué a asistir, incluso a ver esa desgraciada fiesta nacional. También le atraían los saltos de esquí, especialmente los campeonatos de Año Nuevo... Y de muy pequeños, jugábamos al fútbol ocasionalmente en el patio de mi abuelo...

La cultura, en todas sus variantes, era su obsesión... Mantenerse informado, investigar cosas, escuchar su música (que no la mía)... Ahora bien, las cosas tenían que hacerse siempre a su manera, y mi madre tenía bien poco que opinar... y mi hermana o yo, mucho menos...

Sí, es posible que este puñado de recuerdos, unidos a tres o cuatro momentos de compartir inquietudes, como durante algunos tramos de la enfermedad de mi madre o la de mi abuelo, no parezcan gran cosa, para treinta y dos años de convivencia... Pero es lo que hay... Y si hubo más, en este momento, no lo recuerdo... Puesto que incluso para los buenos momentos, mi padre se guiaba por lo que podríamos llamar "oligarquía del conocimiento"... o "despotismo ilustrado"... Su voluntad era ley, por ser el más grande, el más fuerte, el más culto, el más preparado, desde cosas tan sencillas como escoger el programa de la tele, la peli en el cine, incluso mi ropa... Y todas las raciones de cariño, de afecto, de paciencia, o cada vez que yo,  simplemente, necesitaba alguien que me escuchase... recurría a mi abuelo...

Pero todo eso comenzó a cambiar... cuando yo cumplí los trece años... durante aquél año mágico en el que me fui reafirmando como persona...


lunes, 3 de enero de 2011

LA CONQUISTA DEL CAFÉ...

La casa está tan en silencio como cualquier otra mañana... y, sin embargo, sobre los ronquidos del gato, se impone un extraño sonido, mezcla de gorgoteo y explosión de vapor... La cafetera está en marcha, con la cantidad justa de agua y electricidad para que me dé tiempo a ducharme y vestirme, para llegar, puntual, a la cita... Y no es otra cosa que el brebaje, denso, negro como una noche sin sueños, sin luna... como el aroma se expande lentamente por el aire, y va despertando recuerdos en toda la casa...

Mi padre se levantaba antes que yo el fin de semana, y los efluvios de esta amarga infusión me llegaban, arrancándome lentamente del profundo sueño, y de niño, disfrutaba asomándome sobre su hombro... Yo era muy pequeño, y él me parecía tan grande, y yo seguía con interés su primer rito de la mañana, verter la cafetera hasta su gran taza, después azúcar, y terminar "asustando con leche" el aromático café...

Siempre estaba leyendo mientras desayunaba, a veces el periódico, mas casi siempre, un libro... Era, me parece, su momento preferido del día, el comienzo de una larga mañana fuera de casa... Después de comer, otro café... pero este, con menos parafernalia, sobre todo,  si había pacientes a primera hora en la consulta...

Todavía recuerdo la primera vez que mi madre nos puso café a los dos... Aunque yo tomé leche asustada con café, y mi padre, café asustado con leche... Fue prácticamente un rito iniciático, o de madurez, el dejar atrás la leche sola o con Nesquick... Pero, sobre todo en los meses sucesivos, cuando yo descubrí que el café, cuanto más negro, más despertaba, tuvo lugar una incruenta batalla: el primero en levantarse, liquidaba el café preparado por mi madre, y no tenía más remedio que hacerse él solo otra cafetera...

Es cierto, no era tan complicado... Solo era necesario vaciar la cafetera pequeña, cargarla de nuevo, ponerla al fuego, y esperar unos minutos... Muchas veces, me parece que yo me tomaba el café con más ganas por fastidiar a mi padre, que porque me apeteciese realmente... Las hostilidades terminaron de la manera más lógica: mi madre compró una cafetera mucho más grande, y la compartíamos entre los dos... Se diría que el café sabía mejor si lo preparaba ella...

Durante muchos años, compartimos ritual, cafetera, y nuevas luchas por el poder y el espacio en la encimera de la cocina, mi libro evidentemente ocupaba menos que su periódico... y la única forma de desayunar tranquilo era esperando el segundo turno... o directamente, aplazándolo hasta el instituto (donde por cierto no había cafetería) y la facultad... Aquellos cafés en la barra del bar, con el croisán a la plancha con mermelada, o el Donut si te corría prisa...

Con la enfermedad, mi padre dejó de tomar café, pero mi madre tomaba el relevo, y las mañanas seguían oliendo a magia negra y antiguos ritos... Luego, durante una temporada dejé de tomar café para desayunar... Y ahora, por falta de tiempo, mas sobre todo por pereza, ya no tomo café en casa... salvo aquellas veces en que mi suegra lo ha preparado el fin de semana, cuando vienen a vernos... y sigo desayunando en la cafetería del trabajo...

El primer café de la mañana... Lo que me despierta todos los días... Que me ancla a la vida... Que me ayuda a concentrarme... Con su toque de amargura, a pesar del azúcar... Y con la promesa de que habrá otro día, otro amanecer... 

sábado, 1 de enero de 2011

UN AÑO POR DELANTE...

Las campanadas de la Puerta del Sol han terminado de condenar al exilio, y al olvido, al año 2010... Pobre, desdentado, arrastrando su viejo baston por el enlosado sobre el kilómetro cero, se ha cruzado con el año nuevo, un recién nacido... Y, mirándole con pena, nacida de la experiencia, de los golpes y embustes, de los dolores del corazón desgarrado y de las ilusiones perdidas, le ha dicho algunas palabras, que por el bullicio de la gente, no ha logrado entender... Y, sin embargo, de haberlo conseguido, podría haber modificado su andadura vital... Pues eran una antigua frase, pronunciada por una sonriente calavera, en la Universidad de Salamanca: "Como te veo, me ví... como me ves, te verás..."

Aquél, y no otro, era el mensaje del año viejo, del 2010... y si lo aplicamos a nosotros, a los seres humanos, no deja de ser igual de cierto... aunque se refiera, principalmente, a nuestras ilusiones, sueños, esperanzas, felicidades, planes, proyectos y, sobre todo, en estas primeras horas del año recién estrenado... a nuestras intenciones...

No es malo, ni negativo o deprimente, el tener buenas intenciones... Lo malo es darte cuenta de que, un año más, se han quedado en eso, en intenciones... Tienes, tenemos, por delante 364 días (y unas horas), para intentar ser un poco más felices, un poco más generosos, sinceros, amistosos, soñadores... Para cumplir algunos de tus sueños, siempre y cuando seas capaz de luchar por ellos... Para dejar atrás algunas de tus pesadillas... y quizás, incluso crearte unas nuevas...


Aprovecha el tiempo, escribe si te apetece tu lista de buenas intenciones para el resto del año... y no la olvides en un bolsillo de la cartera... Lucha por ellas... y dentro de un año... veremos el resultado...

Cordiales maullidos desde Madrid...