lunes, 27 de diciembre de 2010

ENTRE EL CONTROL Y EL AMOR... **

Lucha de poder...
Casi siempre, me alegro de ser géminis, y un poco cabra loca... porque de esa manera, puedo experimentar tantos cambios en mis estados de ánimo, que difícilmente me llego a aburrir... Siempre estoy mirando más allá del momento, del horizonte vital, temporal y emocional, buscando algo más allá del arco iris (queda mucho más bonito en inglés, "somewhere over the rainbow...", y es una gran canción)... Los mundos de tinta no dejan de ser una manera de experimentar con la realidad, con las barreras, límites y frustraciones... y también, de la necesidad de tener el control, al menos, de uno de los aspectos de mi existencia... Mi mujer dice que yo escribo incluso en sueños, y no me extrañaría nada que así fuera, puesto que si me viene una idea en mitad de la noche, tengo que levantarme y escribirla, para que no se escape...

"Tener el control", así, con negrita, no deja de ser una de mis mayores aspiraciones... Siempre y cuando pueda tenerlo en aquellos aspectos de mi vida que considero importantes... Por ejemplo, en el trabajo... No soy bueno como jefe, pero se me da bien acatar órdenes cuando tienen algún aspecto de sentido común, y tratar de encontrar maneras de hacer las cosas más fáciles para todo el mundo...

Me gusta conducir, sobre todo, en carretera... Es lo más cerca que se puede estar de la libertad: centenares de kilómetros por delante, un GPS que te indique el camino, el depósito lleno (o, en su defecto, la tarjeta de crédito con saldo suficiente)... Me relaja, un  largo viaje por carretera, hacia el límite de la noche... Solo o acompañado, me da igual... todo dependerá de la compañía...

Me da miedo nadar, aunque mi  madre se empeñó desde críos en que mi hermana y yo aprendiéramos a defendernos en el líquido elemento... y las clases de natación en el colegio tampoco ayudaron demasiado: más que profesores, teníamos a sádicos cuya mayor aspiración parecía ser el que hiciéramos largo tras largo en la piscina olímpica...

(Es curioso, cuando éramos niños, nos cambiábamos todos juntos, chicos y chicas, en el mismo vestuario, sin darle la menor importancia a la convivencia de nuestros cuerpos en un espacio bastante sepulcral... Luego, a los 11 años, o quizás fuera a los 10, nos llevaron a dos vestuarios colindantes, y a partir de ese momento, se despertó nuestro interés por el otro sexo... Me pregunto si seguirá allí el agujero que hicimos laboriosamente con un berbiquí, y que tapábamos con papel de rollo mojado...)

Quizás no me gusta el agua porque soy miope, o porque implica perder completamente el control de tu cuerpo... por las malas experiencias que he tenido hasta el momento... o por haber visto demasiadas pelis en las que salían cosas raras de las profundidades... Lo más curioso es que me encanta bucear: con las lentillas puestas, y unas gafas, me lo paso bien... al mismo tiempo que controlo cualquier criatura que pueda acechar... en el fondo de la piscina... Ojo, no soporto ir a una piscina cubierta, y que me obliguen a nadar en manada... para eso, me voy al metro...

Odio el metro... y no es solamente por el olor a sobaco revenío de proletario, que después de hacer una guardia de 15 horas, yo tampoco debo oler mucho mejor, aunque uso colonia... No, es por todos los aspectos en los que tienes que renunciar a tu intimidad: te metes en un vagón lleno de gente, para un largo trayecto... y no hay sitio para ir ni sentado ni de pié... Por eso, aplico máxima fuerza a los deflectores de la famosa burbuja personal, y me parapeto detrás del libro, la música...

No soporto alzar la voz, ni las discusiones, quizás por un tema de genética, o de crianza... En el trabajo, muy pocas veces me han escuchado alzar la voz... Prefiero bajarla, y ametrallar con la mirada... Y creo fervientemente que el que grita pierde la razón, en la forma y en el fondo... Cuando era profesor de instituto... bueno, aquellos eran otros tiempos, y prefiero mantenerlos en el olvido... puesto que de todas formas, no me aportaron gran cosa...

Solo recuerdo dos veces en las que he perdido el control por culpa de unas cuantas copas, no recuerdo si fueron muchas o pocas, pero en ambas ocasiones estaba acompañando por varios amigos, por lo que nuestro estado fue colectivamente lamentable, con una monumental resaca el día después... y la duda, relativa, sobre lo que sucedió en aquellas horas... Cuando la cerradura de la puerta de mi casa se resistía a quedarse quieta... Son pecadillos que se cometen de joven... pero no de adulto... No comprendo a las personas que solamente beben para "desconectar" o para "olvidar"... porque la vida real siempre te estará esperando...

¡Por fin le han cazado!
Y en cuanto a las drogas... un par de porros compartidos con un amigo, hace 1200 años... Y otro par durante el servicio militar... Sí, soy uno de esos diplodocus que tuvieron que hacer la mili... y sigo pensando que algo aprendí en cuando a disciplina, obedecer órdenes, y mantener el control... Es curioso, solo me sentí orgulloso del uniforme una vez: cuando, con la gente de mi compañía de Boinas Verdes, estuvimos protegiendo el palco real el día de las fuerzas armadas, en el Paseo de la Castellana... Pero esa es otra historia...

Soy un obsesivo del control, me temo... De mi cuerpo, de mi entorno laboral, del "desorden ordenado" que impera en mi despacho... No uso jamás una agenda, prefiero colocar papelitos en el libro de cabecera, o como mucho, utilizar el móvil... Escojo mi ropa la víspera, y prefiero el negro a cualquier otro color (aunque tengo una camiseta verde-lima-eléctrico de la rana Gustavo/Kermit/Renée...), aunque no me molestan los colores oscuros... He clasificado los libros por autores y por géneros en las bibliotecas de mi casa... pero con las películas tengo un pequeño caos... 

¿Y toda esta confesión sobre el control, a qué viene? Pues quizás, para hablar también del otro gran tema de mi vida, el amor... Es bueno ser géminis... puesto que hay pocas cosas más antagónicas con el control, que el voluble y antojadizo Cupido... Y, sin embargo... me sigo enamorando, incluso del aire... Mientras que mi parte más racional sigue con los pies muy en la tierra, con mujer, casa, gato, familia, trabajo y otras zalamerías... mi parte más romántica, más soñadora, sigue atrincherándose en mi corazón y en casi toda mi mente... Y voy recordando antiguos amores perdidos, adolescentes o mujeres que me hicieron sentir mejor, y lentamente, a cada una de ellas consagro una entrada en el blog...

Y me enamoro de la sombra de una sonrisa, de unos ojos negros, y una melena azabache... y pienso en ella con mucha frecuencia... Es mi esquiva Musa... Aquél amor imposible, soñado pero no vivido, que me ayuda a seguir adelante, cuando todo lo demás me falla... Y que si fuera real, si existiera... sería la mujer de mi vida...

¿Existe el amor controlado? Yo creo que no... y, sin embargo, intento conciliar, en los mundos de tinta, ambas facetas... y el resultado, son varias centenas de historias, de versos, de sueños, de criaturas angelicales o tremendamente carnales, de amores ideados, pero vividos... y de sueños, olvidados...

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