domingo, 28 de febrero de 2010

CUANDO SE TE QUIEBRA LA VOZ


Y sus labios se cerraron, y no dejaron pasar las palabras, y el silencio se extendió desde su corazón hasta sus manos, y al quedarse estas quietas sobre el teclado, en cierto modo, se le secó la voz, o más bien, desapareció la inspiración...




No, ya no existe el miedo a la página en blanco, a no saber por dónde empezar una narración, o algo parecido a un poema, todo es mucho menos complicado, y casi parece algo de magia, cuando el texto aparece de la nada...



Pero un buen día, descubres que necesitas parar, que tienes demasiadas historias a la vez, que no todas ellas te gustan lo suficiente como para seguir adelante, seguir escribiendo, porque no disfrutas... Pues muchas veces, un relato corto no se merece segunda o tercera parte... Y otras, te nacen de las yemas de los dedos incluso algunas precuelas o secuelas que valen la pena...
Y recuerdas las historias que se te han quedado hasta el momento en el tintero virtual, las que has dejado aparcadas en las vías muertas de la memoria, las que no han crecido como tú quisieras, incluso aquellas que mejor no piensas divulgar de momento, pues tampoco se trata de publicar todo lo que escribes: ni tu prosa ni tus versos merecen unas obras completas, con el prólogo de un sesudo Académico...
No, solamente soy un francotirador de las palabras, y con eso, me basta. Por eso, mi avatar es un gato con un fusil de precisión... Disfruto contando historias, mejor dicho, escribiendolas, reorganizando personajes, situaciones, e ideas... y las lanzo hacia el espacio... buscando, eso sí, hacerte sentir, pues es lo que pretendo: al menos, no serte indiferente...

Por eso en estos días, he dejado de escribir, en todos los blogs... bueno, menos en el francés, pero ya subiré una traducción en los próximos días... Simplemente, necesitaba parar, respirar hondo, volver a localizar el camino que lleva de las manos al corazón y al cerebro... Y despacito, dejar fluir las ideas...


Nuevas aventuras nos aguardan, que nos pueden llevar a cualquier sitio, siempre y cuando decidas que caminemos juntos...

martes, 16 de febrero de 2010

PEDACITOS DE ETERNIDAD


Me gustan mucho todos los pequeños besos, que recojo de los labios de mi mujer... sobre todo, cuando ella no se lo espera... Son pedacitos de eternidad, hilvanados en la pequeña colección de anécdotas que conforman nuestra historia de amor... Dentro de un mes y pico, celebraremos catorce años juntos... Y cuando me sumerjo en mis recuerdos, veo tantos pequeños momentos, que sonrío involuntariamente...


Cuando pienso en ello, no puedo recordar un solo momento en el cual nuestros labios se hayan unido... y nuestros ojos se queden abiertos... Es uno de los pequeños secretos del amor: cuando amas de verdad, los ojos se cierran... Muchas veces, en casa, y con nuestro gato muy atento para prestar un testimonio como es debido, lo hemos intentado, Fátima y yo... pero al ver los esfuerzos del otro, esa mirada bizca, tartamuda... nos ha entrado un ataque de risa tan tonto, que ha sido completamente imposible...


Por eso, creo que salvo hacer el amor, un beso en los labios es una de las actividades más íntimas, más fascinantes, que se puedan imaginar... Por supuesto, hay millones de tipos de besos, tantos como personas se pueden besar en la Tierra, todos diferentes, pero el de Robert Doisneau es uno de los más conocidos... Sobre todo, por esa impresión de haber paralizado el tiempo, y por ese lánguido abandono, y su regusto a eternidad... En cuanto al cine, siempre me ha gustado el que le da Tony Curtis y Marilyn Monroe, o tal vez sea al revés, en la película "Con faldas y a lo loco"...



Todos nosotros conservamos, me parece, algunos pequeños recuerdos, que nos hacen sonreir involuntariamente, pero que antes podrían haber sido una catástrofe... Para mí, el más embarazoso fue cuando probé por primera vez el sabor de los labios de mi mujer... Soy el típico hombre que siempre ha funcionado muy bien como amigo fiel, como paño de lágrimas, pero sin olvidar nunca el aspecto platónico de la expresión, y por ello, pese a los cinco años de diferencia con mi mujer, mi experiencia en ese ámbito era nula... Al principio, no se lo podía creer... pero los hechos hablaron por mí...
Desde aquella madrugada, hemos aprendido muchas cosas juntos... Nuestros cuerpos se conocen tanto, que a veces nos cuesta distinguir los límites... Pero nos encanta, por la noche, que la otra mitad de la pareja (casi siempre soy yo... y muchas veces con el gato en brazos), salga a saludar al recién llegado... y comparta el sabor de la noche en los labios del otro... Por supuesto, ya no existe el encanto de antaño, y ya no somos "los enamorados que se dan besitos en el banco" ("Les amoureux qui se bécotent sur les bancs publics", de Georges Brassens)... Posiblemente porque en una relación tan larga, ya no necesitamos demostrarnos a cada momento nuestros sentimientos... Y hemos pasado por lo tanto "al tiempo de las caricias" (Le temps des caresses, de Charles Aznavour)...
¿La moraleja de esta pequeña historia? Que el beso es un acto de amor, de entrega, que aproxima los cuerpos y las almas... Y por eso, muchas veces, no son exclusivamente los labios los que se juntan, también son los ojos, y las almas, y el presente, y el futuro...

lunes, 15 de febrero de 2010

UN DIA "¡CÁGATE LORITO!"




¿Qué es más duro: que te den una mala noticia, o el tiempo de la espera? Bueno, en general, depende del tipo de noticia, pues las hay regulares, malas, muy malas, y "¡cágate lorito!". Sin duda alguna, las últimas son las que me dan más miedo... y no solamente porque no me hagan mucha gracia esos pájaros... También hay que recordar la Ley de Murphy, da igual, una cualquiera, según la cual si algo malo te puede pasar, sin duda lo hará en el momento menos oportuno, o cuando más graves sean las consecuencias... Supongo que Mr. Murphy estará cobrar una pasta de la SGAE por cada vez que nos referimos a él o a sus leyes, porque todo el mundo parece conocerlas...

Por ejemplo, típica ocasión emplumada: estás solito en casa, y con la resaca de los carnavales, se te ocurre probarte un vestido de tu abuela (con los inevitables floripondios de gran tamaño), te pones incluso algo de pintalabios, un horrendo gorro de ducha y, por supuesto, laz zapatillas de felpa más horrosas que has visto en tu vida... Y de repente, mientras te estás admirando en el espejo del baño, preguntantote incluso si necesitas algunos calcetines para hacer de tetas... oyes un ruido extraño... y al darte la vuelta, ves a tu novia, que acaba de derrumbarse en el pasillo: quería darte una sorpresa... y quien se la ha llevado ha sido ella...



Lo más habitual, sin embargo, es que cuando estás hablando mal de una persona (de tu jefe, por ejemplo), aparezca por detrás... aunque ya se sabe que los jefes tienen una capacidad especial para dar sustos a los subordinados, por eso, precisamente, son jefes... Hace unos años, tuve uno de esos, que se materializan por donde menos te lo esperas: cuando estás haciendo cola para el baño, en el ascensor, mientras hablas con la recepcionista, si te comes una barrita de cereales... Y nuestra manía persecutoria llegó a ser tan grande, que ni siquiera pronunciabamos su nombre: en vez de Luis, decíamos "el que no debe ser nombrado", "aquél" o "eso"... Y todavía hoy me parece verlo, sobre todo en el metro...

Pero quienes tienen la extraña cualidad de jorobarte todos los planes, suelen ser los comercales telefónicos... Especialmente los de Jazztel... Tienen la puta manía de llamarte por la tarde, alrededor de las tres y media, cuando hace pocos minutos que estás durmiendo la siesta... Y casi siempre, no te enteras de lo que dicen, porque hablan tan rápido, y con tanto acento latino, que lo único que haces es colgar el teléfono... o pedir que te pasen con un supervisor... pero en los dos casos, el resultado es el mismo: ninguno. La tarde siguiente, desconectas el teléfono... y problema solucionado...




La familia, sobre todo las madres, también poseen ese don para pillarte en un renuncio... Por ejemplo, típica madrugada de sábado, cuando vuelves a casa con una cogorza monumental, y aunque pones mucho cuidado en acertar con la llave en las cerraduras (parece que hay tres... y todas se mueven), te has quitado los zapatos en el felpudo de la entrada, y cuando parece que vas a llegar a tu cuarto sin noticias, te encuentras de repente con mamá en el pasillo, que ha tenido de golpe muchas ganas de ir al baño, a las cinco de la madrugada... Con la típica lengua de trapo, le explicas cualquier cosa sobre el metro, un amigo enfermo que has acompañado a su casa, o lo primero que se te ocurre... con tal de meterte pronto en la cama...



Normalmente, los elementos de un día "¡cagate lorito!" vienen encadenados... El dichoso despertador, que nunca falla, escoge precisamente ese día para tomarse unas vacaciones... El metro, por seguir con la racha, se queda parado entre dos estaciones... Sales a la superficie, y cuando intentas llamar por el móvil, resulta que estás sin batería... Mientras caminas lo más rápido posible (porque eso de correr no va con tu personalidad), un señor se cae delante de tí, y pierdes unos minutos de oro entrando a la farmacia a pedir ayuda... Mientras bajas por la cuesta, casi te tuerces un tobillo con un boquete... La puerta de cristal se te cierra en las narices, porque están limpiando los cristales... LLegas al trabajo, y tu compañera está hablando con tu jefe, con lo que el marrón es mayor: no solamente vienes tarde, sino que se entera todo el mundo... Y claro, solo en las pelis, te van a decir: "Oye... no te has acordado de cambiar el reloj, ¿verdad?"
Mas los peores días "¡cágate lorito!", son aquellos en los que, por una serie de casualidades, terminas decepcionando a las personas que confían en tí... porque metes la pata... o cometes errores que en otro momento no tendrían mucha trascendencia... pero que ahora, te pueden costar la cabeza... Menos mal que el propio estrés, el no saber lo que puede pasarte más tarde, genera una tensión tan grande que al terminar la jornada, solo te quedan fuerzas para derrumbarte sobre la cama... Ojalá fuera ya de noche...

viernes, 12 de febrero de 2010

LA ÚLTIMA LÁGRIMA


Pálida imagen de un recuerdo otoñal, tu cara,
Radiante incluso a media luz, evocando la
Inocencia perdida y la fragilidad...
Ninfa grácil que se aleja, para siempre,
Con tanta ternura como puedo,
Espero poder decirte "Adiós",
Simplemente esa palabra,
Adiós, Princesa...



Bien sabes tú, hermosa gacela,
El afecto que sentía por tí, el cariño,
Angel de la media tarde...



Hacia el olvido, en el fondo, no había
Otra opción, y eso lo supe siempre,
Y sin embargo, por unos minutos, lo olvidé...



Mi alma ha cambiado tanto, por tí, por mí,
Especialmente, he recuperado la tinta y la sangre...


Desde el Purgatorio te escribo estas líneas,
Enviadas, como siempre desde el corazón...
Seguiría queriendote, a mi manera....
Pero me he cansado de sufrir, de sentir,
Incluso de soñar o imaginar, no puedo más...
De todas formas, mi alma ya está seca,
O debería estarlo, ya no tengo ni piedad...



Daría casi cualquier cosa por verte de nuevo,
Estar junto a tí... y decirte "Adiós"...



Tus principales armas siempre fueron tu aspecto
Inocente, tu increíble sonrisa, y tu mirada...


Para mí, has sido un gran misterio, un reto,
Adorable, lejano, extraño, pero una incógnita...
Recordar una y mil veces tu sonrisa, cada gesto,
Al mirar tanto tu foto, se ha desgastado...



Sin embargo, hoy me despido de tí, Princesa...
Incluso he quitado tus fotos, los recuerdos,
Empezando por tu nombre en la gaveta,
Mil pequeñas huellas de lo que nunca fue,
Prefiero borrarte, pues no tiene sentido
Rumiar una y mil veces tanto silencio
En el final de una etapa que jamás empezó.



Adiós, por lo tanto, Princesa, esta vez,
Deseo alejarme yo... aunque me duela...
Indudablemente, es lo mejor, olvidarte,
Organizando los buenos recuerdos, y los malos...
Solo me queda una última lágrima... Se fue...






miércoles, 10 de febrero de 2010

LA TRISTEZA Y EL GENIO DEL BARRIL DE HEINEKEN


Hoy han regresado las lágrimas a mis ojos, y lentamente, las he dejado bajar por las mejillas, sin importarme nada que alguien pudiera verme, ni lo que pensaran...



¿Voy a ser acaso menos "hombre", por llorar, cuando noto que el corazón, que tanto y tan bien sabe amar, lo tienes desgarrado por una acumulación de recuerdos, de despropósitos, de tristezas, de ausencias? Y de otras mil sensaciones extrañas, hijas del agotamiento, la ira, la disciplina y del dolor... Par mí, es menos que un hombre, cualquiera de los "caballeros" y "señores" que se desfogan golpeando a su mujer, o los que acosan de tal manera a una persona, que le parten en dos el alma...



Ahora, cuando estoy solo, me permito el lujo de llorar, de concederle unos minutos a esa quemazón que me desgarra el pecho, como si fuera una garra de acero que presiona el plexo solar, y termina comprimiendote el corazón con una fuerza brutal... Es por el cansancio, lo sé, pero de todas formas me asusta un poco el no ser capaz de redactar el texto que noto, impaciente por salir, por plasmarse en tinta, dentro de mí...



Ya disminuyen las lágrimas, pero continúa la opresión... Es duro, es difícil, muy jodido, ser el único hombre de la familia, y encarnar para cada una de ellas un personaje distinto: el hijo, el hermano, el marido... Porque cada una de ellas espera de mí una fortaleza, una entereza, que ahora mismo me cuesta mucho darles...



Si realmente pudiera elegir, si por uno de esos extraños azares del destino, se apareciera aquí, en el trabajo, la típica botella antigua (aunque se dice, se comenta, se rumorea, que algunos genios muy "modernos" viven ahora en los barriles pequeños de Heineken), y me ofreciera llevarme donde yo quisiera, y devolverme una hora después... pediría volver a cierto camping de Asturias, sentarme sobre una de las rocas de la cala, y escuchar el sonido del mar, de las olas... llenarme los pulmones de brisa marina, de olor a libertad... que no hubiera otro ruido que el de las olas sobre las piedras... ni más luz que un rescoldo de luna... Y con eso, recuperaría las fuerzas, para seguir luchando unas horas más, unos metros más....



Si el genio del barril de Heineken (modelo juerga en casa, con tu pareja) se las diera de rumboso y de magnánimo... compartiría ese mismo viaje, esa misma estancia, sobre la misma piedra, sin hacer otra cosa que respirar y relajarnos... con mi compañera del alma... Con ese tiempo, y ese espacio, exclusivamente para los dos... Aunque tampoco me importaría caminar con ella de la mano, por una playa de arenas blancas, en la isla de Bora Bora, para que no se piense que no la quiero lo suficiente...


Pensando a lo grande... Creo que mejor abriré un barril de cerveza del tipo "Mega Juerga Universitaria"... y si realmente encuentro un genio rumboso y con más poder, me parece que no le pediría ningún viaje, al menos para mí, ni para mi alma antigua, no.... Más bien, poniendo el mismo tono de voz que el monstruo del anuncio de cereales cuando habla con el exprime limones, le diría.... "Oye, y si te digo dónde está una persona... ¿Te importa mucho llevartelo de viaje... y lo dejas caer desde unos cuantos metros de altura, en medio de Triángulo de las Bermudas? Si quieres, yo te pago el taxi de vuelta..."


viernes, 5 de febrero de 2010

EL COMIENZO DE UNA VIDA


Mis sueños han sido arrastrados por el tiempo,
Obligados a emprender el vuelo hacia el futuro,
Navegando de la nada al todo, sin rumbo...


A pesar de todo ello, siento que me estremezco,
Mientras veo tu foto en la pantalla, tan cerca,
Estás en el límite de amor y de amistad...

Tanto tiempo juntos, que sobran las palabras...


Anunciando la muerte del día, cantan los pájaros,
Preñados de esa extraña tristeza, de ese final,
Parece como si intuyeran los sentimientos,
Están llorando por la muerte del sol
Las emociones encontradas, las palabras rotas,
Los silencios, las dudas, los miedos, las angustias, que
Empañan mi alma con la inquietud de no ser...


De no ser lo bastante bueno como hombre, como padre,
Esperando que al final, seré capaz de dar la talla...
Parece mentira, pero creo que a todos los hombres
Unos más, otros menos, nos entra siempre la misma
Inquietud, la misma angustia... Pero tal vez
Sea justamente aquél el mayor secreto...


La necesidad de temer, para poder proteger...
Ese hijo que mes a mes se convierte en real..


Pues estás viendo cómo crece en aquél cuerpo
A la vez conocido y extraño, pues no reconoces,
Sobre todo al principio, los síntomas del cambio...
Sabes que ella está embarazada, por supuesto, y
Elevas los ojos al cielo con cada absurdo antojo...


Venganza, tal vez inconsciente, por las molestias...
Incluso te tomas con buen humor cuando te toca
Emprender una expedición de fresas con nata,
Noche sí, noche no, pues no le gustan del día anterior, y
Sospechas que lo está haciendo a propósito...


Aunque cuando te mira, con eso ojos hermosos,
Ves cómo desaparece tu enfado, y te vistes, y
Emprendes el camino hacia cualquier sitio que,
Contra todo pronóstico, tenga al menos las fresas...


Mas luego, cuando vuelves a casa dos horas después,
Observas, defraudado, que ella se ha quedado dormida,
Incapaz de despertarla... te comes las fresas... aunque las odias...


Vivir un embarazo es toda una experiencia, pues no
Existen dos mujeres iguales: unas no tienen antojos,
Rara vez piden helado de cabrales de madrugada,
Se conforman con arrasar con todo lo que hay en la nevera...


La mía... cualquiera sabe con qué me sorprende...
Espero que no sea algo que no tengan en el chino...


Todavía no hemos empezado a vivir aquella historia,
O tal vez todo esto sea un calentamiento psicológico,
Una especie de prólogo, de juego, de paradoja...
Tener ganas de antojo, sin conseguir el embarazo...


O quizás, yo necesite enfrentarme a mis temores,
Universales, me temo, de no ser lo bastante bueno...


Luego, te cansarás de antojos, de nauseas, de caprichos,
Exclaman los amigos con experiencia... Ya verás....

No les digo lo que pienso, que tener un hijo, incluso un
Embarazo, compartirlo con la mujer a quien amo,
Acaso sea la mayor aventura de nuestra vida...
Nada más... y nada menos, que crear desde la nada
Todo un ser humano, partiendo de un cachito de amor...

LOS HIJOS DE VON ÜTER (2): LOS "CULINEGROS"


En algún lugar de Escocia, abril de 1942.


Querido diario: aunque mis enemigos, múltiples y merecidos, sin duda estarían encantados de hablarte sobre la dudosa naturaleza de mis esfuerzos por mejorar a toda costa la raza aria, promoviendo incluso a ciertos "untermensh" a la categoría de "ubermensh", de sobra sabes que soy una persona sensible, preocupada por el mantenimiento del orden, de la voluntad del Gran Arquitecto, y por el bien de mi Patria en general.... sin importar cuál sea exactamente... y en estos momentos, estoy descubriendo un creciente interés por la cultura inglesa, mas no por su gastronomía... No es que en Alemania tengamos una alimentación mucho más sana, ¡pero al menos, sabemos cocinar!... Y tenemos la mejor cerveza del mundo... Mataría, ahora mismo, a cualquiera, por una de aquellas jarras de cerveza, y una ración de salchichas con chucruta, de las que tomábamos en la Oktoberfest...



Han pasado ya tres largos meses desde aquél complicadísimo rescate en alta mar, cuando surgiendo aparentemente de ninguna parte, un submarino italiano de casi setenta metros de largo se alzó desde las profundidades... ¡Cuánto habrían cambiado las cosas, de haber sido alemán! Recuerdo perfectamente la torreta, coronada por el periscopio, de color negro.... el agua chorreando desde ambos lados de la cubierta... y sobre todo, el sonido de las escotillas al ser abiertas, mientras que unos veinte hombres, pertrechados con uniformes negros nada reglamentarios, nos encañonaban a todo el grupo, mientras nosotros seguíamos en el agua... Pero si curioso fue el encuentro en medio del Canal de la Mancha, más lo fue todavía el enterarme del motivo de una inmersión no programada: mis veinte hijos pródigos habían estado nadando de una manera tan perfectamente sincronizada, golpeando el agua con tanta fuerza, desde el primer momento, que en el sonar daba la impresión de haberse vuelto loco... o de haber detectado un nuevo tipo de motor de un submarino alemán, potencialmente tan difícil de rastrear por medios convencionales, que ni siquiera generaba los habituales sonidos de cavitación... Por ello, se sintieron tan decepcionados, cuando por mucho que registraban el horizonte, no encontraban ninguna huella de aquél misterioso motor...




La segunda gran sorpresa del día fue el comprobar que todos los tripulantes eran ingleses, pues el submarido Delfino, modelo Squalo, había sido capturado hace varios meses, y los británicos lo estaban utilizando para labores de vigilancia por el Mediterraneo... Era una misión arriesgadísima, puesto que oficialmente, ni tan siquiera existían para los demás barcos de la Royal Navy... La cara del capitán Burns y de su segundo de a bordo, el teniente Montgomery, era un auténtico poema, cuando mis hijos, incluyendo el que me había estado transportando sobre su espalda durante más de veinte millas, o el que transportaba, cuidadosamente preservado del agua, el fruto de mis investigaciones científicas, se alzaron casi dos metros sobre el agua, con una simple batida de las piernas, para caer, en perfecta formación defensiva, sobre la cubierta... La situación, potencialmente catastrófica, pues todo el mundo sabe que los ingleses son de gatillo fácil, fue magistralmente manejada por el coronel John Smith, quien se presentó de la siguiente manera:






"¡Coronel John Smith, señor! ¡De los Highlanders de la Reina Victoria, señor! Recién evadidos del campo de prisioneros de (censurado), con veinte compañeros... y un científico nazi. ¡A sus órdenes, señor!", y concluyó su presentación con un taconazo tan fuerte, tan impecablemente repetido por sus adláteres, que el sonido reverberó incluso sobre la vibración del motor del submarino...






"Descansen, caballeros... Y aconpañenme al interior de mi submarino, el Benvenuto Cellini, donde les prepararemos un excelente "grog", y nuestro cocinero sin duda estará encantado de demostrar sus talentos culinarios ante un público más agradecido...." Y uniendo el dicho al hecho, el capitán Montgomery y el teniente Burns les indicaron el camino, por lo que fuimos caminando lentamente hacia la escotilla de babor... entre las miradas ligeramente suspicaces de los soldados, que habían presenciado la forma, tan poco ortodoxa, en que los recién llegados habían secado su ropa entre nubes de vapor, elevando su temperatura corporal... mientras que yo seguía teniendo el aspecto de una gallinácea empapada, por lo que agradecí inmensamente cuando el sobrecargo me facilitó uno de aquellos uniformes negros que tanto habían llamado mi atención cuando abordamos el submarino...


Mi presencia no dejaba de ser algo incómoda, pues no era fácil admitir que un científico nazi como yo, en primer lugar hablase correctamente el inglés por un lado, y por otro, que se viera involucrado completamente en una misión de capital importancia... Sentados alrededor de la mesa del comedor, y con humeantes tazas de "grog"para entrar un poco más en calor, el capitán Montgomery nos explicó a grandes rasgos las características de su misión: evaluar las potenciales rutas de ataque, para destruir los convoys de suministros nazis e italianos, y al mismo tiempo intentar apoderarse de otros submarinos, alemanes e italianos, que al parecer se ocultaban en los alrededores de Marsella... Sin quererlo, teníamos la oportunidad de participar en una misión secreta, que gozaba de prioridad absoluta, puesto que el silencio no de radio no debía ser roto hasta el pleno cumplimiento... En cierto modo, la Royal Navy nos acababa de reclutar... por tiempo indefinido...


A pesar de las reducidas dimensiones del submarino, y del incremento de la tripulación en otros veintiún miembros, la sana costumbre de la marina inglesa de llevar siempre una abundante provisión de "coys" en las bodegas por si empeoraba el tiempo (¿cómo va a empeorar el tiempo, debajo del agua?) nos ha permitido instalarnos con relativa comodidad: algunos de ellos en la cámara de los torpedos, y otros en el comedor, lo que no tardaría en ocasionar algunos problemas, si la situación se prolongaba demasiado... El auténtico problema era... el papel higiénico... Por lo que al cabo de varios días, empezamos a utilizar las hojas del "Times" como improvisado y rasposo sustituto, que además dejaba una huella sospechosa, y en poco tiempo apareció un nuevo mote para la tripulación del Benvenuto Cellini: los "culinegros"...


Con la primera semana de travesía ya terminada, la vida se organizaba alrededor de las pequeñas parcelas de intimidad que proporcionaba la navegación nocturna... Aunque fuera solamente para subir a cubierta, y respirar el aire puro y fresco, con algunos ocasionales rastros de albahaca, y de hierbas, mientras seguíamos la costa... Nuestra misión, localizar una base secreta de submarinos italianos en suelo francés, no parecía demasiado complicada en principio... pero aquella zona de la costa estaba llena de canales, lagunas, o simples pasajes lacustres, que debíamos mirar uno por uno, pues el Almirantazgo lo consideraba una misión, repito, de capital importancia... Curiosamente, la misma abundancia de escondites redundaba en nuestro beneficio, puesto que también nos proporcionaba lugares seguros en los que pasar el día, generalmente en el fondo de uno de los canales profundos que habíamos recorrido la noche anterior, y con la ayuda de unas redes especiales de camuflaje, eramos prácticamente indetectables desde el aire... En cierta ocasión, a falta de tiempo suficiente, optamos por hundir el sumbarino hasta el fondo en una superficie arenosa, al pie de un acantilado... pero el propio oleaje nos hizo desistir de repetir la experiencia...


Con la mitad de la tripulación durmiendo de día, y la otra de noche, al final no era tan incómoda la convivencia... aunque las primeras noches no nos permitieron ayudar en las tareas, pues temían que nuestro estado físico no fuera el más adecuado... ¿Cómo explicas que un grupo de 20 personas no tuviera nunca necesidad de dormir más de diez minutos por noche? ¿Que saliéramos a la cubierta en camiseta, cuando todos los demás estaban abrigados? ¿O que O´Bannon pudiera levantar a pulso, ¡y con una sola mano! un torpedo que se había salido de su compartimento, por culpa del cabeceo del Benvenuto Cellini tras un golpe de mar?

La excepcional fuerza de mis "hijos", sus reflejos, la dureza de sus músculos y su instinto combativo, sin embargo, no eran demasiado apreciadas por el conjunto de la tripulación, y me consta que hasta el capitán Montgomery empezaba a arrepentirse de no habernos ametrallado la primera noche... aunque me pregunto cuál habría sido el desenlace de la lucha... Culminando la segunda semana de travesía, y francamente aburridos de verse excluídos sistemáticamente de todas las operaciones de reconocimiento, sucedió lo inevitable: el conflicto con los comandos de Burns... Una noche, con el motor a toda marcha, John Smith se lanzó desde la torreta al mar... y en pocos minutos, había adelantado al submarino... y esperaba a los comandos, que realizaban el desembarco con las lanchas negras, cómodamente sentado sobre una roca, mientras su cuerpo humeaba por el vapor... John nunca nos quiso contar nada de lo que hizo con los comandos en su primera misión extraoficial... pero empezaron a correr rumores sobre su capital importancia, a la hora de "persuadir cordialmente" al sacristán de una pequeña iglesia de que les dejase utilizar el campanario para revisar desde las alturas el entramado de marismas que se extendía detrás del edificio... También se comentaba que la "persuasión" consistió en lanzarle al aire varias veces, prácticamente hasta que rozó la aguja del campanario, mientras le comentaba que "sería una pena que una persona tan colaboradora se estrellase contra el suelo, por informar a las autoridades de nuestra visita..." ¡Y la aguja de la veleta estaba a más de treinta metros del suelo! De esta manera tan poco ortodoxa, empezó a cuajarse la mezcla, de amigos circunstanciales... Unidos todos ellos por el orgullo de ser los culos más negros de la Royal Navy...




A partir de ese momento, el capitán Montgomery empezó a tomarnos un poco más en serio, y a tratar, sobre todo, de conocernos un poco mejor, si bien el objetivo de este acercamiento no era otro que el de obtener de nosotros, al menos, cierto rendimiento... Por eso, sugurió la posbilidad de utilizar comandos mixtos, mezclando sus hombres con mis "hijos", para algunas de las misisones de reconocimiento potencialmente más peligrosas: el "Étang de Leucate"... Después de tanto tiempo recorriendo la zona, y con ciertos problemas con los víveres, derivados de nuestra persencia a bordo, nos quedaba solamente por exporar aquella extensa laguna salada, que ocupaba una superficie de catorce kilómetros de largo por seis y medio de ancho, y con una densidad de población bastante baja, lo que seguramente favorecería el establecimiento de una base como la que teníamos que localizar... La laguna, además, se comunicaba con el mar a través de una serie de canales, pero nos centraríamos en el único cuya anchura permitiría asegurar el paso de un submarino como el nuestro... Su escasa profundidad, según nuestros datos de poco más de cuatro metros con la marea alta, era posiblemente el mayor inconveniente... pero la existencia de abundante arbolado implicaba también una mayor facilidad para ocultar los hangares de los submarinos, o incluso para camuflar estos cubículos en estructuras de aspecto más anodino...


"Señores míos, nos informó el capitán Montgomery, esta noche mandaremos una patrulla, para que explore los aledaños de la laguna, sobre todo, el "Grau des Conchyliculteurs", que aparentemente es la única vía de acceso navegable, puesto que el "Grau Saint-Ange" suele estar cegado por la acumulación de arena y limo... Por lo tanto, la avanzadilla la formarán los señores Bunnyan, nuestro mejor tirador, y Rodrigues, de la Navy. Dispondrán de una hora para efectuar el reconocimiento del terreno, y deberán comunicarse con nosotros desde la costa, usando una linterna sorda, si consiguen localizar la base. La operación comenzará dentro de veinte minutos, a las veintidós hora zulú... El resto de la tripulación tiene por lo tanto el mismo tiempo, para preparar todos los pertrechos necesarios y descansar unos minutos..."
Veinte minutos más tarde, los dos comandos desembarcaron y, utilizando una de las lanchas neumáticas pequeñas, pronto se perdieron en la oscuridad... Y no pude evitar cierta inquietud, al pensar que era la primera vez que una de mis "creaciones" tomaba parte en una acción encubierta desde que entró en el campo de Argèles-sur-Mer... Sobre todo, porque debería adaptarse a un soldado "normal", y controlar el que estaba demostrando ser uno de los efectos secundarios más preocupantes de mi "tratamiento": el aumento del nivel de agresividad...


lunes, 1 de febrero de 2010

LOS HIJOS DE VON ÜTER (1): EL COMIENZO DEL MITO




En el patio del campo de concentración se ha congregado a todos los sujetos, para que se ilustren con las nuevas teorías del chamán favorito del Dictador. Nadie le presta demasiada atención al principio, pero con toda la parafernalia, la tarima elevada, los estandartes con la cruz y las banderas nacionales, al cabo de unos minutos, se consigue un relativo silencio. A lo lejos se escuchan los ladridos de los perros de presa, algún pobre desgraciado ha intentado cruzar las alambradas, buscando la libertad en la muerte...


Mi nombre es John Smith (sí, de verdad), formo parte de los Highlanders, pero con tantos meses en este maldito campo, incluso el olor de la brisa marina me da nauseas, pues para siempre la tengo asociada a la muerte de tantos compañeros, por frío, ahogados, agotados... Nunca imaginé que tanta crueldad, tanto refinado sadismo, pudiera caber en un personaje tan pequeño, tan retorcido, con el brazo derecho permanentemente sujeto con un correaje sobre su pecho, y ese parche de cuero que le cubría media cara... Wolfgang Nutts, "Standartenführer" de las SS, se ocupaba de la organización del trabajo en el campo: rellenar sacos terreros para mejorar las defensas en caso de un ataque desde el mar, fabricación de los malditos postes de hormigón que cerraban, con las mortíferas alambradas y el perímetro exterior minado, menos en dirección al mar; también se ocupaba, personalmente, de las ejecuciones sumarísimas de los presos, y en ocasiones, simplemente se paseaba entre nuestras filas, empuñando su Luger con la mano izquierda, y matando a placer, algunas tardes, hasta treinta compañeros...


Sin embargo, Nutts no era el personaje más odiado, y más temido, del campo de concentración: la simple visión de la bata blanca y el ridículo gorrito de pastelero de Heinrich Von Üter nos llenaba a todos de pánico... Era el responsable de todas las atrocidades que se cometían con los presos, ya que dentro de un teórico "plan maestro" para mejorar las capacidades físicas e intelectuales de los soldados nazis, se había pasado los últimos dieciocho meses administrando todo tipo de sustancias a un grupo de elegidos, para después someterlos a circunstancias ambientales extremas, sobre todo al frío (tal vez para reforzar la campaña de Rusia) y a la falta de oxígeno (posiblemente para ayudar a mejorar el rendimiento de los aviadores de la Luftwaffe), y cualquier tipo de experimento que se le pudiera ocurrir, "siempre por el bien del Führer y la gloria del Reich"... Para conseguir tan nobles fines, cualquier medio estaba permitido: amputar extremidades de un preso, y reimplantarlas en otro; experimentos de circulación extracorporal con mezcla de sangres; meter diez presos en la campana de descompresión, cronometrando cuanto tiempo tardaban en morir; empapar completamente con agua de mar a varios desgraciados, y obligarles a meterse en el congelador industrial... Afortunadamente, hace varios meses que las mujeres fueron trasladadas a otros campos, lo que le impidió seguir experimentando con sus repugnantes técnicas de investigación, que sobre todo se basaban en violaciones selectivas para conseguir embriones perfectos... Por eso, cuando éste personaje se ponía filosófico, y mandaba que nos concentrasen a todos en el patio, nos poníamos a temblar...



"Soñar, en el fondo, es una de las cosas que nos hace libres, ese rato durante el cual todo es posible y deseable... Por eso, de la enorme cantidad de torturas desarrolladas por el ser humano en los últimos milenios, pocas hay más eficaces que las que se centran en la alteración de las pautas del sueño, cuando no en la privación absoluta. Curiosamente, una persona se puede morir, literalmente, de sueño, pues con el agotamiento extremo que se alcanza, el organismo se colapsa. Ese es, precisamente, el objetivo del experimento: comprobar si se puede establecer una estadística detallada, organizada por categorías raciales, franjas de edad... Nos interesa conocer los límites a los que puede llegar el ser humano, para garantizar que nuestros soldados han recibido el entrenamiento y los medios oportunos... Se trata por lo tanto de un experimento de participación voluntaria, y quienes sean admitidos conseguirán unas raciones más abundantes, alojarse en barracones especiales, y distintos medios para entretenerse... Nuestro equipo médico seleccionará a los más aptos de cada barracón, de entre los voluntarios que se presenten..."





El proceso de selección se desarrolló de la manera habitual: todos los presos, sin camiseta, delante de cada barracón, a pesar de las temperaturas bajo cero; los kapos y los jefes se encargan de mantener el orden, mientras que Von Nutts comenzaba su ronda particular... Debe tratarse de un proyecto importante, pues al final escogen a los cien presos más fuertes y en mejores condiciones físicas, y les llevan a las duchas, es decir, a las auténticas duchas, no a aquellas de las que no se sale... En aquella glacial mañana de enero de 1942, tan cerca de Reyes, empezaron a coaligarse una serie de fuerzas, de acontecimientos, que cambiarían drásticamente nuestras vidas... Yo formo parte de aquél contingente de privilegiados, que por primera vez en meses, tienen ocasión de ducharse con agua caliente y jabón, y sobre todo, de ropa limpia: uniforme de infantería de tierra, calcetines, botas, y dos juegos de mudas por persona. Un auténtico privilegio, teniendo en cuenta las condiciones de los otros prisioneros, pero que tiene su explicación en "el interés de comprobar, de la manera más exacta posible, los efectos de la privación de sueño en nuestros soldados, combinado con las nuevas drogas experimentales (...) Por ello, es imprescindible en primer lugar, que los sujetos experimentales recuperen la salud."



Los barracones en sí mismos, son mucho mejores que los nuestros, pues a pesar de estar los cien candidatos en el mismo espacio, se notan importantes diferencias: las ventanas tienen cristales, no hay kapos, disponemos de dos estufas para calentarnos, los primeros días dormiremos en literas de dos pisos, provistas de mantas, también se han preparado unas duchas especiales al fondo, y unas letrinas con papel de periódico... Durante los cinco primeros días del experimento, nos dedicamos a comer, engordar y descansar, para recuperarnos lo más posible de las privaciones padecidas durante los días y meses anteriores. Por suerte, yo acababa de llegar al campo desde un pequeño pueblo cerna de Collioure, al que me destinaron como enlace para mejorar las comunicaciones con la Resistencia, que en aquél momento necesitaban con urgencia el establecimiento de antenas escondidas, repetidores, y sobre todo, de personal especializado en algo tan sencillo como el establecimiento de códigos aleatorios... Durante casi dos meses, estuve recorriendo la zona, estableciendo contactos con personas de un perfil determinado, con cierta libertad de movimientos, como Mr. Hubert el cartero, Mme. Saladier (la panadera), Mme. Pauthal (la profesora de pintura del internado), Mr. Dreyfyss (el veterinario) y Mr. Altabella (el periodista local)... Conseguí reforzar al mismo tiempo las estructuras existentes, implantando también un nuevo códido de transposición de palabras, basado en el Apocalipsis según San Juan (versión abreviada de 1935), y todo estaba saliendo bastante bien, pero fui capturado en una operación de las tropas de colaboracionistas. Me salvé por ser extranjero, y militar, ya que ejecutaron a los demás prisioneros (todos ellos franceses) y, después de darme una tremenda paliza, me mandaron a Argelès-Sur-Mer, en la costa mediterránea.



En un primer momento, según me comentaron mis nuevos compañeros de infortunio, casi todos ellos militares, el campo fue establecido a pie de playa, para albergar a los refugiados españoles, y se utilizaron alambradas, de su custodia se encargaba una mezcla de tropas coloniales, marroquíes, senegaleses y algunos gendarmes. Las carencias eran tremendas: no había barracas, letrinas, enfermería, y se produjeron numerosos casos de disentería, sarna y tifus. La situación fue mejorando lentamente con el paso del tiempo, hasta que en 1940 se encargó directamente de él el gobierno fascista de Vichy, lo que supuso un endurecimiento considerable de las condiciones de vida en el campo, una disminución de las raciones, y por supuesto, un incremento de la mortalidad. Ahora, al menos disponemos de cien barracones para los tres mil presos, una decena para los guardias, aunque la mayor parte se han buscado un alojamiento en el pueblo cercano, de cuyas chimeneas sale casi todos los días el apetitoso olor de la comida recién hecha... Supongo que en cuanto a la alimentación, tampoco nos podíamos quejar en exceso, pues por la mañana y por la noche, nos distribuían una especie de gachas tibias, poco más de un cuenco de madera, que teníamos que compartir por turnos, y un mendrugo de pan, casi siempre lleno de gorgojos... En ocasiones señaladas, como el aniversario de boda de Wolfgang Nutts, la comnemoración del ascenso al poder de Hitler, o su cumpleaños, nos distribuían algo parecido a galletas, y un tazón de café... De todas formas, si no estábamos mínimamente fuertes, tampoco podíamos resultar de gran ayuda en la cercana cantera, de donde se extraía la piedra para casi todas las nuevas edificaciones del pueblo de Argelès-sur-Mer, a escasos kilómetros del campo: era un secreto a voces entre los pétainistas que los SS utilizaban mano de obra esclava, igual que en otros campos... y que en las líndes de la cantera, y en la poza central, se enterraba a nuestros muertos... El único consuelo que teníamos era el saber que, en verano, cuando el viento soplaba hacia el interior, la pestilencia de la corrupción y de la muerte se introducía en sus hogares...


Y fue precisamente en aquél campo donde se realizó la primera serie de experimentos, para crear al super soldado mediante las técnicas de un puto charlatán, el querido Von Üter, que combinaba la privación de sueño, con nuevas drogas experimentales. Para evitar el sueño, se nos permitía tomar grandes cantidades de café los primeros días, que se mezclaban con baños de mar (nada apetecibles en pleno mes de enero), las sesiones de ejercicio... y, por supuesto, las distintas tandas de productos que, bien como cápsulas, bien como aerosoles o inyecciones, nos administraban de manera aparentemente aleatoria...



Durante los diez primeros días, perecieron veinte presos: tres de ellos ahogados en el mar, cinco ensartados en las alambradas, dos por pulmonía, y los diez restantes, de puro agotamiento. Como era inevitable, en poco tiempo empezamos a relacionar cada uno de los productos con la supervivencia de los sujetos, y resultaba evidente que el producto en aerosol era el más nocivo. Yo estaba en el grupo de las inyecciones, y tal vez por ello, al margen del sueño, mi estado físico se estaba mejorando, de forma exponencial... Y observé los mismos efectos en aquellos de mis compañeros, veinte al terminar el segundo periodo de diez días sin dormir... De todas formas, optamos por ocultar nuestra renovada energía, nuestra fuerza creciente, y simular, frente a los guardias y frente a Von Üter, una debilidad extrema... que por otra parte, deberíamos estar sintiendo... Sin duda alguna, nuestra disciplina militar, que potenciabamos de manera encubierta, para restaurar un organigrama dentro del cual nos sentíamos cómodos, fue un factor decisivo para el mantenimiento del engaño...



Como teníamos libertad de hacer cualquier cosa, dentro de los límites impuestos por el campo y del barracón, nos organizamos para hacer deporte: empezamos levantando sacos de tierra de diez kilos, luego de veinte, después de treinta, luego de cuarenta... Después, los unos a los otros, las literas con dos compañeros acostados... Nuestra fuerza no paraba de incrementarse día a día, pero eramos muy conscientes de que nos interesaba mantener ocultos los detalles de nuestra mejoría física... Era evidente que la privación del sueño, combinada con las inyecciones, era todo un éxito... Del que tendríamos que sacar provecho, en el momento adecuado...



Pasaron otros diez días, y las pastillas, fuera cual fuera el efecto deseado, e independientemente de sus componentes o presuntas virtudes, demostraron ser letales para todo el grupo de control, pues perecieron todos ellos, menos dos (que Von Üter viviseccionó para comprobar los efectos de su fórmula magistral), por agotamiento, cuando se cumplió el trigesimoprimer día de privación de sueño... Eso sí, nuestra fuerza se había multiplicado exponencialmente: solo nos faltaba escoger bien el momento de la fuga. Todas las proporciones estaban en contra nuestra contra: tocabamos a quince guardias por cabeza, aunque realmente, la mitad de ellos eran imbéciles... Lo malo es que hasta un imbécil, con una metralleta, te puede matar... Y la mejor manera de ocultar una fuga, es un motín.


Escogimos el momento más adecuado, y durante el cual se relajaba considerablemente la disciplina: el aniversario de bodas de Von Nutts, que tendría lugar dos días después, y que los SS empezaban a festejar con las primeras luces del alba, entre cantos y frecuentes libaciones a la salud del Standartenführer, y terminaban con los consabidos concursos de pulsos, de ver quién orinaba más lejos (Schlampe se llevó el preciado trofeo en la anterior ocasión, y esperaba repetir en esta), o de quién conseguía acertarle a una manzana de un solo tiro, supuestamente sin matar al preso que la tenía sobre la cabeza... Aunque el estado de nuestros compañeros de cautiverio era bastante peor que el nuestro, la cuarta parte (unos seiscientos) se encontraba lo bastante bien para servirnos de ayuda en nuestros planes: aprovechar la distribución extraordinaria de café y pan negro, y sobre todo el que casi todos los guardias (menos los diez de las torres perimetrales y de la central) ya estarían considerablemente borrachos a las siete de la tarde... Del resto de los presos, no podíamos hacernos responsables, pero nos comunicaron, que estaban dispuestos a morir en la huída, antes que sufrir los nuevos experimentos del chamán...



Por el doble perímetro alambrado, y sobre todo, por la presencia de minas, solamente nos quedaba una posibilidad: intentar atraer la atención de los guardias hacia el extremo opuesto de la alambrada, como si fueramos a atravesar el campo de minas para llegar al pueblo... aunque nuestro destino, el de "Los Hijos de Üter" fuera justamente el mar... Tampoco debemos olvidar un detalle: que para conseguir una distracción eficaz, era necesario sacrificar algunos peones... En la misma fila de reparto de las raciones extras, provocamos un tumulto, al empujar al soldado que se acercaba con el magro rancho, y decenas de trozos de pan medio podrido terminaron sobre la arena del patio de inspección...

Y tras ellos, se lanzaron al suelo casi cincuenta presos, que veían en aquél pan la única posibilidad no solo de aplacar el habre del día, sino incluso, de cambiarlo por cigarrillos, aguja, hilo, o cualquiera de los múltiples paquetes de la Cruz Roja, que nunca nos distribuían... Aprovechando las reacciones, tardías e inadecuadas de los guardias, conseguimos reducir, solamente nosotros, a más de cuarenta SS... De ninguna manera se podían esperar que los pupilos de Von Üter, que en teoría no habian experimentado ninguna mejoría destacable con las inyecciones, y cuya ejecución estaba prevista para el día siguiente, se mostrase tan combativo...

A pesar de nuestras primitivas armas, sobre todo los postes de las lietras, y algunas almohadas rellenas de arena mojada, demostramos poseer una capacidad de lucha casi inhumana, que corría pareja con un total desprecio por el peligro, y una fuerza brutal, bestial... Tal y como pude comprobar, cuando le sujeté con fuerza el brazo a uno de los kapos, que pretendía golpear a un compañero... Sin apenas pensarlo, lo lancé por encima de mi hombro... y aterrizo sobre el tejado de uno de los barracones, a más de treinta metros de distancia... Con el siguiente nazi, repetí el experimento, pero con las dos manos otra vez, y su cuerpo recorrió casi la mitad del campo, antes de estrellarse contra la cocina... Por eso, todo el comando, agrupándose detrás de mí, adoptó una formaciónn en cuña, y comenzamos nuestra fuga... Para ayudar en la medida de lo posible a los demás soldados, que pretendían escalar las alambradas, empezamos a lanzar cuerpos de los SS contra la barrera, sin importarnos demasiado su salud, hasta que conseguidos acumular unos treinta, generando de ese modo un camino entre las minas... Calvin y Klein, dos soldados de infantería, se encargaron de abrir una brecha en el vallado, demoliendo los postes a patadas, sin apenas sentir dolor... Por lo tanto, la lucha se desarrollaba en dos frentes claramente diferenciados: nostros, "Los Hijos de Üter", nos abríamos paso a golpes y con nuestras armas improvisadas hacia la costa, mientras que los demás presos, o al menos casi todos, se enfrentaban a la incierta ruta hacia el interior...

Los guardias, que se empezaban a recuperar de los efectos del alcohol, de repente se daban cuenta de que no tenían enfrente a simples presidiarios, sino a soldados, más o menos cansados, más o menos entrenados, pero hombres de armas en todo caso, que estaban completamente decididos a probar la evasión... El único fallo de nuestro plan es que no pudimos impedir que, desde la comandancia, llamasen por teléfono a las fuerzas de apoyo, que por lo tanto intervendrían en poco más de media hora... Era imprescindible completar la evasión.... fuera como fuera... Cuando estábamos rebasando el barracón médico, observé que Von Üter en persona estaba en las escaleras, comprobando incrédulo nuestras proezas físicas (no estoy nada orgulloso por la forma en que Harris decapitó al guardia con sus manos desnudas... ni porque luego la lanzase contra otro, a quien arrancó las tripas...), y gritando a pleno pulmón: "Eureka!!!"

A pesar de la premura de tiempo, decidí aprovechar un par de minutos, para entrar en el laboratorio, y coger todos los cuadernos azules, sobre los experimentos del sádico, y empaquetarlos lo mejor posible con las fundas de hule de las mesas de vivisección... No sé por qué lo hice... pero después no me arrepentí... Al salir, cogí del brazo a Von Üter, por si se daba la ocasión de utilizarlo como moneda de cambio, durante los minutos que tardamos en alcanzar y derribar las verjas y los postes, pude darme cuenta de los efectos del experimento: todos nosotros poseíamos una fuerza tremenda, que quintuplicaría la del soldado nazi mejor entrenado; también se había multiplicado por diez nuestra agilidad, nuestros reflejos, y nuestra capacidad de saltar... Eso por no hablar de nuestra rapidez: casi me parecía que algunos comandos se movían más rápido que las balas de las ametralladoras, que masacraban a los compañeros... hasta que lanzamos con tanta fuerza los cadáveres de dos guardias contra cada una de las cinco torretas, que los tiradores salieron despedidos a más de veinte metros... Sin embargo, y a pesar de no ser invulnerables, tal y como quedó demostrado en el caso de Paddy, no se pude negar que teníamos una capacidad de recuperación sobrehumana: el impacto de una bala trazadora en pleno abdomen solamente lo ralentizó escasos minutos, la herida se cerró... y él aprovechó para decapitar al SS que le había herido... Ese era otro aspecto que, en buena medida, me preocupaba: el completo, atávico y feroz salvajismo que mostrábamos todos, a la hora de matar, no había vacilación, ni se contemplaba otra alternativa... Si lográbamos salir con vida de esta situación, aunque todo parecía indicar que, al menos, conseguiríamos llegar a la costa... y desde allí, hacia el mar Mediterraneo, tal vez hacia Córcega, a cualquier sitio que no fuera la Francia ocupada...

Seguíamos prácticamente sin armas, pues ni tan siquiera nos habíamos molestado en arrancar las metralletas de los cadáveres de todos los SS, y cuando estábamos a unos cien metros de la costa, tuvimos que empezar a utilizarlas de manera sistemática contra los guardias del perímetro exterior... al mismo tiempo que lanzábamos varias granadas sobre los posibles perseguidores... Apenas tuvimos tiempo de pararnos a contemplar, por última vez, el campo... Y los veinte, bueno, uno más, contanto a Von Üter, nos adentramos en las olas... Nuestras superiores condiciones físicas, al margen de una tolerancia extrema al frío del mar, que habíamos desarrollado durante casi todo el experimento, nos permitían nadar sin problemas... aunque seguramente él lo estaba pasando mal...

No sé cuanto tiempo estuvimos nadando, los veinte super-soldados, y nuestro creador... Mas de repente, surgió ante nosotros la torreta de un submarino italiano, pero sin bandera, detalle que nos inquietó bastante al principio... No sé quién se sorprendió más por encontrarnos en medio de ninguna parte, a más de diez millas de la costa francesa, como si tuvieramos todo el tiempo del mundo, y la intención de regresar al Reino Unido a nado, bordeando toda la Península Ibérica, o bien alcanzar Córcega y refugiarnos unos días en cualquiera de las múltiples calas... Pero mucho me temo que nuestro invitado no lo habría conseguido pues fue necesario desnudarle por completo en plena cubierta, frotarle con una ruda toalla, y hacerle ingerir casi media botella del mejor brandy, para que dejase de temblar... Mientras que nosotros, extrañamente, comenzabamos a incrementar nuestra temperatura corporal, hasta que nuestras ropas humearon primero, y luego, se quedaron completamente secas...

Al ser el oficial de más rango (coronel de los Highlanders), mis compañeros de aventura me designaron como portavoz, para informar al capitán O´Toole de nuestras aventuras... Afortunadamente, a puerta cerrada... porque este inteligente oficial enseguida se percató de nuestro potencial, convirtiéndose de manera involuntaria en el enlace para el grupo de comandos más secreto, y tal vez más polémico, de la Segunda Guerra Mundial: "Los Hijos de Von Üter".