miércoles, 10 de febrero de 2010

LA TRISTEZA Y EL GENIO DEL BARRIL DE HEINEKEN


Hoy han regresado las lágrimas a mis ojos, y lentamente, las he dejado bajar por las mejillas, sin importarme nada que alguien pudiera verme, ni lo que pensaran...



¿Voy a ser acaso menos "hombre", por llorar, cuando noto que el corazón, que tanto y tan bien sabe amar, lo tienes desgarrado por una acumulación de recuerdos, de despropósitos, de tristezas, de ausencias? Y de otras mil sensaciones extrañas, hijas del agotamiento, la ira, la disciplina y del dolor... Par mí, es menos que un hombre, cualquiera de los "caballeros" y "señores" que se desfogan golpeando a su mujer, o los que acosan de tal manera a una persona, que le parten en dos el alma...



Ahora, cuando estoy solo, me permito el lujo de llorar, de concederle unos minutos a esa quemazón que me desgarra el pecho, como si fuera una garra de acero que presiona el plexo solar, y termina comprimiendote el corazón con una fuerza brutal... Es por el cansancio, lo sé, pero de todas formas me asusta un poco el no ser capaz de redactar el texto que noto, impaciente por salir, por plasmarse en tinta, dentro de mí...



Ya disminuyen las lágrimas, pero continúa la opresión... Es duro, es difícil, muy jodido, ser el único hombre de la familia, y encarnar para cada una de ellas un personaje distinto: el hijo, el hermano, el marido... Porque cada una de ellas espera de mí una fortaleza, una entereza, que ahora mismo me cuesta mucho darles...



Si realmente pudiera elegir, si por uno de esos extraños azares del destino, se apareciera aquí, en el trabajo, la típica botella antigua (aunque se dice, se comenta, se rumorea, que algunos genios muy "modernos" viven ahora en los barriles pequeños de Heineken), y me ofreciera llevarme donde yo quisiera, y devolverme una hora después... pediría volver a cierto camping de Asturias, sentarme sobre una de las rocas de la cala, y escuchar el sonido del mar, de las olas... llenarme los pulmones de brisa marina, de olor a libertad... que no hubiera otro ruido que el de las olas sobre las piedras... ni más luz que un rescoldo de luna... Y con eso, recuperaría las fuerzas, para seguir luchando unas horas más, unos metros más....



Si el genio del barril de Heineken (modelo juerga en casa, con tu pareja) se las diera de rumboso y de magnánimo... compartiría ese mismo viaje, esa misma estancia, sobre la misma piedra, sin hacer otra cosa que respirar y relajarnos... con mi compañera del alma... Con ese tiempo, y ese espacio, exclusivamente para los dos... Aunque tampoco me importaría caminar con ella de la mano, por una playa de arenas blancas, en la isla de Bora Bora, para que no se piense que no la quiero lo suficiente...


Pensando a lo grande... Creo que mejor abriré un barril de cerveza del tipo "Mega Juerga Universitaria"... y si realmente encuentro un genio rumboso y con más poder, me parece que no le pediría ningún viaje, al menos para mí, ni para mi alma antigua, no.... Más bien, poniendo el mismo tono de voz que el monstruo del anuncio de cereales cuando habla con el exprime limones, le diría.... "Oye, y si te digo dónde está una persona... ¿Te importa mucho llevartelo de viaje... y lo dejas caer desde unos cuantos metros de altura, en medio de Triángulo de las Bermudas? Si quieres, yo te pago el taxi de vuelta..."


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