Por eso en estos días, he dejado de escribir, en todos los blogs... bueno, menos en el francés, pero ya subiré una traducción en los próximos días... Simplemente, necesitaba parar, respirar hondo, volver a localizar el camino que lleva de las manos al corazón y al cerebro... Y despacito, dejar fluir las ideas...
Principio y final de un viejo blog, Hombres de tinta.. Historias, sueños, sentimientos... Nuevo experimento... que te invito a seguir... pero solo si te apetece...
domingo, 28 de febrero de 2010
CUANDO SE TE QUIEBRA LA VOZ
martes, 16 de febrero de 2010
PEDACITOS DE ETERNIDAD
lunes, 15 de febrero de 2010
UN DIA "¡CÁGATE LORITO!"
Por ejemplo, típica ocasión emplumada: estás solito en casa, y con la resaca de los carnavales, se te ocurre probarte un vestido de tu abuela (con los inevitables floripondios de gran tamaño), te pones incluso algo de pintalabios, un horrendo gorro de ducha y, por supuesto, laz zapatillas de felpa más horrosas que has visto en tu vida... Y de repente, mientras te estás admirando en el espejo del baño, preguntantote incluso si necesitas algunos calcetines para hacer de tetas... oyes un ruido extraño... y al darte la vuelta, ves a tu novia, que acaba de derrumbarse en el pasillo: quería darte una sorpresa... y quien se la ha llevado ha sido ella...
Pero quienes tienen la extraña cualidad de jorobarte todos los planes, suelen ser los comercales telefónicos... Especialmente los de Jazztel... Tienen la puta manía de llamarte por la tarde, alrededor de las tres y media, cuando hace pocos minutos que estás durmiendo la siesta... Y casi siempre, no te enteras de lo que dicen, porque hablan tan rápido, y con tanto acento latino, que lo único que haces es colgar el teléfono... o pedir que te pasen con un supervisor... pero en los dos casos, el resultado es el mismo: ninguno. La tarde siguiente, desconectas el teléfono... y problema solucionado...
viernes, 12 de febrero de 2010
LA ÚLTIMA LÁGRIMA
miércoles, 10 de febrero de 2010
LA TRISTEZA Y EL GENIO DEL BARRIL DE HEINEKEN
viernes, 5 de febrero de 2010
EL COMIENZO DE UNA VIDA
Mis sueños han sido arrastrados por el tiempo,
Obligados a emprender el vuelo hacia el futuro,
Navegando de la nada al todo, sin rumbo...
A pesar de todo ello, siento que me estremezco,
Mientras veo tu foto en la pantalla, tan cerca,
Estás en el límite de amor y de amistad...
Tanto tiempo juntos, que sobran las palabras...
Anunciando la muerte del día, cantan los pájaros,
Preñados de esa extraña tristeza, de ese final,
Parece como si intuyeran los sentimientos,
Están llorando por la muerte del sol
Las emociones encontradas, las palabras rotas,
Los silencios, las dudas, los miedos, las angustias, que
Empañan mi alma con la inquietud de no ser...
De no ser lo bastante bueno como hombre, como padre,
Esperando que al final, seré capaz de dar la talla...
Parece mentira, pero creo que a todos los hombres
Unos más, otros menos, nos entra siempre la misma
Inquietud, la misma angustia... Pero tal vez
Sea justamente aquél el mayor secreto...
La necesidad de temer, para poder proteger...
Ese hijo que mes a mes se convierte en real..
Pues estás viendo cómo crece en aquél cuerpo
A la vez conocido y extraño, pues no reconoces,
Sobre todo al principio, los síntomas del cambio...
Sabes que ella está embarazada, por supuesto, y
Elevas los ojos al cielo con cada absurdo antojo...
Venganza, tal vez inconsciente, por las molestias...
Incluso te tomas con buen humor cuando te toca
Emprender una expedición de fresas con nata,
Noche sí, noche no, pues no le gustan del día anterior, y
Sospechas que lo está haciendo a propósito...
Aunque cuando te mira, con eso ojos hermosos,
Ves cómo desaparece tu enfado, y te vistes, y
Emprendes el camino hacia cualquier sitio que,
Contra todo pronóstico, tenga al menos las fresas...
Mas luego, cuando vuelves a casa dos horas después,
Observas, defraudado, que ella se ha quedado dormida,
Incapaz de despertarla... te comes las fresas... aunque las odias...
Vivir un embarazo es toda una experiencia, pues no
Existen dos mujeres iguales: unas no tienen antojos,
Rara vez piden helado de cabrales de madrugada,
Se conforman con arrasar con todo lo que hay en la nevera...
La mía... cualquiera sabe con qué me sorprende...
Espero que no sea algo que no tengan en el chino...
Todavía no hemos empezado a vivir aquella historia,
O tal vez todo esto sea un calentamiento psicológico,
Una especie de prólogo, de juego, de paradoja...
Tener ganas de antojo, sin conseguir el embarazo...
O quizás, yo necesite enfrentarme a mis temores,
Universales, me temo, de no ser lo bastante bueno...
Luego, te cansarás de antojos, de nauseas, de caprichos,
Exclaman los amigos con experiencia... Ya verás....
No les digo lo que pienso, que tener un hijo, incluso un
Embarazo, compartirlo con la mujer a quien amo,
Acaso sea la mayor aventura de nuestra vida...
Nada más... y nada menos, que crear desde la nada
Todo un ser humano, partiendo de un cachito de amor...
LOS HIJOS DE VON ÜTER (2): LOS "CULINEGROS"
lunes, 1 de febrero de 2010
LOS HIJOS DE VON ÜTER (1): EL COMIENZO DEL MITO
Escogimos el momento más adecuado, y durante el cual se relajaba considerablemente la disciplina: el aniversario de bodas de Von Nutts, que tendría lugar dos días después, y que los SS empezaban a festejar con las primeras luces del alba, entre cantos y frecuentes libaciones a la salud del Standartenführer, y terminaban con los consabidos concursos de pulsos, de ver quién orinaba más lejos (Schlampe se llevó el preciado trofeo en la anterior ocasión, y esperaba repetir en esta), o de quién conseguía acertarle a una manzana de un solo tiro, supuestamente sin matar al preso que la tenía sobre la cabeza... Aunque el estado de nuestros compañeros de cautiverio era bastante peor que el nuestro, la cuarta parte (unos seiscientos) se encontraba lo bastante bien para servirnos de ayuda en nuestros planes: aprovechar la distribución extraordinaria de café y pan negro, y sobre todo el que casi todos los guardias (menos los diez de las torres perimetrales y de la central) ya estarían considerablemente borrachos a las siete de la tarde... Del resto de los presos, no podíamos hacernos responsables, pero nos comunicaron, que estaban dispuestos a morir en la huída, antes que sufrir los nuevos experimentos del chamán...
Por el doble perímetro alambrado, y sobre todo, por la presencia de minas, solamente nos quedaba una posibilidad: intentar atraer la atención de los guardias hacia el extremo opuesto de la alambrada, como si fueramos a atravesar el campo de minas para llegar al pueblo... aunque nuestro destino, el de "Los Hijos de Üter" fuera justamente el mar... Tampoco debemos olvidar un detalle: que para conseguir una distracción eficaz, era necesario sacrificar algunos peones... En la misma fila de reparto de las raciones extras, provocamos un tumulto, al empujar al soldado que se acercaba con el magro rancho, y decenas de trozos de pan medio podrido terminaron sobre la arena del patio de inspección...
Y tras ellos, se lanzaron al suelo casi cincuenta presos, que veían en aquél pan la única posibilidad no solo de aplacar el habre del día, sino incluso, de cambiarlo por cigarrillos, aguja, hilo, o cualquiera de los múltiples paquetes de la Cruz Roja, que nunca nos distribuían... Aprovechando las reacciones, tardías e inadecuadas de los guardias, conseguimos reducir, solamente nosotros, a más de cuarenta SS... De ninguna manera se podían esperar que los pupilos de Von Üter, que en teoría no habian experimentado ninguna mejoría destacable con las inyecciones, y cuya ejecución estaba prevista para el día siguiente, se mostrase tan combativo...
A pesar de nuestras primitivas armas, sobre todo los postes de las lietras, y algunas almohadas rellenas de arena mojada, demostramos poseer una capacidad de lucha casi inhumana, que corría pareja con un total desprecio por el peligro, y una fuerza brutal, bestial... Tal y como pude comprobar, cuando le sujeté con fuerza el brazo a uno de los kapos, que pretendía golpear a un compañero... Sin apenas pensarlo, lo lancé por encima de mi hombro... y aterrizo sobre el tejado de uno de los barracones, a más de treinta metros de distancia... Con el siguiente nazi, repetí el experimento, pero con las dos manos otra vez, y su cuerpo recorrió casi la mitad del campo, antes de estrellarse contra la cocina... Por eso, todo el comando, agrupándose detrás de mí, adoptó una formaciónn en cuña, y comenzamos nuestra fuga... Para ayudar en la medida de lo posible a los demás soldados, que pretendían escalar las alambradas, empezamos a lanzar cuerpos de los SS contra la barrera, sin importarnos demasiado su salud, hasta que conseguidos acumular unos treinta, generando de ese modo un camino entre las minas... Calvin y Klein, dos soldados de infantería, se encargaron de abrir una brecha en el vallado, demoliendo los postes a patadas, sin apenas sentir dolor... Por lo tanto, la lucha se desarrollaba en dos frentes claramente diferenciados: nostros, "Los Hijos de Üter", nos abríamos paso a golpes y con nuestras armas improvisadas hacia la costa, mientras que los demás presos, o al menos casi todos, se enfrentaban a la incierta ruta hacia el interior...
Los guardias, que se empezaban a recuperar de los efectos del alcohol, de repente se daban cuenta de que no tenían enfrente a simples presidiarios, sino a soldados, más o menos cansados, más o menos entrenados, pero hombres de armas en todo caso, que estaban completamente decididos a probar la evasión... El único fallo de nuestro plan es que no pudimos impedir que, desde la comandancia, llamasen por teléfono a las fuerzas de apoyo, que por lo tanto intervendrían en poco más de media hora... Era imprescindible completar la evasión.... fuera como fuera... Cuando estábamos rebasando el barracón médico, observé que Von Üter en persona estaba en las escaleras, comprobando incrédulo nuestras proezas físicas (no estoy nada orgulloso por la forma en que Harris decapitó al guardia con sus manos desnudas... ni porque luego la lanzase contra otro, a quien arrancó las tripas...), y gritando a pleno pulmón: "Eureka!!!"
A pesar de la premura de tiempo, decidí aprovechar un par de minutos, para entrar en el laboratorio, y coger todos los cuadernos azules, sobre los experimentos del sádico, y empaquetarlos lo mejor posible con las fundas de hule de las mesas de vivisección... No sé por qué lo hice... pero después no me arrepentí... Al salir, cogí del brazo a Von Üter, por si se daba la ocasión de utilizarlo como moneda de cambio, durante los minutos que tardamos en alcanzar y derribar las verjas y los postes, pude darme cuenta de los efectos del experimento: todos nosotros poseíamos una fuerza tremenda, que quintuplicaría la del soldado nazi mejor entrenado; también se había multiplicado por diez nuestra agilidad, nuestros reflejos, y nuestra capacidad de saltar... Eso por no hablar de nuestra rapidez: casi me parecía que algunos comandos se movían más rápido que las balas de las ametralladoras, que masacraban a los compañeros... hasta que lanzamos con tanta fuerza los cadáveres de dos guardias contra cada una de las cinco torretas, que los tiradores salieron despedidos a más de veinte metros... Sin embargo, y a pesar de no ser invulnerables, tal y como quedó demostrado en el caso de Paddy, no se pude negar que teníamos una capacidad de recuperación sobrehumana: el impacto de una bala trazadora en pleno abdomen solamente lo ralentizó escasos minutos, la herida se cerró... y él aprovechó para decapitar al SS que le había herido... Ese era otro aspecto que, en buena medida, me preocupaba: el completo, atávico y feroz salvajismo que mostrábamos todos, a la hora de matar, no había vacilación, ni se contemplaba otra alternativa... Si lográbamos salir con vida de esta situación, aunque todo parecía indicar que, al menos, conseguiríamos llegar a la costa... y desde allí, hacia el mar Mediterraneo, tal vez hacia Córcega, a cualquier sitio que no fuera la Francia ocupada...
Seguíamos prácticamente sin armas, pues ni tan siquiera nos habíamos molestado en arrancar las metralletas de los cadáveres de todos los SS, y cuando estábamos a unos cien metros de la costa, tuvimos que empezar a utilizarlas de manera sistemática contra los guardias del perímetro exterior... al mismo tiempo que lanzábamos varias granadas sobre los posibles perseguidores... Apenas tuvimos tiempo de pararnos a contemplar, por última vez, el campo... Y los veinte, bueno, uno más, contanto a Von Üter, nos adentramos en las olas... Nuestras superiores condiciones físicas, al margen de una tolerancia extrema al frío del mar, que habíamos desarrollado durante casi todo el experimento, nos permitían nadar sin problemas... aunque seguramente él lo estaba pasando mal...
No sé cuanto tiempo estuvimos nadando, los veinte super-soldados, y nuestro creador... Mas de repente, surgió ante nosotros la torreta de un submarino italiano, pero sin bandera, detalle que nos inquietó bastante al principio... No sé quién se sorprendió más por encontrarnos en medio de ninguna parte, a más de diez millas de la costa francesa, como si tuvieramos todo el tiempo del mundo, y la intención de regresar al Reino Unido a nado, bordeando toda la Península Ibérica, o bien alcanzar Córcega y refugiarnos unos días en cualquiera de las múltiples calas... Pero mucho me temo que nuestro invitado no lo habría conseguido pues fue necesario desnudarle por completo en plena cubierta, frotarle con una ruda toalla, y hacerle ingerir casi media botella del mejor brandy, para que dejase de temblar... Mientras que nosotros, extrañamente, comenzabamos a incrementar nuestra temperatura corporal, hasta que nuestras ropas humearon primero, y luego, se quedaron completamente secas...
Al ser el oficial de más rango (coronel de los Highlanders), mis compañeros de aventura me designaron como portavoz, para informar al capitán O´Toole de nuestras aventuras... Afortunadamente, a puerta cerrada... porque este inteligente oficial enseguida se percató de nuestro potencial, convirtiéndose de manera involuntaria en el enlace para el grupo de comandos más secreto, y tal vez más polémico, de la Segunda Guerra Mundial: "Los Hijos de Von Üter".