Con un último esfuerzo de testaruda voluntad, el trovador reordena sus marchitas ideas, recuerdos de miles de minutos que murieron, con la esperanza de revivir, en algún corazón, aquellos sentimientos de perdida felicidad... que durante tantos años ha ido acumulando sobre sus frágiles hombros... La juventud, la niñez, la madurez, han dejado su huella, grabando profundos surcos en la cara interna de su corazón, aunque nadie, salvo él mismo (y posiblemente su gato Chiqui) puede verlo...
Y por eso, él se toma unos segundos, y trata de distinguir en las penumbras los rostros del público, que ha venido, en aquella tarde de verano, en el filo del ocaso, para escucharle... y recuerda... y, después de subirse lentamente al taburete de madera iluminado por el foco de luz blanca, comienza a hablar...
"Hoy no habrá canciones... ni música... no me acompañará mi vieja guitarra... Y como veis, tampoco hay músicos en escena... Prefiero contaros una sencilla historia... mi historia... la de mi vida, mis amores, soledades, ausencias... Cuando yo era mucho más joven e inocente, pensaba que la vida era mucho más sencilla, que todo era blanco o negro, sin matices medios, ni medias verdades... La vida, esa amante esquiva y casquivana, que siempre te hace pensar en el mañana, en lo que está por venir, o en lo que irremediablemente has perdido... de forma tal que nunca tienes tiempo de aprovechar el presente... la vida, os decía, no ha sido del todo mala conmigo... Quizás porque a grandes rasgos he aprendido a olvidar todas aquellas cosas, personas o momentos que me han hecho daño...
Atrás quedaron los confusos años de la infancia, la soledad, los miedos (a la oscuridad, al silencio, a defraudar a los demás, al "qué dirán...") y las añoranzas... Un buen día, opté por borrarlo todo, lo bueno y lo malo... y quizás por eso, únicamente entre brumas percibo el rostro del primer gran amor, aquellos momentos robados al futuro, mis sueños de eternidad... con ella... Un extraño bálsamo que mana de mi corazón reparte pequeñas dosis de felicidad por todo mi cuerpo, saturándome de dulces mentiras y de futuros aleatorios e imposibles...
También he ido dejando al margen todos los futuribles, las maneras en que mi vida podría haber cambiado si hubiera tomado otras decisiones, algunas de ellas tan minúsculas, o tan limitadas en el tiempo, que parece mentira que su efecto haya sido tan fuerte... Escoger una carrera distinta, medicina por ejemplo... No cambiar de destino en el ejército... Tener más confianza en mí mismo en el periódico... Apostar por aquella emisora de radio que empezaba su andadura... Aunque las más importantes, las que realmente podrían haber cambiado todos mis presentes, se resumen en pocas palabras... "Si ella me hubiera querido..."
"Ella"... Siempre ha habido una "Ella" en mi vida, en mis pasados, presentes y futuros... Esa persona especial, que con una sola sonrisa, transformaba en mañana de primavera cualquier ventosa y gélida noche de invierno... Que con una sola mirada, hacía latir más fuerte mi corazón... El tacto de una sola de sus manos en mis mejillas, me devolvía las ganas de vivir... Y su dulce y afrutado aliento, en mi nuca, me hacía alcanzar las nubes, como si quisiera enlazar la luna y ponerla a sus pies...
He tenido la gran suerte de haber disfrutado de siete "Ellas", y todas me han ido dejando algo en herencia... Innumerables charlas en banco de instituto... La dulzura de algunos músicos italianos... Alguna carta de amor... El refugio de sus inmensos ojos negros... El roce de su brazo... La tersura de una mejilla dorada por el sol... La magia de la fotografía en blanco y negro... La dulzura de una sonrisa... Siempre en el limbo de la amistad y el amor... En el territorio fronterizo... Entre el "quiero" y el "puedo"...
Hasta que la encontré a ella... Mi amiga... Mi compañera... Mi amante... Mi mujer... De alguna manera, todo cambia, cuando por fin encuentras alguien que te quiere solamente por lo que eres, y no por lo que podrías haber sido... Fueron sus enormes ojos tristes, en el limbo del verde y el marrón, los que me hicieron fijarme en ella... Siempre le dije que a mí quien me gustaba era su amiga, aquella primera vez... pero creo que desde aquél primer encuentro, nuestros destinos quedaron ligados, para bien o para mal... Supongo que eso es algo que ya no tiene demasiada importancia, cuando todo forma parte de la historia antigua...
Antigua, porque en todos estos años, nos hemos ido amoldando, descubriéndonos día a día, pero sin perder la capacidad de sorprendernos... Te das cuenta de hasta qué punto es importante una persona en tu vida, cuando llega un momento en el que es "Ella" la única que acude a tu memoria en los buenos, pero sobre todo, en los malos momentos... haciendo que sean un poco más fáciles de digerir... y mitigando el dolor con una caricia, una mirada, un beso... que tu corazón sea un poco más loco y bandido que antes... y puedes beber de sus labios el bálsamo del olvido...
Olvido, en ciertas ocasiones, de todo... de los sueños rotos... las ocasiones perdidas... los futuros imperfectos... las ansiedades inconfesables... Y memoria... de amaneceres entre las sábanas... de su cabello repartido por toda la almohada, como una aureola... de íntimos gemidos y pequeños jadeos... de besos robados en la puerta del tiempo... de sueños y anhelos aún no cumplidos...
De todos estos anhelos, de estos proyectos no realizados... solo hay uno que realmente me duele... El no haber tenido un hijo... Se me van los ojos detrás de las embarazadas... Me detengo cuando veo el carrito de un bebé, y atisbo en su interior, quien sabe si buscando en él los rasgos del que podría ser nuestro niño: el pelo negro, los ojos verdes o marrones, la piel muy blanca, las manitas pequeñas pero muy fuertes... Ya he mirado carritos de bebé en internet, y tronas, y bañeras, y cambiadores... La habitación ya está reservada, y pintada en azul bebé... y en nuestro dormitorio hay sitio de sobra para la cuna... Casi puedo imaginar su gateo... El sonido de sus primeros pasos...
Aunque de momento, los únicos pasos que resuenan en el pasillo son los de Chiqui, nuestro gato... Que de "increíble gato cojín" ha pasado a "increíble gato puff"... y como siga engordando, terminará siendo "el increíble gato sillón"... No sé, igual es algo que solo pueden entender los gatófilos, aquellos humanos que se han decidido a compartir su vida con uno de esos tigres en miniatura, que te acechan desde debajo de las sillas... o se suben de un salto a la cama, en mitad de la siesta... y cuyo extraño ronroneo, de alguna manera, nos da paz...
Paz, como la que encuentras en aquellas personas que escoges para que te acompañen a lo largo de tu vida... presencias cambiantes o permanentes, que te amparan, te escuchan, te dan fuerza... No en vano dicen que "los amigos son la familia que uno escoge" y, muchas veces, te acompañan en las negras soledades del alma... y comparten también contigo los amaneceres de la paz, y los arco iris de la esperanza... Mas, aunque a todos intentas quererlos por igual, siempre habrá uno hacia el cual vuelen tus pensamientos... Tendrás una persona muy especial, que ocupe un lugar de honor en tu corazón... Yo la tengo, y sin ella, mi vida no sería completa... Pues gracias a las dos, mi mujer y mi amiga, alcanzo el tan ansiado equilibrio... Y sigo adelante, con mis deseos, y mis esperanzas...
Espero que todos vosotros tengáis una "Ella"... o un "Él"... que os acompañe en vuestro caminar... que os dé fuerzas, al mismo tiempo que os haga sentir protegidos... y fuertes y poderosos a la vez... Que llegaréis a conocer la plenitud del verbo amar... Para que algún día, al miraros al espejo del alma, quizás en los estertores de vuestra vida, podáis decir tres palabras... "He sido feliz..." Y con esto, os dejo, en una noche sin luna ni estrellas, salvo la Cruz del Sur, que siempre vela por los amantes..."
Y con estas palabras, el viejo trovador se bajó del taburete lentamente, y sus ropas negras se fundieron con el fondo del escenario, mientras se perdía entre bastidores... Y entonces, en aquél momento perfecto... comenzaron los aplausos...